Personas que leen :D

viernes, 21 de octubre de 2011

Capitulo 31

Era extraño regresar a casa, no solo por el hecho de que Nueva York carecía del encantado de Vera, no había pastizales inmensos que aprecias, solo edificios enormes. No había calles de piedras en las que transitaba la gente a caballo, sino largas carreteras invadidas por conductores locos y taxistas, ¿no estaban los dos en la misma clasificación? En fin, esto no era Vera, aquí no tenía a mi príncipe, está era mi realidad. ¡Es hora de despertar Cenicienta! No hay hadas madrinas, ni bosques de ensueño, solo rascacielos, gente apresurada y la monotonía, solo eso.

El aeropuerto estaba a reventar cuando por fin mi vuelo aterrizo, había sido el viaje más largo de mi vida. Bastean había insistido en que tomara el avión privado de la familia, lo hice, solo porque no me dejarían tener al Sr. Moon junto a mí sino en el maletero, y eso ni muerta. Además ese avión me había llevado hasta mi gran aventura, tenia hermosos recuerdos, y quería retrasar mi despertar todo lo posible.

Mi padre me había dicho que enviaría a alguien por mí. La sala de espera estaba totalmente abarrotada de gente, unos bajando de sus respectivos vuelos, buscando sus equipajes, comprando boletos, esperando a sus familiares, amigos, colegas, en fin, era sencillo desarrollar claustrofobia. Uno de los guardias llamado Rick estaba a mi lado con mis maletas, otra orden de Bastean, no se apartaría de mí hasta que vinieran a buscarme. Detrás de una cinta de seguridad habían muchos hombres y mujeres de traje caros con carteles en sus manos, pero ninguno de ellos decía mi nombre, luego me di cuenta que había uno que sobresalía entre todos los tipos con pinta de ejecutivos. Un moreno realmente alto con los hombros más anchos que había visto en mi vida. Sus ojos eran oscuros al igual que su cabello, llevaba unos jean y una camisa verde militar y una chaqueta marrón, tenía en sus manos un papel naranja fosforecerte que decía: “Bienvenida a casa monita”

-¿Samuel?- Wuo! Lo reconocería donde sea. Sobre todo que solo él me decía “monita”, en el jardín de infancia solíamos subirnos hasta lo más alto de los arboles, incluso una vez Sam se había caído y roto la muñeca, yo le había dibujado un árbol en el yeso y junto a él dos monitos, uno rosa y otro azul, desde ese entonces no pude hacer nada para que me cambiara el apodo. La cosa era que ya no era mi monito sino… ¡Wouu! Un enorme gorila, era muy alto, y estaba bien formado.- Amigo, deberías dejar los anabólicos, en serio hacen mucho daño, sobre todo en tu… paquete.

-Sigues siendo la misma perversa de siempre monita- él se echo a reír y yo también. Yo corrí hasta él y me abrazo muy fuerte haciéndome girar, no fue una buena idea porque me mareé y la bilis se me subió hasta la garganta, ¡iag! Él me bajo al ver mi rostro verde- ¿Estás bien?

-Sí, solo… me maree. ¿Te envió mi padre?

-Sí, estoy trabajando con él, solo es medio tiempo porque empezaré clases a mediados de septiembre- dijo Sam

-Eso es genial, ¿podemos irnos ya? Estoy cansada.

-Claro- dijo él mientras sonreía, había olvidado lo hermosa que era su sonrisa.

Juntos llegamos al estacionamiento donde estaba aparcado un Ford f-150 color plateado. Sam puso las maletas en la parte de atrás y me abrió la puerta del copiloto. Por dentro estaba revestido en cuero gris, olía a perfume de hombre, el mismo que él usaba, lo supe porque mi chaqueta olía también a Sam. Él subió a la camioneta y en seguida se puso en marcha.

-Es lindo- dije mientras miraba con más detalle el interior del auto. Tenía muchos CD en la guantera. Mire la hora en el panel de comandos, ok, olvide mencionar que tenía una pantalla y un excelente equipo de sonido.

-Gracias, ahorre muchísimo para poder comprarlo, claro está que mi nuevo jefe me echó una mano con eso.- dijo riéndose para sí mismo, no entendí lo que era gracioso.

-¿Por qué te ríes?- pregunté.

-No es nada- se rió de nuevo- es solo que… no tuve que hacer mucho para obtener este bebé, la verdad es que me siento un poco mal, sabes.

-¿A qué te refieres?

-Tu padre me ayudo a comprar el auto, pero con una condición- dijo él.

-Te pidió que vinieras por mí- no era pregunta sino un hecho. Como lo sospeché mi padre lo había sobornado para que fuera a buscarme en el aeropuerto- Pienso que si no te hubiera ayudado con el auto no hubieses venido por mí. - ¿Por qué me sentía mal por eso? Conocía a Sam y siempre se había ganado todo con su esfuerzo, si tenía que hacer algún recado cobraba por hacerlo, a menos que lo considerara un favor, pero esta era una obligación, ¡Rayos!

-Eso no es cierto- dijo Sam con un bufido- tu padre ya me había dado el dinero que me faltaba, en eso consiste mi nuevo empleo, soy algo así como su ayudante, y claro debo ir de aquí para allá, y no puedo hacerlo en el metro, por lo que obtuve el auto antes de saber que regresarías a la ciudad, me pidió el favor de buscarte en el aeropuerto y así lo hice, es mi trabajo.

-Esa era la condición, ya entiendo. ¿Dónde está él ahora?

-En Wraes Ville- Me pareció extraño que estuviese en Wraes Ville en vez de estar como siempre, trabajando.

El resto del viaje en auto fue tranquilo. Sam puso un poco de música de una extraña banda canadiense, eran buenos, pero yo estaba tan cansada que en seguida me quede rendida. Y debo decir que tuve un lindo sueño. Soñé con Bastean, recorriendo los hermosos pastizales de Vera sobre el lomo de Drakko, valla, esos recuerdo ahora parecían muy lejanos.

Eran las 8:45pm cuando Sam aparcó el auto frente a la casa estudiantil que por tantos años había llamado hogar. Al fin en casa, pensé. Una vez dentro no se escuchaba ni un sonido. Las luces estaban apagadas, como si no hubiese nadie en casa. Y era cierto. No había nadie. Todos los chicos estaban en sus respectivas casas, Coco no estaría porque mi padre se había separado de ella, Lulú estaba con mi padre así que… Encendí la luz y mi padre salió corriendo por las escaleras seguido por Lulú. Ambos me agarraron por sorpresa y me abrazaron.

-Bienvenida cariño- dijo mi padre- te extrañamos muchísimo.

-Suéltala Roger también la extrañe, ¡vamos!…- dijo Lulú empujando a mi padre, algo estaba mal, ella nunca lo había llamado por su nombre, siempre era señor. A decir verdad todo estaba diferente. Eché un vistazo, bueno lo que pude ver por encima del hombro de Lulú que me abrazaba con fuerza. La casa estaba llena de cajas y no había muebles a la vista, los sillones estaban forrados al igual que otras cosas.

-¿Qué sucede papá, Lulú? – pregunté mirándolos a cada uno. Ella se rió tontamente mientras que mi padre la miraba a ella de manea dulce. ¡No! No podía ser…

-Mía tenemos algo que decirte, pero preferimos que descanses, y mañana podemos hablar tranquilamente- dijo mi padre quitándole las maletas a Sam.

-Adiós Mía- dijo este. No tuve tiempo de despedirme porque ya se había ido.

-Saben no podre dormir si no me dicen lo que está pasando- dije. Caminé hasta la cocina, solo para encontrar que estaba empacada también. Por suerte teníamos un mini bar que no estaba empacado y tomé una coca cola, ¡Valla! Todo el viaje quise una. Lulú y mi padre se sentaron en las sillas de campo que estaban en lugar de la mesa d comedor. No tenía idea de lo que pasaba, pero esos dos estaban en algo raro.

-Mía…- comenzó mi padre.- sé que es un poco apresurado pero…

-Sabes que tu padre no es bueno con esto de hablar- dijo Lulú interrumpiendo a mi padre- Lo que sucede es, que llevamos ocho años hablando por teléfono de ti, de la casa, claro todo esto a escondidas de Coco. Lo que te queremos decir es… que yo estaba enamorada de tu padre desde hace mucho tiempo. – WUAOO!! Esto era grande, ¿Lulú y mi padre? Ok, muy en el fondo siempre quise a Lulú como madrastras en vez de a Coco, pero era extraño una vez que lo piensas. Se llevaban ¿qué? ¿Diez o Doce años?

-Sí, cariño- dijo mi padre nervioso- yo en algún punto también me enamore de ella, mis trámites de divorcio no son nuevos, es solo que Coco no quiso firmar nada, en fin, Lulú y yo estamos saliendo desde… un mes, oficialmente quiero decir. Pero estoy seguro que es la mujer que realmente amo- él la miro a los ojos con cara de perrito enamorado, al igual que ella. No recordaba que mi padre hubiese mirado a Coco de esa manera, nunca lo hizo. Estaba encantada con eso, él volvía a ser feliz, era mucho decir, mi madre estaría muy contenta de verlo así, continuando su vida.- ¡Mía di algo!

-¿Qué voy a decir? Estoy feliz por ustedes- me levanté del suelo y los abracé. Y ahora estaba a punto de cagar esa felicidad- Yo… yo ta… también tengo algo que decirles y… no es sencillo.- Ambos me miraron preocupados.

-¿Qué sucede cariño?- ¡Dios! Me sentía como… una cucaracha. Ellos estaban sumamente felices con su relación y ahí estaba yo, arruinando miserablemente ese lindo momento.

-Es… difícil, y… tengo que decir, que realmente lo siento, no fue mi intención… la verdad me hubiese gustado que ocurriera en otro momento pero… no pude evitarlo, bueno sí que pude, pero se salió de mis manos, y les juro que no quise defraudar a nadie, ni complicarle a nadie las cosas- no me había dado cuenta que estaba llorando hasta que sentí los brazos de Lulú, y mi llanto fue más audible. Las hormonas hacían fiesta en mi cuerpo, incluso lloré como tonta casi todo el viaje a E.U.

-Shh, shh… todo estará bien linda- me susurraba Lulú en el oído para calmarme.- Aquí estaremos siempre para ti, me oyes, sea lo que sea lo resolveremos juntos- seguía diciendo ella. Luego de un rato pude calmarme. Mi padre me miraba confundido mientras Lulú se había sentado en el piso conmigo y me estaba acariciando la espalda, no tenía fuerzas realmente, no quería romperle el corazón a mi padre, ni a Lulú, que tan bien me había cuidado y enseñado las cosas que una chica debe saber, esa clase de conversaciones madre e hija, yo las tuve con ella. Cuando tuve mi primer novio, ella estuvo allí, y cuando me rompieron el corazón también, me sentía fatal por haberla decepcionado.

-¿Puedes decirnos que te pasa mía?- dijo mi madre arrodillándose delante de mí. Yo tomé aire y lo solté sin anestesia.

-Estoy… embaraza.- Vi claramente como Lulú cerraba los ojos, pero el va y ven de su mano en mi espalda no se detuvo, tal vez ella lo presentía, cualquiera en su lugar lo habría hecho. Mi padre tenía los ojos abiertos como platos, su respiración era forzosa y su cara se estaba poniendo roja. Esta molesto.

Pero antes que si quiera dijera algo le explique mi situación actual. Le conté lo bien que me la había pasado junto a Bastean y su familia, lo mucho que ellos me habían cuidado y protegido, le conté que Bastean me había pedido matrimonio incluso antes de quedar embarazada, que nos amábamos y él se responsabilizaría de todo, pero que ahora estábamos separados porque nos querían hacer daño. Le conté que él era un muchacho responsable y que se quedó con su familia para protegerlos a ellos, y que la decisión de regresa había sido mía, y que era lo mejor. Me disculpé una y otra vez, le dije que odiaba decepcionarlo, pero que amaba a mi bebé aun sin conocerlo, y que por nada del mundo lo abortaría o daría en adopción, incluso lo desafié a echarme de la casa. Pero él seguía mudo y con la mirada perdida, por lo menos ahora sabía que no estaba molesto sino procesando toda la información. Después de todo eso Lulú beso el lado izquierdo de mi cabeza y recostó la suya contra la mía. No podía soportar aquel silencio que se estaba tragando el lugar.

-Pa, se que estás molesto, pero quiero que sepas que respetaré cualquier decisión que tomé- él no me respondió. Sí, estaba completamente desilusionado, incluso tal vez no me perdonara. Suspiré y me puse de pié, pero cuando quise alejarme él se levantó de golpe, me aló por el brazo y me atrajo contra su pecho. Hacía mucho tiempo no lo veía llorar, ahora lo hacía.

-No estoy desilusionado cariño, eres una hija estupenda y siempre estaré agradecido con el cielo por ser como eres, estoy molesto, sí, pero conmigo mismo, solo por haberte dejado cuando más me necesitabas, tal vez si no hubiese pensado en mi mismo esto no hubiese pasado.- Yo me alejé un poco y limpie sus lágrimas mientras él limpiaba las mías.

-Ahora no debemos preocuparnos por lo que debió haber sido, sino por lo que será de ahora en adelante.- él se echó a reír de pronto. Gracias al cielo este drama duro menos de lo que imaginé. Odiaba que él se culpara por algo que fue 100% mi culpa y la de Bastean, pero bueno, no valía la pena buscar un culpable cuando había tanto que quería hacer.

-Bien, de ahora en adelante me prepararé para ser abuelo- me dio un abrazo y beso mi frente. Como siempre he dicho es mejor tomarse los momentos que no podemos remediar con diversión, se sobrelleva más fácil.

-¿Y en qué papel me encuentro yo?- Preguntó Lulú mientras le secaba sus mejillas y se levantaba del suelo.

-Sera su abuela te guste o no- dije riéndome de su seño fruncido, a nadie le gustaría ser abuela a los 29.

-Seré una abuela realmente sexy- esa misma frase se la había dicho Bastean a su madre, suspiré, realmente los echaba de menos, pero también me hacían falta estas personas.

-Ahora ¿pueden decirme porque esta todo empacado?- pregunté para cambiar el tema por uno más seguro.

-Ah, bueno, me transfirieron a Brookly para ser el presidente de la corporación, y tenemos que estar allí a finales de mes, así que ya tenemos incluso un apartamento increíble en la Ocean Avenue, tiene dos plantas, cuatro cuartos, lo que será perfecto porque el bebé podrá, tener su propia habitación. Ahora tenemos que encargarnos de comprar las cosas, también podemos comprarte cosas nuevas, y ropa, necesitaras ropa nueva…

Mi papá estaba hablando como loco de las cosas que haríamos y que necesitábamos o que deberíamos cambiar.

De una cosa estaba segura, era realmente un alivio para mí saber que contaba con el apoyo de la gente que amaba, tomando en cuenta que no había sido lo suficientemente responsable que digamos. La vida era realmente difícil, ahora se me complicaría un poco más.

Esa noche me tocó dormir en mi colchón, pero no estaba sola, le pedí a Lulú que durmiese conmigo esa noche.

Me dijo que una señora mayor se mostro interesada en comprar la casa para estudiantes y ella se encargaría de todo, me pareció genial. Por un lado nos iríamos de ese horrible pueblo, y por otro me ponía un poco nostálgica, después de todo yo había nacido y crecido allí, estaban enterrados en el cementerio local dos de las personas más importantes de mi vida, era imposible darle la espalda a todo mi pasado. Pero en Brooklyn estaba segura que comenzaría a construir un nuevo futuro, era perfecto para comenzar desde cero con una nueva familia, y otro integrante en camino, eso me tranquilizaba.

Sin embargo no podía cantar victoria sabiendo que a tan solo 28 horas se encontraban otras personas a las cuales había aprendido a querer se podían encontrar en peligro ahora mismo. Pero con mi recién renovada fe, quería creer que en el cielo había un Dios que todo lo mira, y se encargaría de que estuviesen a salvo, porque eran personas valiosas, que amaban a su gente y se preocupaban incluso del más humilde y pobre de todos ellos.

Me quedé dormida con el pensamiento de que mañana seria otro día, y en una semana estaría en mi nuevo hogar, con mi restaurada familia, viviendo una vida que siempre debí vivir, sin complicaciones y sobre todo con amor.

“Ojala Bastean estuviese aquí, para poder compartir mi alegría con él” pensé antes de caer pasivamente en los brazos de Morfeo.

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