Era viernes, 7:00 am según mi reloj de mesa. La ceremonia de graduación seria a eso de las 6:00pm, es decir 11 horas en las que mis amigas estarían muy locas arreglándose y todas esas cosas, después de la ceremonia seria el baile en el salón del hotel Wellington, (único hotel de lujo en este lugar, en teoría el único, y con los único salones disponible para eventos, ¡Va!) en fin, era muy temprano, por lo que tenía pensado escabullirme hasta la hora del almuerzo.
Hice una lista mental, primero iría a ver a Paul, luego tal vez al centro comercial, quizás ver una película, o cualquier otra cosa que me mantuviera distraída y lejos de la casa. Con más fastidio que cansancio me levante, a los pies de la cama estaba el Señor Moon restregándose en mis piernas, le acaricie su peluda cabeza, éste ronroneo contento. Me duché y me vestí con lo primero que encontré, jeans descoloridos, una blusa color celeste, mis convers, tomé la chaqueta más abrigada que tenia pues la mañana era algo fría, pero me arrepentí pues luego haría calor, tomé una color blanca y me la coloque, cepille mi cabello, y ate con una cinta celeste que tenia sobre la peinadora. Busque mi bolso, tenía mi identificación, mi teléfono, la tarjeta de crédito (¡¡¡¡¡¡genial!!!!!!) mi estuche de maquillaje, ya me había pintado un poco, pero un retoque no está demás. Cuando llegue a la puerta mira él pasillo que estaba tenuemente iluminado con la luz solar que se colaba por la ventana, estaba todo calmado y despejado. Salí de puntitas y cerré la puerta con más cuidado que el de costumbre, baje con cuidado las escalera y fui directo a la cocina, no creerán que saldría y no comería nada, Ja! Se equivocaron. Tomé de la mesa una manzana y saque de la despensa dos barras de cereal. Cuando casi estaba en la puerta un quejido hizo que volteara. En medio de la sala estaba parado Phillip aun en pijama, con sus rubios cabellos despeinados y las mejillas rosadas, se frotaba los ojos cansinamente.
-¿A dónde vas Mía?- pregunto entre bostezos. ¡Mierda! Me habían descubierto, pero bueno, solo era él, Phill me guardaría el secreto.
-Hey- lo salude mientras me dirigía hacia él- yo, ah… saldré un rato- mentí, tal vez toda la tarde.
-Es muy temprano para salir- dijo bostezando de nuevo.
-Bueno, ya sabes el dicho, al que madruga dios le ayuda, así que no te preocupes y vuelve a la cama ¿sí?
-¿Puedo ir contigo? Ya no tengo sueño.- sus ojos celestes estaban más abiertos que nunca, ¿y ahora como le digo que no?. Vamos Mía, me reprendí, Phill lo entenderá.
-Mira- le dije- estoy escapando de…- él ni siquiera me dejo terminar la frase cuando sus ojos se llenaron de lagrimas y me abrazó tan fuerte que casi pierdo el aliento. No sabía a qué grado ese niño estaba afectado emocionalmente.
-No puedes irte Mía, esta es tu casa, te prometo que seré bueno, comeré todas mis verduras y no le hare bromas a Lulú, ni le diré a Cloe que tiene un enorme trasero, ni le mentiré al entrenador para salir de las practicas, ni…
-Hey, hey- lo detuve- estoy escapando de las chicas, no de ti- lo abrace mientras el pequeño se derretía en espasmos y moqueaba su manga.- de todas maneras no puedes seguir haciendo esas cosas cariño no es correcto. Además sabes que Cloe tiene un enorme trasero nadie puede evitar eso. – el rio bajito y le ayude q limpiarse la cara mojada.
-¿Por qué quieres escapar de las chicas? ¿Son malas contigo?-pregunto confundido.
-Noup. Es que… esta noche es el baile de graduación, y no tengo ganas de ir. Solo iré por mi diploma y regresaré a casa.- él pareció sopesar la información porque poco después respondió.
-Eso no me parece bien Mía.
-¿Qué? ¿Por qué?- está bien, ¿un niño de 12 años me está dando concejos? ¡Por Dios!, estoy más jodidamente dañada de la cabeza de que lo que imaginaba.
-Porque… es tu noche especial, y tienes que estar con tus amigas, debes ser una chica normal, no siempre tienes que comportarte como una adulta, no es correcto que te responsabilices por los demás y te olvides de divertirte. La noche del otro baile te veías feliz, me gusta que seas feliz. No veo por qué no puedas disfrutar de tu graduación.- mis ojos se llenaron de lagrimas ante sus palabras. Nunca antes él había hablado de esa forma, eso quería decir que estaba creciendo, que ya no era un niñito. Estaba tan orgullosa de él. A Paul le hubiese encantado enseñarle cosas, jugar con él, pero, de no haber ocurrido aquel espantoso accidente nunca lo hubiese conocido, ni a Coco, tal vez a Peter, incluso hubiese sufrido menos, pero es absurdo llorar sobre la leche derramada, solo nos queda seguir adelante cuando se nos presenten situaciones de las que consideremos imposibles salir, no basta con desearlo, no alcanza con tratar de olvidarlo, porque hasta el fin de nuestros días las acciones que realizamos siempre estarán ahí, en ese rincón oscuro de nuestra mente. Están, nunca desaparecen, por más que intentemos remediar lo ocurrido casi nunca se resuelven.
Nadie me devolverá a mi hermano, nadie me regresara a mi madre, ni un minuto a su lado. Cuantos años estuve anhelando una caricia, una atención especial, un beso en la mejilla cuando me golpeaba, nadie puede reemplazar a las personas que perdemos, simplemente porque cada uno de nosotros somos únicos, pero alguien sí puede llegar a tu vida y hacer que tu corazón vuelva a latir. Es lo que me pasó con Bastean. Es como si tan solo imaginarlo rellenara ese espacio faltante de mi alma, él no era Paul, no era mi madre, ni mi padre. Era él.
Phill era como yo, su madre siempre estaba ausente y su hermano estaba loco y lo trataba mal. Digamos que solo me tiene a mí, para escucharlo, para que le de ese abrazo que necesita, y que lo cobije en la noche cuando un mal sueño lo acosa. Y él era todo lo que yo había tenido. Ahora estaba Bastean. Siempre estuvieron Cloe, Valery y Kate, y siempre lo estarían. Aunque millones de kilómetros nos separasen es una unión que va muchos más allá de la sangre, es algo que no puedes explicar con simples palabras, les quieres porque son como son, y porque te quieren como eres, porque no intentan cambiarte, y porque te ofrecen un hombro donde llorar, porque te entienden cuando nadie más lo hace, es fácil conoce gente, pero conocerlos realmente es muy difícil.
Me sentía afortunada, todos ellos eran mi familia. No sabía cómo iba a continuar viviendo separada de ellos, pero la vida sigue, y la humanidad avanza. Además siempre podemos regresar a esta casa, donde empezó todo.
Con cariño abrace a Phill, él me sonrió y le susurre en el oído que fuera a cambiarse porque ese sería un día solo de hermanos.
La tarde paso entre risas y bromas. Lleve e Phill a conocer la tumba de Paul, por alguna razón nunca lo había llevado, tal vez porque ese lugar solo nos pertenecía a mi hermano y a mí, pero eso cambiaria, decidí. La mirada de Phill se iluminó al ver el árbol lleno de cintas de todos los colores, yo saqué una color blanco y se la di a él para que la colocase, al principio me preguntó la razón, yo simplemente le respondí que a partir de hoy él también seria hermano de Paul y podía venir a verlo cuando quisiera y contarle cosas. El se rio de mi lógica, pero luego me preguntó si alguna vez él respondía. Yo le sonreí y le dije que Paul me enviaba sus respuestas de diferente manera, y que yo debía interpretarlo. Phill tomó la fotografía sobre la tumba y prometió ir a visitarlo muchas veces, que le contaría los partidos de futbol y otras cosas de chicos que no podía hablar con su hermano.
Ese lugar seria de los tres. La cara del pequeño estaba radiante, hacia preguntas y me pedía que le contara toda clase de cosas que había hecho con Paul cuando aún vivía. Reímos, lloramos y nos dio hambre.
El centro comercial estaba bastante lleno cuando llegamos. Reconocí muchos chicos de la escuela, una rubia con mechas rojas que estaba en mi clase de biología, un chico del equipo de rugby, unas nerd del club de ajedrez, y para mi desagrado Britt estaba hay obviamente con Jessica. ¡Mierda! Me echaron a perder mi día, pero de todas maneras las vería en la noche así que de todas maneras estaba arruinado. Decidí pasar a su lado, con la esperanza de que no me reconociera, pero fue Phill el que se fue corriendo a saludar a Brittney.
-Hey, Britt-dijo entusiasmado. Ella… ¿le sonrió?-¿Cómo estás?
-Hola Phill, genial, ¿con quién estas, con Peter?- por lo visto no se había percatado de mi presencia, pero Jess sí.
-¡Alerta Loser Britt!- chillo esa… Brittney me miro… Bueno ella me odia así que se imaginaran como lo hizo.
-¿Qué tenemos aquí? La perdedora number one de la escuela esta ¿de compra? ¿TÚ vas de compras acaso?
-Cierra tu boca oxigenada, estoy donde quiero, y él- dije refiriendome a Phill- está conmigo.
-Cariño ¿Por qué estas con semejante cosa?- dijo Jess.
-No le digas esas cosas a mi hermana- las dos arpías se miraron sorprendidas. Me sentía feliz de que mi hombrecito me defendiera.- y si nos disculpan tenemos mucho que hacer. Adiós chicas.- Phill regreso a mi lado y seguimos nuestro camino dejando atrás a dos boquiabiertas sanguijuelas.
Intrigada le pregunté a Phill su relación con esa… muchacha. Resulta que la hermana de Britt, Melanie va en el mismo curso que él, y al parecer se siente “algo” atraído por ella. Es tan dulce, pensé, sus mejillas se sonrojaron cuando hablaba de la niña de cabello rizado y grandes ojos celestes, lo inteligente que era, y que no se parecía en nada a su hermana. Nunca había parloteado tanto ese muchacho, pero siempre hay una primera vez para todo.
Nuestros estómagos rugían por lo que salimos literalmente corriendo hacia la feria de comida, pedimos una pizza, unos refrescos, y un ligero postre, Brownies con helado. Ambos pensamos que nos pondríamos enfermos, pero si eso pasaba valdría la pena realmente.
Entramos al cine a ver la más mala de las películas, y salimos riendo por lo patético de las actuaciones. Recorrimos algunas tiendas y nos probamos lentes, sombreros y pelucas, un guardia de seguridad nos llamo la atención y algunos potes de laca en espray que tumbamos en medio de nuestro alboroto.
A eso de las 5 estábamos más que cansados, y decidimos regresar a casa.
Una vez en el auto escuchamos algo de música, en una de las luces rojas del semáforo de la Frank Avenue revise mi celular. Tenía 30 llamadas perdidas, la mayoría de Bastean y Cloe. 12 mensajes de texto y 8 mensajes de voz. Le pedí a Phill que leyera los mensajes.
Valery: Mierda Mía donde carajo te has metido, siento que voy a matarte cuando llegues a casa, llámame.
Ty: Amiga… ¿no escapaste verdad?, Oh Por Dios, si escapaste será mi culpa, y esas brujas me mataran, rayos, responde el teléfono Kate dice que me ahorcan.
Cloe: Mía donde demonio te metiste, todos estamos locos buscándote y Phill dejó una nota diciendo que estaba contigo, por Dios responde.
Bastean: Mía… ¿puedes por favor atender el teléfono? ¿Estás molesta? ¿Hicimos algo? Todos están preocupados por ti. ¿Te paso algo? ¿Te quedaste sin saldo o algo así? Estoy desesperado cariño.
-Te dice cariño, ¿Por qué rayos te dice cariño?- preguntó Phill confundido.
-Por Dios Phill, ¿nunca escuchaste los alaridos de tu madre?
-La verdad… no- ambos nos echamos a reír- entonces… ¿son novios?
-Sí- me sonroje un poco.
-Entonces tendré que hablar con él de hombre a hombre.- yo intente no reír ante ese comentario, pero la expresión de él era seria, así que no debía burlarme.
-¿Y eso porque?- pregunté divertida.
-Pues… yo soy tu hermano, así que me corresponde cuidarte.- su sonrisa se hizo grande, yo tire de su camisa y bese sus rubios cabellos, lo despeine y el intentaba peinárselos- ¡¡Mía!!- se quejo.
-¿Qué pasa? Las hermanas hacemos eso.
-Bueno, no somos los hermanos ordinarios así que no debes hacer eso.
-Ok- él me sonrió de nuevo y siguió leyendo los mensajes, pero todos decían lo mismo “Donde estas” “contesta esa cosa” “Para qué carajo tienes un celular si no lo contestas” y muchas, muchas ofensas hacia mi persona.- Llama a esos tarados y diles que ya vamos en camino.
Veinte minutos después llegamos a la casa y una alocada Coco salió hacia el frente y abrazo a Phill de tal modo que juré que lo asfixiaría con sus implantes.
-Mamá por favor suéltame- se retorcía el niño.
-Bebé no sabes lo preocupada que estaba, y tú psicópata hija de Satanás estás en problemas por secuestrar a mi hijo…
-Mamá- le detuvo Phill- yo le pedí que me llevara con ella, estoy todo el día aquí encerrado y tu nunca estas en casa, me divertí mucho con mi hermana- la cara de Coco se torno rojo carmesí, estaba furiosa.
-Ese engendro del infierno no lleva nuestra sangre Phillip, nunca lo repitas- grito ella.
-Bueno, pues ella se comporta más como mi hermana que Peter, y le debemos mucho, porque si ella fuera otra persona ahora no tendríamos donde vivir- con esas palabras él entró a la casa.
Coco se quedó allí de pie y yo junto al auto, un segundo después su colora seria dirigida a mí.
-Maldita infeliz, como te atreves a influenciar de ese modo a mi hijo.
-Yo no he hecho nada Constan, Phill está creciendo y se da cuenta de todo el veneno que sale de tu boca. Deberías prestarle más atención y brindarle más cariño, en vez de estar arreglándote una y otra vez tu cara o tus pechos. El reloj de arena nunca se detendrá y eso tenlo por seguro.
Con paso firme me fui hasta la entrada, mientras ella se quedaba parada como una estatua. Al fin había vencido uno más de mis demonios. Ahora solo quería ir a mi habitación.
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