Las dos semanas siguientes me la pasé súper paranoica. ¿Por qué? Pues imagínense estar en un lugar a la espera de que alguien desee quitarte del medio. Y definitivamente YO estaba en el medio de lo que parecía ser una guerra de poder. El sujeto que creo Game of Torne tenía que haber pasado por este castillo para poder inspirarse.
En cualquier caso, dejando a un lado mi paranoia, la pasé muy bien. De día paseaba con Bastean a caballo, charlaba con Lilly, jugaba con las pequeñas y un muy malcriado Sr. Moon, no es que antes no lo fuera, pero esas niñas harían que rodara, literalmente. En las tardes tomaba el té con la reina Evangeline y hablábamos sobre muchas cosas, en realidad me caía muy bien. Pero llegué a conocer su lado oscuro, por decirlo así, y hacia que te encogieras con respeto e incluso temor. Era una abogada fría y brutal, tal vez porque trataba con toda clase de casos, sin embargo con el tema del documento que involucraba a Marie Elizabeth con Bastean era mucho peor que eso. Casi había matado a su cuñado William por semejante bajeza, éste solo alegó hacerlo por el bien de Bastean, cuando todos estábamos enterados que era por el suyo propio. La reina había vociferado que él no tenia ningún derecho a realizar trámites legales y mucho menos involucrar a ninguno de sus hijos, el muy canalla dijo ser el padrino del muchacho, y en teoría tenia ciertos derechos, solo en el caso de faltar el rey, y aun así tenía a su madre, otra falla por parte de ese canalla. La reina había comenzado con todo el papeleo para impugnar dicho documento, demandar y hasta poner en prisión a su cuñado por “usar el nombre del rey en su beneficio” esto último descubierto recientemente por toda clase de abogados a la disposición de la reina, esta mujer era increíble.
Y por las noches iba a mi habitación para descansar o mejor dicho a esperar que todos durmieran para que Bastean se escabullera dentro de mis habitaciones. Pasábamos toda la noche acurrucados, hablando, haciendo bromas, y amándonos como si fuera el último día de nuestras vidas. Cuando estábamos juntos podíamos olvidarnos de todo, y todos. Podíamos ser nosotros mismos, sin disfraces, sin miramientos, solo dos corazones en busca de una razón por la cual latir. Por la mañana muy temprano, estando todavía oscuro él se levantaba, se aseguraba que no sintiera frio, besaba mi frente y se iba a su cuarto. ¿Cómo sentir frio cuando con solo mirarme me calentaba hasta la punta de mis pies? Solo había frio cuando permanecía mucho tiempo sin él, cosa que nos asegurábamos no pasara con mucha frecuencia.
En esas semanas mi padre llamó casi diario. Me reconfortaba saber que estaba cumpliendo su promesa de cambiar y cuidar de mí como siempre debió haber sido. También me dio la excelente noticia de que se estaba separando de Coco, descubrió gracias a Lulú que la bruja mayor estaba robándole el dinero de los chicos de la residencia, que no me trataba “como una hija” sino “como una esclava” eso lo enfureció aun más. Peter estaba enojado por no seguir “con la gallinita de los huevos de oro” Coco no tenía ni un centavo, eso equivalía a dejar los tantos lujos que disponía gracias al descuido de mi padre y al abuso de su madre, obviamente no le agradaba la idea tanto como a mí. En cuanto a Phill estaba un poco triste, porque él en realidad me quería. El padre del niño le ofreció irse a vivir juntos y el pequeño aceptó. Mi padre le aseguró que podía ir a vernos cuando él quisiera, eso era fantástico.
Además de todo esto me envió un poco de dinero para que comprara lo que quisiera. Yo había traído mis ahorros y bueno… Bastean no me dejaba gastar nada porque todo lo que me parecía lindo él en seguida lo compraba. En parte me sentía algo avergonzada, incluso insistí muchísimas veces que me dejara brindarle, pero el muy testarudo se negó rotundamente, bien, se salvaba porque estaba forrado de billetes, de lo contrario ni muerta aceptaría algo como eso. Lo primero que mentalice fue “no quiero que sus padres piensen que soy una caza fortunas” ¿Por qué los ricachones tienden a pensar que todo el mundo los busca por su dinero? Está bien, no me respondan a eso, sé que tienen razón, pero aun si alguien quiere ser su amigo por ellos mismos creen que le harán lo mismo que muchos otros le hicieron a otros pobres desafortunados.
Era Martes, un día excepcionalmente brillante, y hermoso. Los rayos del sol me daban la cara, con un gruñido me metí entre las cobijas, de un tirón me las quitaron de la cara, proteste, pero otra vez me las quitaban.
-¡Déjame en paz!- gruñí. Sentí hundirse la cama a mí alrededor, yo estaba boca abajo y me sentí aprisionada a los costados, con desgana abrí un ojo y giré la cabeza para ver al rufián que osaba interrumpir mi sueño. Bastean estaba detrás de mí casi sobre mi espalda y me miraba con esos hermosos ojos que hacían que mis rodillas temblaran, y su sonrisa de suficiencia que me hacía perder la razón, pero eso no justificaba que me despertara. Intente rodar para quedar de frente a él pero no me dejo, en vez de eso se acerco aun más y comenzó a besar mi cuello, ¡malvado hombre!
-¿Qué haces?- reí al sentir su aliento en mi cuello, otras mujeres se estremecerían o algo así, pero a mí me daba cosquillas, y él lo sabía.
-Dándote los buenos días- dije en mi oído. Era como el ronroneo de un felino, definitivamente cautivador, y él no sabía que efectos provocaban en mí. Recuerdos de la noche anterior pasaron por mi cabeza, y la noche anterior, y la anterior a esa. Y si seguía así no saldría de la cama. Siguió besándome el cuelo y comenzó a quitarme la cobija otra vez, pero en esta ocasión fue más delicado, la tela me acaricio la espalda, al igual que sus labios.- ¿Sabes que amo tu tatuaje?- con eso dio pequeños besos como delineando las alas, por mis omoplatos y luego de regreso. Estaba borracha de él, y como un alcohólico no podía contenerme. Rápidamente me di la vuela y lo atraje hacia mí en un voraz bezo que segaba mis sentidos, solos Bastean y yo, sin nada más que nuestro amor en ese momento.
Y dos horas después aun seguíamos en mi cama… lo sospeche desde un principio.
Él se había quedado dormido boca arriba con la cabeza ladeada hacia la derecha, sus largas pestañas hacían sombra sobre sus mejillas, y su barba de algunos días era tan sexy. Se veía tan tranquilo y dulce, hasta vulnerable. No podía creer que lo amara de la manera en que lo hacía, y eso me asustaba. Esa pe… muchacha Marie Zorrabeth estaba empañando mi alegría, y cada día que pasaba intentaba ocupar mi lugar. JA! Si era mojigata tuviera una idea de donde me encontraba le daría un infarto.
Me deslicé más cerca de Bastean, respiré su aroma masculino y algo picante, que por cierto me encantaba. Rodee hasta su espalda poniéndome en la misma posición en la que él me había despertado. Bese sus mejillas, y picaba por su barba, él sonrió, pero no se movió, ¿con que a esas quería jugar no? Comencé a hacerle cosquillas y comenzó a retorcerse, me hizo cosquillas él también, nos enredamos tan locamente con las sabanas que terminamos cállenlo al suelo. Gracias al cielo no nos golpeamos pero sí que nuestras risas llegaron hasta las cocinas, porque de pronto la madre de Bastean Evangeline estaba viniendo por la salita y detrás de ella Lilly, al vernos la mujer que estaba elegantemente vestida con un traje formal azul marino corrió y le tapo los ojos a Lilly que estaba sonrojada hasta las orejas y estaba riéndose como tonta.
-Lilliam vete- la empujo su madre. Esta salió corriendo riéndose más alto como una desquiciada- No voy a preguntar lo que pasa porque ya los veo – luego carraspeo, ok, eso era tan incomodo para ella como para nosotros- Tengo que ir al despacho por una papeles y a arreglar todo para exponer el caso del documento matrimonial, llegaré a eso de las 4 de la tarde sino antes, y chicos… tenemos niños en casa, compórtense.
-Claro mami- dijo Bastean sonriéndole a su madre. Yo tenía escondida mi cabeza detrás de Bastean, ¡Qué vergüenza!
-¡Dios mío eres incorregible Bastean! –dijo exasperada su madre y salió de la habitación.
Después de ese realmente bochornoso episodio de “Nos cacharon” Él fue hasta el sillón donde habían aterrizado sus jean y se los puso, yo por mi parte me quede embelesada mirando su hermosa y dorada espalda. Antes había notado que tenía una marca de nacimiento en hombro derecho, o eso creía yo que era. Una marca muy clara en forma de estrella.
-¿Bastean?
-¿Si? – volteo él y me miro que estaba tendida en la cama otra vez.
-Eso que tienes en el hombro es una marca de nacimiento ¿cierto?- en seguida se puso tenso.
-No.
-Oh, ¿y qué es?- pregunte curiosa.
-Una cicatriz, pero no es de importancia- al instante comprobé que si lo era. Tome una de las sabanas, la enrolle sobre mi cuerpo y fui hasta él que me daba la espalda mientras se ajustaba el cinturón.
-¿Sabes que puedes confiar en mí verdad? – lo abracé por detrás y recargue mi frente contra su espalda, él me tomaba de las manos sobre su abdomen.
-Lo sé, pero no tiene importancia, fue hace mucho- Ok, era todo lo que él me diría, de eso estaba segura, instintivamente me puse de puntillas y bese su cicatriz, a pesar de ser casi imperceptible aun sentía curiosidad.
-Bien, ¿ahora puedes decirme porque viniste a despertarme?- Dije mientras me acercaba al closet sacaba unos jean ajustados grises, una blusa larga color blanca con rayas horizontales rojas y negras, aproveché la ocasión de sacar mi nuevo par de convers que no había estrenado pues no sabía si era o no correcto usarlas para tomar el té con la reina. Me vestí rápidamente mientras escuchaba a Bastean hablar.
-Bajaremos hasta Devonshire iremos de compras, desde que llegamos hemos estado todo el tiempo aquí encerrados y me gustaría mostrártela.
-Me encantaría- dije muy animada, la verdad aun no conocía todo el castillo, que era enorme, pero ir a conocer un pueblo tan pintoresco como aquel se me hacia alucinante. Fui hasta la peinadora que estaba detrás de Bastean, y al pasar le robe un beso, él se rió y me dio espacio. Busque mi pequeño bolso de paseo negro y el estuche de mi cámara fotográfica. A pesar de haber tenido ese maldito trabajo de medio tiempo, había ahorrado lo suficiente como para comprar una Canon Zoom Lens 3F-2. Esa cámara era excelente. Me encantaba tomar fotos, era uno de mis pasatiempos favoritos, al cual tenía un poco olvidado gracias a cierto rubio hermoso de ojos verdes. Al igual que tocar mi guitarra y escribir cursis canciones sobre amores imposibles. Destape el estuche y saque la cámara, quite la yapa y ajuste el lente. Bastean estaba mirando su celular, ajuste el flash y disparé. Él se asustó, y comencé a reír.
-Es linda – dijo señalando la cámara- no sabía que tenias una profesional.
-Sí, ahorre mucho para comprarla, ahora dame una linda sonrisa- enfoque d nuevo la imagen y él sonrió de esa manera tan picara suya. Era bastante fotogénico. Él era simplemente hermoso.
-¿Lista?
-Claro.
Salimos del castillo en el auto de Bastean, normalmente hubiera esperado un sequito enorme o guardaespaldas por doquier. Pero Bastean me había dicho que el pueblo era un lugar que conocía bien y todos lo conocían. En cambia si íbamos a la ciudad de Richmond sí tendríamos ese sequito que según él, yo quería nos persiguieran.
Tardamos unos 20 minutos antes de entrar al pueblo. Como recordaba todo parecía un cuento. Bastean estacionó un poco más adelante. Me dijo que Devonshire no tenía más de 600 habitantes, a decir verdad la población de Wraes Ville era más grande y todos se conocían. Visitamos un pequeño local en el que vendían toda clase de cosas, artesanías, bajillas, muñecas y camiones hechos d madera. No me resistí un minuto más y comencé a tomar foto de todo. Compre un camión azul rey que se parecía al color de mi auto y le pedí al anciano que me lo envolviera, sería un lindo regalo para Phill, pensé. También unas mantas hechas a mano, con hermosos colores, estaban dispuesta en la mesa siguiente, pero un juego de pulseras en extraños tonos plomos, plateados y blancos llamaron mi atención, en seguida las compre para Kate, le encantarían. A Cloe y Valery les compré una de esas bufandas que había visto anteriormente. Me gustaba mucho, incluso le puse una a bastean en color verde manzana, sus ojos resaltaban muchísimo y se veía gracioso, le tomé varias fotos y luego él me quito la cámara y nos tomamos una juntos.
También visitamos una pequeña librería, estaban sus paredes hasta el techo llenas de libros. Mis ojos casi se me salen. Él sabía que amaba los libros. Bastean quiso regalarme unos diez que me llamaron la atención, y a pesar de que yo solo pague tres, él compro los otros siete y me los regalo. Era tan terco como una mula, pero sabía que lo hacía para verme feliz.
Alrededor de las 3, estaba famélica. Nunca imagine que un pueblo como ese tendría un Pizza Hot y un Starbucks. Incluso un mini centro comercial con un McDonald. Bien… tal vez me deje llevar por la ilusión de antigüedad que daba el pueblo, y como buena amante de los libros históricos estaba fascinada, pero esa antigüedad era una encantadora cubierta para toda la novedad y tecnología que aplicaban a ese lugar. Ya había tomado dos capuchinos con crema batida, caramelo y chocolate cuando llegamos hasta una pequeña plaza.
Nos sentamos y descansamos de nuestra caminata. El viento soplaba algo frio, mis brazos se pusieron como piel de gallina y Bastean no dudo en quitarse su chaqueta ligera y dejármela sobre los hombros. Respiré hondo el perfume que llevaba la prenda, también el aire fresco y limpio de Vera. Los arboles se agitaban y se veían niños corriendo por las calles de piedra. Toda la gente que pasaba saludaba con una inclinación de cabeza a Bastean y de regreso a mí.
-Fue grandioso este día.- dije cuando ya estábamos regresando. Mi cámara se había llenado y estaba a punto de reventar. Nos detuvimos un minuto en un café muy pintoresco cerca del estacionamiento donde Bastean había dejado el auto, alivie mi vejiga, juro un minuto más y esto se hubiera puesto feo.
El crepúsculo estaba cubriendo el cielo cuando atravesamos las rejas principales. Y al salir del auto el frio se hizo presente. Ambos subimos a refrescarnos y prepararnos para la cena. Nos despedimos en las puertas de mi habitación y comenzamos con lo nuestro.
A decir verdad eso era casi rutinario, con la excepción del paseo al pueblo. Pero estar con Bastean era increíble. Madeleine no estaba por allí así que me quite de un tirón las botas y me lance sobre la cama a mira las imágenes recolectadas. Había una particularmente hermosa en la que Bastean me daba un beso en la mejilla cuando estábamos sentados en la orilla de una fuente en la plaza, el sol a nuestras espaldas daba sobre nosotros oscureciendo la imagen, pero se veía realmente bien. Otra en el restaurant Bastean hartándose de pizza, y otra más dándonos un tierno beso, esa definitivamente la colocaría en mi perfil.
Habíamos entrado a una tienda de variedades, tenían toda clase de cosas locas, hasta unos lentes en forma de huevos fritos, Bastean se los puso y yo unos con forma de nave espacial, la foto salió súper divertida, pero… ahora que la detallaba mejor había algo que llamo me atención. Le di zoom y ajuste al estante de preservativos que estaba detrás de mí. Del susto solté la cámara. ¿Cómo carajos me había acordado hasta ahora de eso? Puse mis manos sobre la cabeza, baje de la cama y comencé a caminar por la habitación.
¿Qué posibilidades tenia de que algo hubiese salido realmente mal? ¡TONTA!, me reprendí, ¡HABIA MUCHAS POSIBILIDADES!
-Oh por Dios- susurré- no, no… mierda…- mejor me olvidaba de eso y me preparaba para cenar, se hacía tarde… tal vez estaba comenzando de nuevo con mi paranoia, era imposible… yo… No, esas cosas no me podían pasar a mí, simplemente era muy descabellada la idea.
Me duche y trate de sacarme la idea de la cabeza. Me puse un lindo vestido verde agua que había comprado antes de venir a Vera, era sin tiros y la falda caía de manera elegante, no era formal pero se veía realmente bien, las zapatillas color plateado a juego eran muy lindas y cómodas. Como el día anterior me había planchado el cabello estaba muy liso, acomodé mi flequillo y usé un broche en forma de lazo, también en color verde agua. Me maquille, ok, estaba aprendiendo a maquillarme mejor gracias a Lilly, quien diría que una jovencita menor que yo me enseñaría a ser mas femenina, bien, ella era una princesa. Busque mi argollas plateadas, mis pulseras, y por supuesto la cadena que Bastean me había regalado.
Alguien toco la puerta y salí de la habitación. Bastean me estaba esperando en el pasillo y juntos comenzamos a bajar las escaleras.
-Titán espérame- grito la pequeña Cecile desde el pasillo. Iba vestida con un lindo vestidito rosa, medias blancas y zapatitos rosas, sus cabellos cortos eran tan lisos que me causaban envidia, tenía un cintillo con una flor en él, salió corriendo hasta la escalera y bajo los pocos escalones que llevábamos, estiro los brazos hacia su hermano y este la sostuvo. Bastean beso las mejillas de su hermanita y la niña comenzó a reírse. Algo dentro de mí se agitó. Ver la imagen de Bastean con la pequeña me hacían pensar en el claro problema que tenia de frente. Aunque no era una realidad estaba muy asustada, ¿Por qué rayos no nos habíamos cuidado? Y ahora después de estar dos semanas haciendo el amor con el hombre que más amaba en este mundo, recordaba el pequeño detalle, que ninguno de los dos usábamos preservativos. Bien, tenía que hablar con él sobre eso.
-¿Por qué te llaman titán?- pregunté. Tenía que alejar mi mente de nuestro imprudente descuido.
-Lilly me puso así cuando era pequeña- dijo dejando a Cecile en el suelo una vez en el vestíbulo. Me tomo de la mano y seguimos al pequeño huracán rosa que entraba en la sala y posteriormente al comedor.- Ella no sabía decir Bastean así que solo me decía Titán. Ahora todas ellas me dicen así.
-Creo recordar que le dijiste a Matt y Ty que no tenias sobrenombre- dije divertida.
-Sí, pero eso es algo entre ellas y yo. Además esos dos me harían bromas de por vida. No gracias.- antes de entrar lo detuve.
-Bastean, hay algo que quería comentarte ahmm… es algo vergonzoso pero creo que es importante…
-Chicos no vallan a hacerlo aquí en la sala se los agradezco- dijo una exasperada Lilly que caminaba hacia nosotros- ver a mi hermano una vez es suficiente. Y tú -señalándome- pensé que nunca lo harías con eso- señalando a su hermano.
-¿Quieres saber cómo mamá y papá te hicieron?- Ella grito y salió corriendo. Su broma no me agrado en lo absoluto, sentí como todo el color me dejaba, incluso me sentí mareada- ¿Estás bien?- pregunto Bastean alarmado, me sostuvo cerca. ¡NO! Quería gritar, no estaba nada bien.
-Sí – mentí- no es nada.
-¿Segura? Te vez pálida…
-Sí, sí, vamos a comer.
Una vez en la mesa tomé un trago del vino dulce que habían servido, me sentía realmente perturbada. ¿Cuándo había sido mi último periodo? Mañana tendría que llegar pero… ¿y si eso no pasaba? ¿Qué iba a hacer entonces? No sabía cómo ser madre, solo había cuidado al Sr. Moon, pero eso no contaba ¿o sí?
Sirvieron la sopa, una cosa extraña color rojo, pensé que era crema de tomates o algo así, pero la verdad no tenía mucho apetito, todo este tema me iba volverme loca, solo esperaba estar equivocada, ¡Oh Dios que este equivocada!
Como no toque la sopa se la llevaron y sirvieron un plato lleno, me pareció extraño porque normalmente disponían todo para que tomáramos lo que gustábamos, no le di importancia y probé la carne, que estaba en su punto, estaba deliciosa, también las patatas que estaba bañadas con una crema espesa, tenía un gusto dulce como el… maíz.
En seguida miré el asiento del frente que estaba ocupado por Bastean, que en ese momento se llevaba un bocado de la papa con la crema, y no era el primero.
-¡Bastean!- grité alarmada. Él me miró y luego comenzó a toser, y toser. Su rostro se estaba poniendo rojo. Miré a la reina que tenía los ojos como platos y hacía señas a los sirvientes para que ayudaran a Bastean. Él tomaba agua pero simplemente se estaba ahogando.
-Madre esto tiene salsa de maíz- grito Lilly que fue hacia su hermano, ya su madre estaba junto a él y otro sirvientes para subirlo a su habitación.- ¡Nana llama al doctor! ¡Ahora!- La señora Mesteer salió corriendo en seguida. Las dos pequeñas estaban agitadas. Tomé a Cecile en brazos que empezó a llorar desconsolada y Monique se me arreguindó en una pierna hasta que sus niñeras vinieron por ellas.
Yo salí corriendo escaleras arriba hasta la habitación de Bastean, pero dos guardias no me dejaron pasar.
-Por favor déjenme entrar necesito saber cómo está- grite desesperada, mis ojos se estaba llenando de lagrimas de dolor, mi pobre Bastean estaba muy enfermo y yo allí sin poder hacer nada.
-Lo sentimos señorita- dijo el guardia bigotón de ojos negros- nadie puede pasar. Comencé a protestar, y luego escuche el alboroto que venía del piso inferior. Un hombre barbudo, bajito y rechoncho venia a toda prisa por las escaleras seguido de otros dos hombres vestidos de batas blancas y maletines, supuse seria el doctor y sus paramédicos, y más atrás una llorosa señora Mesteer.
El corazón me martilleaba como loco, las lágrimas me segaban, quería hacer algo, pero sabía que todo lo que haría sería estorbar. Los tres hombres entraron a la habitación y yo me quede fuera. La nana se acerco hasta mí y me dio un cariñoso abrazo.
-Él niño Bastean se pondrá bueno otra vez, ya lo verá niña Mía- susurro la mujer mientras se secaba las lagrimas con un pañuelo bordado.
-Quiero verlo nana Mesteer, quiero ayudar- dije con voz entrecortada.
-Lo sé mi niña, pero lo que podemos hacer es rezar y tener fe. Ahora vamos a la cocina por un té de manzanilla para los nervios, esta será una larga noche.
En cualquier caso, dejando a un lado mi paranoia, la pasé muy bien. De día paseaba con Bastean a caballo, charlaba con Lilly, jugaba con las pequeñas y un muy malcriado Sr. Moon, no es que antes no lo fuera, pero esas niñas harían que rodara, literalmente. En las tardes tomaba el té con la reina Evangeline y hablábamos sobre muchas cosas, en realidad me caía muy bien. Pero llegué a conocer su lado oscuro, por decirlo así, y hacia que te encogieras con respeto e incluso temor. Era una abogada fría y brutal, tal vez porque trataba con toda clase de casos, sin embargo con el tema del documento que involucraba a Marie Elizabeth con Bastean era mucho peor que eso. Casi había matado a su cuñado William por semejante bajeza, éste solo alegó hacerlo por el bien de Bastean, cuando todos estábamos enterados que era por el suyo propio. La reina había vociferado que él no tenia ningún derecho a realizar trámites legales y mucho menos involucrar a ninguno de sus hijos, el muy canalla dijo ser el padrino del muchacho, y en teoría tenia ciertos derechos, solo en el caso de faltar el rey, y aun así tenía a su madre, otra falla por parte de ese canalla. La reina había comenzado con todo el papeleo para impugnar dicho documento, demandar y hasta poner en prisión a su cuñado por “usar el nombre del rey en su beneficio” esto último descubierto recientemente por toda clase de abogados a la disposición de la reina, esta mujer era increíble.
Y por las noches iba a mi habitación para descansar o mejor dicho a esperar que todos durmieran para que Bastean se escabullera dentro de mis habitaciones. Pasábamos toda la noche acurrucados, hablando, haciendo bromas, y amándonos como si fuera el último día de nuestras vidas. Cuando estábamos juntos podíamos olvidarnos de todo, y todos. Podíamos ser nosotros mismos, sin disfraces, sin miramientos, solo dos corazones en busca de una razón por la cual latir. Por la mañana muy temprano, estando todavía oscuro él se levantaba, se aseguraba que no sintiera frio, besaba mi frente y se iba a su cuarto. ¿Cómo sentir frio cuando con solo mirarme me calentaba hasta la punta de mis pies? Solo había frio cuando permanecía mucho tiempo sin él, cosa que nos asegurábamos no pasara con mucha frecuencia.
En esas semanas mi padre llamó casi diario. Me reconfortaba saber que estaba cumpliendo su promesa de cambiar y cuidar de mí como siempre debió haber sido. También me dio la excelente noticia de que se estaba separando de Coco, descubrió gracias a Lulú que la bruja mayor estaba robándole el dinero de los chicos de la residencia, que no me trataba “como una hija” sino “como una esclava” eso lo enfureció aun más. Peter estaba enojado por no seguir “con la gallinita de los huevos de oro” Coco no tenía ni un centavo, eso equivalía a dejar los tantos lujos que disponía gracias al descuido de mi padre y al abuso de su madre, obviamente no le agradaba la idea tanto como a mí. En cuanto a Phill estaba un poco triste, porque él en realidad me quería. El padre del niño le ofreció irse a vivir juntos y el pequeño aceptó. Mi padre le aseguró que podía ir a vernos cuando él quisiera, eso era fantástico.
Además de todo esto me envió un poco de dinero para que comprara lo que quisiera. Yo había traído mis ahorros y bueno… Bastean no me dejaba gastar nada porque todo lo que me parecía lindo él en seguida lo compraba. En parte me sentía algo avergonzada, incluso insistí muchísimas veces que me dejara brindarle, pero el muy testarudo se negó rotundamente, bien, se salvaba porque estaba forrado de billetes, de lo contrario ni muerta aceptaría algo como eso. Lo primero que mentalice fue “no quiero que sus padres piensen que soy una caza fortunas” ¿Por qué los ricachones tienden a pensar que todo el mundo los busca por su dinero? Está bien, no me respondan a eso, sé que tienen razón, pero aun si alguien quiere ser su amigo por ellos mismos creen que le harán lo mismo que muchos otros le hicieron a otros pobres desafortunados.
Era Martes, un día excepcionalmente brillante, y hermoso. Los rayos del sol me daban la cara, con un gruñido me metí entre las cobijas, de un tirón me las quitaron de la cara, proteste, pero otra vez me las quitaban.
-¡Déjame en paz!- gruñí. Sentí hundirse la cama a mí alrededor, yo estaba boca abajo y me sentí aprisionada a los costados, con desgana abrí un ojo y giré la cabeza para ver al rufián que osaba interrumpir mi sueño. Bastean estaba detrás de mí casi sobre mi espalda y me miraba con esos hermosos ojos que hacían que mis rodillas temblaran, y su sonrisa de suficiencia que me hacía perder la razón, pero eso no justificaba que me despertara. Intente rodar para quedar de frente a él pero no me dejo, en vez de eso se acerco aun más y comenzó a besar mi cuello, ¡malvado hombre!
-¿Qué haces?- reí al sentir su aliento en mi cuello, otras mujeres se estremecerían o algo así, pero a mí me daba cosquillas, y él lo sabía.
-Dándote los buenos días- dije en mi oído. Era como el ronroneo de un felino, definitivamente cautivador, y él no sabía que efectos provocaban en mí. Recuerdos de la noche anterior pasaron por mi cabeza, y la noche anterior, y la anterior a esa. Y si seguía así no saldría de la cama. Siguió besándome el cuelo y comenzó a quitarme la cobija otra vez, pero en esta ocasión fue más delicado, la tela me acaricio la espalda, al igual que sus labios.- ¿Sabes que amo tu tatuaje?- con eso dio pequeños besos como delineando las alas, por mis omoplatos y luego de regreso. Estaba borracha de él, y como un alcohólico no podía contenerme. Rápidamente me di la vuela y lo atraje hacia mí en un voraz bezo que segaba mis sentidos, solos Bastean y yo, sin nada más que nuestro amor en ese momento.
Y dos horas después aun seguíamos en mi cama… lo sospeche desde un principio.
Él se había quedado dormido boca arriba con la cabeza ladeada hacia la derecha, sus largas pestañas hacían sombra sobre sus mejillas, y su barba de algunos días era tan sexy. Se veía tan tranquilo y dulce, hasta vulnerable. No podía creer que lo amara de la manera en que lo hacía, y eso me asustaba. Esa pe… muchacha Marie Zorrabeth estaba empañando mi alegría, y cada día que pasaba intentaba ocupar mi lugar. JA! Si era mojigata tuviera una idea de donde me encontraba le daría un infarto.
Me deslicé más cerca de Bastean, respiré su aroma masculino y algo picante, que por cierto me encantaba. Rodee hasta su espalda poniéndome en la misma posición en la que él me había despertado. Bese sus mejillas, y picaba por su barba, él sonrió, pero no se movió, ¿con que a esas quería jugar no? Comencé a hacerle cosquillas y comenzó a retorcerse, me hizo cosquillas él también, nos enredamos tan locamente con las sabanas que terminamos cállenlo al suelo. Gracias al cielo no nos golpeamos pero sí que nuestras risas llegaron hasta las cocinas, porque de pronto la madre de Bastean Evangeline estaba viniendo por la salita y detrás de ella Lilly, al vernos la mujer que estaba elegantemente vestida con un traje formal azul marino corrió y le tapo los ojos a Lilly que estaba sonrojada hasta las orejas y estaba riéndose como tonta.
-Lilliam vete- la empujo su madre. Esta salió corriendo riéndose más alto como una desquiciada- No voy a preguntar lo que pasa porque ya los veo – luego carraspeo, ok, eso era tan incomodo para ella como para nosotros- Tengo que ir al despacho por una papeles y a arreglar todo para exponer el caso del documento matrimonial, llegaré a eso de las 4 de la tarde sino antes, y chicos… tenemos niños en casa, compórtense.
-Claro mami- dijo Bastean sonriéndole a su madre. Yo tenía escondida mi cabeza detrás de Bastean, ¡Qué vergüenza!
-¡Dios mío eres incorregible Bastean! –dijo exasperada su madre y salió de la habitación.
Después de ese realmente bochornoso episodio de “Nos cacharon” Él fue hasta el sillón donde habían aterrizado sus jean y se los puso, yo por mi parte me quede embelesada mirando su hermosa y dorada espalda. Antes había notado que tenía una marca de nacimiento en hombro derecho, o eso creía yo que era. Una marca muy clara en forma de estrella.
-¿Bastean?
-¿Si? – volteo él y me miro que estaba tendida en la cama otra vez.
-Eso que tienes en el hombro es una marca de nacimiento ¿cierto?- en seguida se puso tenso.
-No.
-Oh, ¿y qué es?- pregunte curiosa.
-Una cicatriz, pero no es de importancia- al instante comprobé que si lo era. Tome una de las sabanas, la enrolle sobre mi cuerpo y fui hasta él que me daba la espalda mientras se ajustaba el cinturón.
-¿Sabes que puedes confiar en mí verdad? – lo abracé por detrás y recargue mi frente contra su espalda, él me tomaba de las manos sobre su abdomen.
-Lo sé, pero no tiene importancia, fue hace mucho- Ok, era todo lo que él me diría, de eso estaba segura, instintivamente me puse de puntillas y bese su cicatriz, a pesar de ser casi imperceptible aun sentía curiosidad.
-Bien, ¿ahora puedes decirme porque viniste a despertarme?- Dije mientras me acercaba al closet sacaba unos jean ajustados grises, una blusa larga color blanca con rayas horizontales rojas y negras, aproveché la ocasión de sacar mi nuevo par de convers que no había estrenado pues no sabía si era o no correcto usarlas para tomar el té con la reina. Me vestí rápidamente mientras escuchaba a Bastean hablar.
-Bajaremos hasta Devonshire iremos de compras, desde que llegamos hemos estado todo el tiempo aquí encerrados y me gustaría mostrártela.
-Me encantaría- dije muy animada, la verdad aun no conocía todo el castillo, que era enorme, pero ir a conocer un pueblo tan pintoresco como aquel se me hacia alucinante. Fui hasta la peinadora que estaba detrás de Bastean, y al pasar le robe un beso, él se rió y me dio espacio. Busque mi pequeño bolso de paseo negro y el estuche de mi cámara fotográfica. A pesar de haber tenido ese maldito trabajo de medio tiempo, había ahorrado lo suficiente como para comprar una Canon Zoom Lens 3F-2. Esa cámara era excelente. Me encantaba tomar fotos, era uno de mis pasatiempos favoritos, al cual tenía un poco olvidado gracias a cierto rubio hermoso de ojos verdes. Al igual que tocar mi guitarra y escribir cursis canciones sobre amores imposibles. Destape el estuche y saque la cámara, quite la yapa y ajuste el lente. Bastean estaba mirando su celular, ajuste el flash y disparé. Él se asustó, y comencé a reír.
-Es linda – dijo señalando la cámara- no sabía que tenias una profesional.
-Sí, ahorre mucho para comprarla, ahora dame una linda sonrisa- enfoque d nuevo la imagen y él sonrió de esa manera tan picara suya. Era bastante fotogénico. Él era simplemente hermoso.
-¿Lista?
-Claro.
Salimos del castillo en el auto de Bastean, normalmente hubiera esperado un sequito enorme o guardaespaldas por doquier. Pero Bastean me había dicho que el pueblo era un lugar que conocía bien y todos lo conocían. En cambia si íbamos a la ciudad de Richmond sí tendríamos ese sequito que según él, yo quería nos persiguieran.
Tardamos unos 20 minutos antes de entrar al pueblo. Como recordaba todo parecía un cuento. Bastean estacionó un poco más adelante. Me dijo que Devonshire no tenía más de 600 habitantes, a decir verdad la población de Wraes Ville era más grande y todos se conocían. Visitamos un pequeño local en el que vendían toda clase de cosas, artesanías, bajillas, muñecas y camiones hechos d madera. No me resistí un minuto más y comencé a tomar foto de todo. Compre un camión azul rey que se parecía al color de mi auto y le pedí al anciano que me lo envolviera, sería un lindo regalo para Phill, pensé. También unas mantas hechas a mano, con hermosos colores, estaban dispuesta en la mesa siguiente, pero un juego de pulseras en extraños tonos plomos, plateados y blancos llamaron mi atención, en seguida las compre para Kate, le encantarían. A Cloe y Valery les compré una de esas bufandas que había visto anteriormente. Me gustaba mucho, incluso le puse una a bastean en color verde manzana, sus ojos resaltaban muchísimo y se veía gracioso, le tomé varias fotos y luego él me quito la cámara y nos tomamos una juntos.
También visitamos una pequeña librería, estaban sus paredes hasta el techo llenas de libros. Mis ojos casi se me salen. Él sabía que amaba los libros. Bastean quiso regalarme unos diez que me llamaron la atención, y a pesar de que yo solo pague tres, él compro los otros siete y me los regalo. Era tan terco como una mula, pero sabía que lo hacía para verme feliz.
Alrededor de las 3, estaba famélica. Nunca imagine que un pueblo como ese tendría un Pizza Hot y un Starbucks. Incluso un mini centro comercial con un McDonald. Bien… tal vez me deje llevar por la ilusión de antigüedad que daba el pueblo, y como buena amante de los libros históricos estaba fascinada, pero esa antigüedad era una encantadora cubierta para toda la novedad y tecnología que aplicaban a ese lugar. Ya había tomado dos capuchinos con crema batida, caramelo y chocolate cuando llegamos hasta una pequeña plaza.
Nos sentamos y descansamos de nuestra caminata. El viento soplaba algo frio, mis brazos se pusieron como piel de gallina y Bastean no dudo en quitarse su chaqueta ligera y dejármela sobre los hombros. Respiré hondo el perfume que llevaba la prenda, también el aire fresco y limpio de Vera. Los arboles se agitaban y se veían niños corriendo por las calles de piedra. Toda la gente que pasaba saludaba con una inclinación de cabeza a Bastean y de regreso a mí.
-Fue grandioso este día.- dije cuando ya estábamos regresando. Mi cámara se había llenado y estaba a punto de reventar. Nos detuvimos un minuto en un café muy pintoresco cerca del estacionamiento donde Bastean había dejado el auto, alivie mi vejiga, juro un minuto más y esto se hubiera puesto feo.
El crepúsculo estaba cubriendo el cielo cuando atravesamos las rejas principales. Y al salir del auto el frio se hizo presente. Ambos subimos a refrescarnos y prepararnos para la cena. Nos despedimos en las puertas de mi habitación y comenzamos con lo nuestro.
A decir verdad eso era casi rutinario, con la excepción del paseo al pueblo. Pero estar con Bastean era increíble. Madeleine no estaba por allí así que me quite de un tirón las botas y me lance sobre la cama a mira las imágenes recolectadas. Había una particularmente hermosa en la que Bastean me daba un beso en la mejilla cuando estábamos sentados en la orilla de una fuente en la plaza, el sol a nuestras espaldas daba sobre nosotros oscureciendo la imagen, pero se veía realmente bien. Otra en el restaurant Bastean hartándose de pizza, y otra más dándonos un tierno beso, esa definitivamente la colocaría en mi perfil.
Habíamos entrado a una tienda de variedades, tenían toda clase de cosas locas, hasta unos lentes en forma de huevos fritos, Bastean se los puso y yo unos con forma de nave espacial, la foto salió súper divertida, pero… ahora que la detallaba mejor había algo que llamo me atención. Le di zoom y ajuste al estante de preservativos que estaba detrás de mí. Del susto solté la cámara. ¿Cómo carajos me había acordado hasta ahora de eso? Puse mis manos sobre la cabeza, baje de la cama y comencé a caminar por la habitación.
¿Qué posibilidades tenia de que algo hubiese salido realmente mal? ¡TONTA!, me reprendí, ¡HABIA MUCHAS POSIBILIDADES!
-Oh por Dios- susurré- no, no… mierda…- mejor me olvidaba de eso y me preparaba para cenar, se hacía tarde… tal vez estaba comenzando de nuevo con mi paranoia, era imposible… yo… No, esas cosas no me podían pasar a mí, simplemente era muy descabellada la idea.
Me duche y trate de sacarme la idea de la cabeza. Me puse un lindo vestido verde agua que había comprado antes de venir a Vera, era sin tiros y la falda caía de manera elegante, no era formal pero se veía realmente bien, las zapatillas color plateado a juego eran muy lindas y cómodas. Como el día anterior me había planchado el cabello estaba muy liso, acomodé mi flequillo y usé un broche en forma de lazo, también en color verde agua. Me maquille, ok, estaba aprendiendo a maquillarme mejor gracias a Lilly, quien diría que una jovencita menor que yo me enseñaría a ser mas femenina, bien, ella era una princesa. Busque mi argollas plateadas, mis pulseras, y por supuesto la cadena que Bastean me había regalado.
Alguien toco la puerta y salí de la habitación. Bastean me estaba esperando en el pasillo y juntos comenzamos a bajar las escaleras.
-Titán espérame- grito la pequeña Cecile desde el pasillo. Iba vestida con un lindo vestidito rosa, medias blancas y zapatitos rosas, sus cabellos cortos eran tan lisos que me causaban envidia, tenía un cintillo con una flor en él, salió corriendo hasta la escalera y bajo los pocos escalones que llevábamos, estiro los brazos hacia su hermano y este la sostuvo. Bastean beso las mejillas de su hermanita y la niña comenzó a reírse. Algo dentro de mí se agitó. Ver la imagen de Bastean con la pequeña me hacían pensar en el claro problema que tenia de frente. Aunque no era una realidad estaba muy asustada, ¿Por qué rayos no nos habíamos cuidado? Y ahora después de estar dos semanas haciendo el amor con el hombre que más amaba en este mundo, recordaba el pequeño detalle, que ninguno de los dos usábamos preservativos. Bien, tenía que hablar con él sobre eso.
-¿Por qué te llaman titán?- pregunté. Tenía que alejar mi mente de nuestro imprudente descuido.
-Lilly me puso así cuando era pequeña- dijo dejando a Cecile en el suelo una vez en el vestíbulo. Me tomo de la mano y seguimos al pequeño huracán rosa que entraba en la sala y posteriormente al comedor.- Ella no sabía decir Bastean así que solo me decía Titán. Ahora todas ellas me dicen así.
-Creo recordar que le dijiste a Matt y Ty que no tenias sobrenombre- dije divertida.
-Sí, pero eso es algo entre ellas y yo. Además esos dos me harían bromas de por vida. No gracias.- antes de entrar lo detuve.
-Bastean, hay algo que quería comentarte ahmm… es algo vergonzoso pero creo que es importante…
-Chicos no vallan a hacerlo aquí en la sala se los agradezco- dijo una exasperada Lilly que caminaba hacia nosotros- ver a mi hermano una vez es suficiente. Y tú -señalándome- pensé que nunca lo harías con eso- señalando a su hermano.
-¿Quieres saber cómo mamá y papá te hicieron?- Ella grito y salió corriendo. Su broma no me agrado en lo absoluto, sentí como todo el color me dejaba, incluso me sentí mareada- ¿Estás bien?- pregunto Bastean alarmado, me sostuvo cerca. ¡NO! Quería gritar, no estaba nada bien.
-Sí – mentí- no es nada.
-¿Segura? Te vez pálida…
-Sí, sí, vamos a comer.
Una vez en la mesa tomé un trago del vino dulce que habían servido, me sentía realmente perturbada. ¿Cuándo había sido mi último periodo? Mañana tendría que llegar pero… ¿y si eso no pasaba? ¿Qué iba a hacer entonces? No sabía cómo ser madre, solo había cuidado al Sr. Moon, pero eso no contaba ¿o sí?
Sirvieron la sopa, una cosa extraña color rojo, pensé que era crema de tomates o algo así, pero la verdad no tenía mucho apetito, todo este tema me iba volverme loca, solo esperaba estar equivocada, ¡Oh Dios que este equivocada!
Como no toque la sopa se la llevaron y sirvieron un plato lleno, me pareció extraño porque normalmente disponían todo para que tomáramos lo que gustábamos, no le di importancia y probé la carne, que estaba en su punto, estaba deliciosa, también las patatas que estaba bañadas con una crema espesa, tenía un gusto dulce como el… maíz.
En seguida miré el asiento del frente que estaba ocupado por Bastean, que en ese momento se llevaba un bocado de la papa con la crema, y no era el primero.
-¡Bastean!- grité alarmada. Él me miró y luego comenzó a toser, y toser. Su rostro se estaba poniendo rojo. Miré a la reina que tenía los ojos como platos y hacía señas a los sirvientes para que ayudaran a Bastean. Él tomaba agua pero simplemente se estaba ahogando.
-Madre esto tiene salsa de maíz- grito Lilly que fue hacia su hermano, ya su madre estaba junto a él y otro sirvientes para subirlo a su habitación.- ¡Nana llama al doctor! ¡Ahora!- La señora Mesteer salió corriendo en seguida. Las dos pequeñas estaban agitadas. Tomé a Cecile en brazos que empezó a llorar desconsolada y Monique se me arreguindó en una pierna hasta que sus niñeras vinieron por ellas.
Yo salí corriendo escaleras arriba hasta la habitación de Bastean, pero dos guardias no me dejaron pasar.
-Por favor déjenme entrar necesito saber cómo está- grite desesperada, mis ojos se estaba llenando de lagrimas de dolor, mi pobre Bastean estaba muy enfermo y yo allí sin poder hacer nada.
-Lo sentimos señorita- dijo el guardia bigotón de ojos negros- nadie puede pasar. Comencé a protestar, y luego escuche el alboroto que venía del piso inferior. Un hombre barbudo, bajito y rechoncho venia a toda prisa por las escaleras seguido de otros dos hombres vestidos de batas blancas y maletines, supuse seria el doctor y sus paramédicos, y más atrás una llorosa señora Mesteer.
El corazón me martilleaba como loco, las lágrimas me segaban, quería hacer algo, pero sabía que todo lo que haría sería estorbar. Los tres hombres entraron a la habitación y yo me quede fuera. La nana se acerco hasta mí y me dio un cariñoso abrazo.
-Él niño Bastean se pondrá bueno otra vez, ya lo verá niña Mía- susurro la mujer mientras se secaba las lagrimas con un pañuelo bordado.
-Quiero verlo nana Mesteer, quiero ayudar- dije con voz entrecortada.
-Lo sé mi niña, pero lo que podemos hacer es rezar y tener fe. Ahora vamos a la cocina por un té de manzanilla para los nervios, esta será una larga noche.
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hola, me encanto tu blog, por eso decidí seguirte :). te dejo el mío así me decís tu opinión: makeyourlifeadreaam.blogspot.com saludos y mucha suerte con tu blog♥.
ResponderEliminar¡Que lindo blog! Me ha encantado!! te dejo el mío por si te quieres pasar http://nocheslargasytreslunas.blogspot.com/. Un abrazo :)
ResponderEliminarAwww!! graciias x esas palabras... me gustan sus bloggs ya me pase... (: igual XOXOXO
ResponderEliminarMeeee encanta, es muy interesante *----*
ResponderEliminarCuídate & pásate por mi blog :D
que estés bien :D
tienes un premio en blog, pásate ;-)
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