Personas que leen :D

viernes, 21 de octubre de 2011

Capitulo 32

La mañana siguiente a mi llegada de Vera se encontraba un poco agitada. Empezando porque antes de siquiera despertarme del todo me asaltaron las nauseas, me dolía horrores la cabeza y tenía que sacar mi ropa de las maletas, lavarlas y terminar de guardar las cosas que quedaban en mi habitación. Baje las escaleras hasta lo que quedaba de comedor, todo se veía igual que el día anterior, desordenado y con cajas por doquier. Cuando entre a la cocina vi a Lulú que estaba concentrada picando unas frutas, como normalmente usaba su uniforme era extraño verla con pantalones cortos y una camiseta de tiritos roja, además estaba descalza y con el cabello recogido en una cola alta. Era una escena hogareña, casi familiar, era como tener una hermana mayor que viera de ti, pero claro esta sería mi madrastra en cuanto se casara con mi padre.

-Bueno días Mía- dijo ella al percatarse que estaba recostada contra el marco de la puerta mirando su labor- ¿Quieres una ensalada de frutas y yogurt? Se cuanto te gusta así que la hice especial para ti- puso el plato en una mesa plegable que mi padre había sacado mientras tanto, no podíamos comer en el suelo toda la semana.

-No, no tengo hambre- dije pero ella frunció el seño y me insistió.

-Nada de eso, comes aunque no tengas hambre, no te lo comas tú que lo coma tu bebé, anda- ella tenía razón. Ahora más que nunca no podía saltarme las comidas porque estaba deprimida. Mire la fruta picada, banana, fresa, sandia, manzana, pera, que estaban espolvoreadas con azúcar, se veía deliciosas, vi el yogurt que adoraba, pero eso no fue lo que me paso al sentir su leve aroma. Me maree horrible, me levante como poseída y devolví en el fregadero. Lulú estaba detrás de mí acomodándome el cabello, ¡Dios me sentía fatal! Abrí la llave y enjuague mi boca.- ¿Te encuentras mejor?- Yo asentí.

-Sí, pero quita el yogurt de la mesa por favor- le dije a Lulú que en seguida guardo el yogurt en la nevera. - ¿Dónde está papá?

-Está arreglando los papeles de la casa, dijo algo de buscar cajas más grandes para tus cosas y creo que pasará por tu escuela para retirar los papeles que necesitas para la universidad- Esa palabra, mi padre estaba arreglando todo y yo ni siquiera sabía si quería ir a la universidad, claro antes sí, pero ahora se me haría muy difícil comenzar en seguida, podía estudiar en la universidad local, no estaría mal, pero no vería a mis amigas, es más ni siquiera sabía de ellas, a pesar de que a diario nos mandábamos twitts- ¿Qué sucede? – Ella me conocía perfectamente.

-Es solo que, no estoy segura de ir a la universidad, no todavía, y estaba pensando que será difícil para mí, con un bebé y todo eso.

-No tienes por qué preocuparte Mía, yo puedo cuidar del bebé cuando vayas a clases, también cuando tengas que estudiar, no hay problema. Además ya no tengo trabajo ¿recuerdas? Soy novia de tu padre, y según él no tengo que trabajar, pero eso no quiere decir que vaya a hacerle caso ¿o sí? – ambas nos reímos. Ella siempre me había dicho que como mujer teníamos que buscar ser más independientes, y encontrar algo que nos haga felices. Lulú era muy trabajadora, y todo el tiempo estaba haciendo algo, como limpiar, cocinar, algo para mantenerse activa.

-Lulú me gustaría que me enseñaras a tejer, quisiera hacer mantitas, mediecitas, gorritos, esas cosas- su rostro se ilumino cuando se lo dije. La verdad quería comenzar cuanto antes a hacerle mediecitas y suetercitos, me emocionaba la idea de que usara prendas hechas por mí.

-Claro que sí, tenemos que comprar los materiales antes de irnos a Brooklyn, una vez instalados te enseñaré con gusto- ella me abrazó y beso mi frente, adoraba a esta mujer, que sin siquiera proponérmelo se había convertido en una segunda madre, a la primera nadie jamás la reemplazaría, y Lulú lo sabía.

-Voy a salir un rato ¿sí? cuando papá llegue con esas cajas me marcas al celular y vendré en seguida.

-Está bien, pero ten mucho cuidado, no quiero visitas del oficial Stone, ni del oficial Conrad.- Yo me reí de eso, que buenos tiempos.

-Por supuesto mamá gallina- dije mientras subía las escalera, ella se sonrojó mucho. Nunca se me hubiese ocurrido llamarla mamá, ni siquiera como broma, pero era lindo imaginarme llegar a casa y decir “mamá estoy en casa” o “¿mamá que hay para cenar?”, luego pensé, que mi bebé sí tendría esa oportunidad, de llegar de la escuela y gritarme desde la entrada “mamá ya llegue”, o cuando tuviese un partido de futbol y entrara con los zapatos llenos de barro me dijera “mamá ganamos gracias a que metí un gol” ¡Wuao! Eso sería realmente increíble.

Una vez en mi muy desordenado cuarto saque la ropa sucia de mi maleta, la coloque en la cesta de lavar, era una pila enorme. El Sr Moon estaba un poco frustrado por no tener un lugar en el que dormir plácidamente, por lo que estaba revoloteando cerca. Me levante y guarde en las maletas, ahora vacías, la ropa que aun tenía en el armario.

-Necesito maletas más grandes- dije tratando de cerrarla, y esas solo eran mis blusas de diario.- ¿Sr. Moon que piensas? Necesitamos cajas enormes ¿cierto?- mi inseparable amigo estaba con los ojos muy abiertos, era extraño en él.

Saque unos jean que me quedaban algo grandes y me los puse, ahora me quedaban mejor, ¡rayos! No puedo estar engordando tan rápido ¿o sí? me puse una blusa manga corta de rayas blancas y azules, mis convers nuevas, y busque en mi cofre la cadena con la letra M, que ahora llevaba el anillo de Bastean. Intente no ponerme a llorar en ese momento y me concentre en sacar todos mis libros del estante y ponerlos en unas cuantas cajas que mi padre me había dejado. Guardé adornos, afiches, los libros. La ropa restante la guardaría en cajas más grandes, al igual que los zapatos, las sabanas. Guardé las cosas del Sr Moon, con excepción de su almohadón de terciopelo porque él se negaba a levantarse de ahí. Mi laptop estaba ya en su bolso. Busque mi cámara que la había dejado en el escritorio y la puse en la caja con libros. Saque el chip, lo puse en su estuche y lo guardé en mi cartera, tenía la intención de revelar esas fotos.

Cuando por fin hube empacado la mayoría de las cosas tomé mi cartera, las llaves y subí a mi lindo auto. ¡Cuánto extrañaba sentir el frio del aire acondicionado, verme por el retrovisor! ¡Uff! Que feas ojeras, pensé. Dentro del auto me maquille un poco, ese viaje me había destruido, sin contar las nauseas matutinas, y el hecho de que necesitaba con urgencia un delicioso chocolate de Starbucks.



Unos diez minutos después estaba frente a las enormes puertas doradas del cementerio Heard of Ángel. El Sr. Graham estaba como siempre en su caseta, yo me detuve y me baje a saludarlo.

-Muchacha, que bueno verte de nuevo- el hombre salió apresurado y me abrazo con sus huesudos brazos, era agradable la sensación de bienvenida que me daba no solo el hombre que por tantos años había querido como un abuelo, sino el propio cementerio parecía darme un recibimiento apacible, casi familiar.

-También me alegra verlo- dije poniendo la mejor de mis sonrisas, una parte de mi estaba feliz de regresar a casa, otra quería escapar y perderse en el horizonte, la otra… bien no sabía qué demonios hacer.

-Sam me dijo que habías regresado, que él mismo fue por ti al aeropuerto, y que te irás a vivir con Roger, eso es fantástico Mía.

-Ese Sam es una vieja chismosa- bufe. Sam era un soplón de primera, todo lo que a mi concernía Sam debía contárselo a su abuelo, lo que el Sr. Graham no sabía es que su propia hija, Serena la madre de Sam, me había comentado que su padre le había pedido a su nieto de tan solo 5 años que debía cuidar de mí, era muy dulce, pero al parecer Sam se tomo muy en cerio su papel de “Guardián”

-Sí, pero sabes que te quiere como si fueras su hermana menor.

-Lo sé.

-Por cierto, ¿cómo está el príncipe? Sam dijo que llegaste tú sola.- sentí como se me cerraba la boca del estomago, no era un tema agradable, ¿Qué iba a decir? “Lo que sucede es que Bastean se quedo en su país porque debe proteger a su familia del desquiciado de su tío, que por cierto quiere robarse el trono de su hermano. Ah, y sabe que, estoy embarazada de él, pero tuve que venir para estar a salvo” ¡¡Uff!! Esto ya parecía tragedia griega.

-Oh… él está bien, se quedo en su país porque ya sabe, tiene muchas responsabilidades- fue todo lo que dije.

-Mmmm… Mía, ¿puedo preguntarte algo? Sabes que te quiero como a una nieta y me preocupo por ti al igual que lo hago por Sam y Margori- Estaba hablando de la pequeña hermana de Sam, que tenía 9 años.

-Sí, eso lo sé, pregúnteme lo que quiera.

-¿Vas a tener un bebé?- Eso no me lo esperaba. Algo como… ¿Estas soltera ahora? O ¿Cómo harás ahora que te mudas para visitar a tu madre y hermano? Pero esto… realmente me tomo por sorpresa.

-¿Cómo lo supo? ¿Fue Sam? ¿Cómo lo supo él? No entiendo…

-No fue él, muchacha.-dije el viejo Sr. Graham mientras se reía- Tu padre vino muy temprano a contarme que iba a ser abuelo y que estaba emocionado al respecto.

-¿Eso le dijo?- Eso MENOS me lo había esperado. Claro puedo haberlo deducido por el hecho de que él mismo estaba haciendo planes para comprar cosas tan pronto llegáramos a Brooklyn, quería comprar juguetes y pelotas. Debí suponer que estaba más que feliz con el hecho de que yo fuera a ser madre, aunque le preocupaba un poco el asunto legal de Bastean. También me había dicho que contactaría a los padres de Bastean y hablaría con ellos de nuestro “asunto”, sin embargo yo le había pedido discreción, pues estábamos en un periodo digamos “critico” por ahora.- ¿Dijo algo más?- pregunté.

-Oh, sí, dijo que él se lo contaría a Penélope, pero que a ti te gustaría contárselo a Paul.

-Sí, a eso venia, y claro a contárselo a usted, sabe que lo considero como de mi familia, al igual que a Sam, Margori, Sirena y Bill. Son como mis tíos y primos. Creo que mi bebé tendrá una familia realmente grande- sonreí ante el hecho de que mi bebé tendría tantas cosas que a mí me faltaron, pero sobre todo tendría gente que vería de él siempre, y que podía contar con alguno de ellos en un momento dado.- Gracias por todo Sr. Graham, estaré informándole de todo, bueno, creo que Sam lo hará mucho antes que yo- esté comenzó a reír.

-Tal vez, pero me gustaría saberlo por ti, bien, no te detengo más, debes tener mucho que hacer con esto de la mudanza y el nuevo bebé. Ese príncipe es un suertudo, tiene a una de las mejores chicas en todo el mundo, mándale recuerdos de mi parte.

-Eso haré- dije dándole un último abrazo al Sr. Graham- lo extrañaré mucho, pero prometo venir a verlo, y traeré a mi bebé para que lo conozca, y este lugar.

-Sería grandioso, también extrañaré tus visitas.

-Debe prometerme que cuidara bien de ellos, y ponerle a Paul cintas en fechas especiales, yo le estaré recordando, y si puedo vendré yo misma a hacerlo, no puede dejar de colocarlas, parece un poco infantil, pero es importante para mí.- En todos esos años no había una fecha en especial que dejara de ponerle a Paul una cinta en su árbol, y no comenzaría ahora, aunque sea en la distancia quería que estuviese conmigo, que supiera que yo iba a estar bien, y que lo llevaría en mi corazón. Su cuerpo estaba allí, en ese lugar, pero no su alma, ni su corazón, porque estaban conmigo y mi padre. Siempre seria así. Un cementerio no te ata a buscarlo precisamente en ese lugar, es más algo físico en el que ir a llorar o recordar los lindos momentos que pasaste junto a esa persona que se ha ido. Pero somos simple materia, nuestra esencia perdura a lo largo del tiempo, y permanece viva en tanto tu corazón lo quiera. No necesitaba ir al cementerio para buscar a mi madre, o a mi hermano, pero era más por el sentimiento de soledad que otra cosa. Mi amor por ellos no morirá jamás, solo se multiplicaría un millón de veces. Y sobre todo por mi madre, porque ahora me pondría en su papel, y al pensarlo un poco llegue a la conclusión, que esperaba hacerlo tan bien como lo hizo ella mientras vivía.

Ahora, en aquel momento en el que caminaba la misma senda de piedras que tantas veces había recorrido, creía sentirla a mi lado, dándome aliento, y susurrándome al oído que ella estaría para mí en todo momento, y que si necesitaba su ayuda la llamase porque ella estaría allí. Las lágrimas caían a borbotones por mis mejillas. Como extrañaría las largas horas que pasé recostada contra su fría lapida, pero debía poner mis prioridades en orden, y saber que esto era solo un símbolo, que ella realmente no estaba ahí, ella estaba en todo lo que me rodeaba. Ahora creía escucharla reír, como el cantar de las aves o la más hermosa melodía, cosas como estas las echaría realmente de menos.

-A dios mami, pronto vendremos a verte, te juro que hare que te sientas orgullosa de mí- susurré antes de levantarme, subir al auto y dirigirme hacia la colina donde se encontraba mi hermano.

A los pies del gran árbol sobre la colina donde estaba la tumba de Paul seguía su fotografía, estaba como siempre estaba, con la cara de un dulce niño cuya vida de detuvo por el azar del destino. Rebusque en mi bolso y saque dos cintas finas, una de color rosa y otra azul.

-¿Vez esto hermano? Son para ponerlas en tu árbol, ¿Y sabes por qué? Porque vas a tener un sobrino o sobrina, traje dos porque no sé si será niño o niña, aquí entre los dos, pienso que será un niño, pero no lo sé, aun no he ido al doctor ni nada. Sabes, papá y Lulú están saliendo…

-Lo sé- dijo alguien a mi espalda. Todos los bellos de mi nuca y brazos se erizaron al escuchar esa voz, era la misma que en otras ocasiones había escuchado, era una locura, tenía que ser un error. Aunque tenía miedo de voltearme y darme cuenta qué estaba alucinando, lentamente me fui dando la vuelta.

Creo que en ese momento pude haber entrado en un estado de shock, porque por más ganas que tenia de reaccionar no podía. Estaba viendo frente a mí la imagen de mi hermano, no como un niño, sino como siempre me había imaginado que sería ahora, con la exención de que llevaba la misma ropa que el día del accidente, está en cambio era más grande, como si fuera la de un adulto, y no la de niño como recordaba.

Mi imaginación estaba haciendo la más cruel de las bromas, verlo allí, de pie fue como un sueño, sus ojos tan parecidos a los míos, al igual que su cabello, claro antes de pintármelo. Su rostro ahora era más pálido de lo que había sido, pero seguía siendo él, Paul, mi adorado hermano.

-No puede ser- susurré. Incluso cerré los ojos, para ver si era una alucinación, un espejismo o lo que fuera, pero la imagen seguía él, la de un joven Paul, alto, musculoso, y sobre todo con una sonrisa deslumbrante en su boca. Comencé a llorar de nuevo. Tantas veces había suplicado al cielo que me devolviera a mi compañero de juegos y travesuras, pero nunca se me cumplió, hasta ahora que podía verlo, o eso creía.- No puede ser…- repetí aun en shock.

-Eso ya lo dijiste- dijo la imagen de Paul.

-Tu…

-Yo…

-No puedes ser tú, no eres mi hermano, si lo fueras, seguirías siendo…

-¿Un niño?- preguntó él, yo asentí- Tal vez, pero al crecer tú, yo crecí contigo, cada cinta de ese árbol cuenta el tiempo que ha pasado desde ese horrible accidente.

-Estás muerto, esta es tu tumba- dije señalando la lapida- ¿cómo es posible que este aquí?

-Porque tú me lo pediste- dijo sin más mostrando sus hermosos dientes. ¿Y donde rayos había estado las otras veces que lo llame? ¿Dónde estuvo él las largas noches que pase llorando al sentirme totalmente sola?- A tu lado, siempre estuve a tu lado.

-¿Qué?- dije confundida.

-Preguntaste donde había estado, pues bien, aquí, junto a ti.

-Nunca te vi.

-Pero tú sabías que estaba allí. Cuando llorabas por temerle a la oscuridad yo estaba junto a tu cama, cuando te caíste de la bicicleta a los 12 años, yo estaba ahí, y en otra muchas ocasiones, en las peores y las mejores siempre estuve ahí, incluso aquí a tu lado mientras me contabas sobre ese príncipe tuyo, ahora estoy en problemas por estar aquí, delante de ti. Pero era necesario romper un par de reglas para decirte que lo haces excelente, que te estás convirtiendo en una mujer maravillosa, y serás una madre extraordinaria. Estoy tan orgulloso, al igual que mamá lo está.

-¿Dónde está ella? – las lagrimas se desbordaban por mis ojos al escuchar las palabras de mi hermano, cuantos años estuve esperando volver a verlo, aunque sea un instante, para saber que él estaba bien, y feliz.

-Aquí Madeleine- dijo la dulce voz de mi madre. ¡Por Dios! Me daría un infarto de la emoción. De pronto junto a mi hermano apareció la imagen de mi madre con sus suaves manos sobre los hombros de Paul. Estaba exactamente a como la recordaba, su tez blanca y lozana, su cabello oscuro ondulado suelto hasta media espalda, y sus labios siempre pintados de rosa pálido.- Mi pequeña Mía.

-Mamá…

-Sé que estarás conmocionada ahora, pero todo está bien, estaremos contigo a donde vallas. Brooklyn es lindo, te gustara. Y tu padre es un llorón, me conto emocionado que serias madre, estoy tan feliz por ti. Ya Paul me quito las palabras de la boca. No tengo más que decirte sino… Te amo hija.

-También yo mami.

-Tenemos que irnos ya, pero recuerda que te amamos y que estaremos allí donde nos necesites, y si no, también estaremos.- Se rió Paul- Tal vez cuando este con el príncipe no lo estemos porque…

-Ya hijo, ya entendió el mensaje- le reprendió mi madre.

-¿No pueden quedarse un poco más?, tengo tantas cosas que preguntarles y…

-Por ahora no cariño- dijo mi madre- pero háblanos para lo que necesites, y de cualquier manera te responderemos.

-Está bien- dije resignada. Tanto tiempo pidiendo por unos minutos y ellos, y ya se estaba terminando. ¡Qué injusto!

-Te Amamos- dijeron los dos al unísono y sus imágenes comenzaron a desprender una luz blanca segadora, tanto que tuve que poner mis manos sobre mis ojos para protegerlos. Comencé a pestañear con dificultad. Estaba recostada contra la grama, no recordaba haberme tendido en ningún momento. Y luego recordé lo que me acababa de pasar, ¿Acaso me había quedado dormida? ¿Toda esa conversación con Paul y mi madre había sido solo un sueño?

Miré mis manos buscando las cintas pero no las encontré, tal vez se volaron o algo así, pensé, en vez de buscarlas por el suelo miré hacia el árbol. En una de las ramas más bajas estaban ambas cintas amarradas formando un lazo, no separadas sino juntas, y delante de ellas estaba una flor blanca muy hermosa. No recordaba que ese árbol floreciera nunca.

Momentos como esos es mejor apreciarlos, disfrutarlos y recordarlos que partirse la cabeza preguntándose qué ocurrió.

-Gracias a los dos por venir, también los amo- dije al viento. En respuesta una ráfaga de viento sopló, no era cálida, sino un poco fría, no era normal estando a finales del verano. En fin, me sentía feliz. Seque mis mejillas de las ultimas lagrimas derramadas, baje la colina y fui directo a mi auto. Tenía tantas cosas que hacer, y gracias a mi misteriosa siesta estaba corta de tiempo.

2 comentarios:

  1. Creo que empezare a escribir una historia. Parece interesante. Un beso ♥

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  2. Me encanto.... Me fascino Mandy lo adoré grandioso bueno que digo....ME PUSE ASÍ O_O EN EL MOMENTO DE PAUL Y LA MADREEE O DIOSS ESTUVO GENIAL ME ENCANTO

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