Esa mañana recibí dos grandiosas noticias: Bastean estaba mejor y me había llegado el periodo. Juro que nunca había estado más feliz por ello.
Me había quedado dormida en el salón principal. Me negaba rotundamente a dormir hasta que no tuviese noticias de Bastean. Pero Morfeo ganó la batalla y a eso de las 3 am me había quedado rendida. Luego a las 7am escuche gente en el vestíbulo y salí como alma que lleva al diablo, el doctor estaba dando indicaciones a las Sra. Mesteer sobre los cuidados que debía tener.
Más tarde yo me había ido a duchar y arreglar, ahora que mi príncipe estaba mejor podía respirar un poco más tranquila, pero hasta no verlo estaría inquieta.
Fui directo a su habitación donde seguían los guardias, pero esta vez me dejaron pasar. Al entrar noté que la habitación estaba muy poco iluminada, las cortinas corridas y un extraño olor impregnaba el ambiente. La reina Evangeline estaba sentada en una de los sillones individuales de la habitación. Su rostro se veia pálido y tenía ojeras de haber pasado la noche en vela. Eso me hizo recordar cuando mi madre se había quedado hasta muy tarde junto a mi cama mientras la fiebre menguaba. La reina podía ser un poco dura, pero poseía un corazón enorme. Estaba leyendo un periódico y tomando café cuando entre a la habitación de Bastean.
-Buenos días Mía- me sonrió ella.
-Buenos días -dije en voz baja- ¿Cómo se encuentra Bastean?
-La fiebre ah bajado y dejó de toser en cuando los doctores le inyectaron un antialérgico, pero esta débil, paso un noche horrible.
-Creo que todos lo hicimos.
-Tienes razón- asintió, dejo la taza y el periódico a un lado, se levantó, fue hasta el cuarto donde Bastean estaba, y luego fue a donde me encontraba- No quiero dejarlo pero tengo que trabajar, todo ese asunto del documento matrimonial va a volverme loca.
-¿Cómo va ese asunto? Bastean no me ah dicho nada sobre eso, permanece hermético. – Bien, si ella creía que iba a volverse loca tendría que ponerse en mis zapatos cinco minutos.
-Es más complicado de lo que pensaba. Tiene el sello real, lo que me hace estar seguro a William tomó el sello y lo coloco en el documento. Además dice que si Bastean y Marie Elizabeth no se casan todo lo que mi hijo posee pasara a mano de William. Ese perro desgraciado…- Ella me miró y se sonrojó- lo siento, pero estoy furiosa, ni siquiera sé cómo consiguió envolvernos a todos en esto. No solo se quedar con el dinero, incluso el trono de Vera, pero es la felicidad de mi hijo lo que me preocupa.
-¿Demandó a su cuñado? Es decir, todo esto es una trampa, incluso robo. – ¿Estaba haciendo recomendaciones a una abogada? Ok, estaba desesperada, en serio.
-Claro que sí, pero tal parece que se ah estado cuidando muy bien las espaldas. Cada papeleo es legítimo, o está muy bien falsificado.- ella puso sus manos sobre mis hombros y me sonrió para tranquilizarme- No te preocupes, haré todo lo posible para que Bastean sea libre de ese compromiso y William este pudriéndose en una celda.- yo asentí esperanzada, que más quería yo que todo regresara a la normalidad.- Ahora tengo que irme, duerme tu también un poco muchacha te veo cansada- yo asentí de nuevo, ella puso su mano en mi mejilla y luego se fue cerrando la puerta al salir.
Camine hasta el cuarto, tratando de no hacer ningún ruido. Estaban las cortinas corridas y todo estaba en penumbras, con excepción de la salita que estaba iluminada. Había una silla junto a la cama y me dirigí a ella. Todo lo que veía era un montículo de sabanas que subía ya bajaba acompasadamente.
Me senté y me recliné hacía delante para poder verle la cara a Bastean, pero como dije todo estaba oscuro. En la mesita de noche que tenia al lado estaba una lámpara que podía graduarse, había estado encendida tenuemente unas cuantas noches en las que me había quedado en esta misma habitación. Así que la encendí y baje la intensidad.
Bastean estaba totalmente dormido con la cabeza ladeada hacia donde yo estaba. Adoraba verlo dormir, su cabello normalmente dorado estaba obscurecido y se le pegaba a la frente por el sudor, sus mejillas estaban teñidas de rosado producto de la fiebre, y sus labios estaban rojos. Debajo de sus ojos había marcas moradas, el corazón se me encogió al verlo de esa manera tan vulnerable.
En la mesita de noche había una taza con agua helada, no la había notado hasta que encendí la lámpara. Dentro estaba un paño, supuse que la reina había pasado la noche colocándole ese paño para ayudar a bajar la fiebre. Tomé el paño, le quite el exceso de agua y muy despacio limpie la frente de Bastean, que ahora que lo veía mejor estaba perlada de sudor, mi pobre Bastean, pensé. Pasé al menos unos diez minutos repitiendo esa tarea, sus mejillas estaban menos rosadas, lo que quería decir que llegue justo en el momento en el que la fiebre estaba subiendo nuevamente.
Nunca consideré a Bastean como alguien débil, jamás. Al contrario, me parecía fuerte, valiente, siempre dispuesto a arriesgarse por otros. En este tiempo ambos habíamos juntos logramos crecer como personas. Él me lo había dicho hace unos días, cuando recorríamos el jardín en compañía de un cachorro de lobo llamado Kurro, no supe porque su nombre pero me reí como loca al escucharlo. Bastean me había dicho que yo lo había hecho ser mejor, sabía que exageraba, pero me pareció muy dulce que pensara eso. Dijo que antes de conocerme hubiese gritado como un loco, y dado órdenes a diestra y siniestra, incluso despedir a unos cuantos jóvenes de caballerizas solo por estar enojado al no encontrarme aquel día que como poseída salí corriendo, en fin, yo sabía que no se hubiese atrevido a hacer algo así, y él me aseguró que de no haberse convertido en otro definitivamente lo habría hecho. En cuando a mí, mis niveles de rebeldía descendieron drásticamente, además de que él hizo que la sonrisa regresara a mi rostro. Eso se lo agradecería eternamente, había olvidado como reír, como vivir las emociones intensamente, y sobre todo a confiar, a dejar el peso que llevaba sobre mis hombros a alguien durante un rato, o por lo menos a compartir ese peso. Me había enseñado el verdadero amor.
Bastean suspiro levemente en sueños y luego poco a poco fue abriendo sus parpados. Ahí estaba esas gemas verdes que amaba, él parecía confundido, hizo un esfuerzo por levantarse pero yo lo detuve.
-Hey, vuelve a descansar cariño- le dije tiernamente mientras él miraba a su alrededor desorientado.
-¿Qué sucedió? – preguntó él.
-Comiste maíz, y te dio una clase de crisis alérgica o algo así, te pusiste realmente mal, hasta hace poco tuviste fiebre, pero veo que estas mejor.
-Recuerdo… recuerdo comer las patatas y…- tenía el seño fruncido, estaba tratando de recordar lo que había sucedido.- luego comencé a toser, la cabeza me dio vueltas, recuerdo que me faltaba el aire, mucho alboroto… y luego a ti- me sonrió, a pesar de estar en las condiciones que estaba seguía siendo igual de perfecto para mí.
-Fue la peor noche de mi vida, y créeme han habido unas cuantas. ¿Cómo te sientes ahora? ¿Necesitas algo?- pregunté preocupada.
-De hecho, tengo algo de sed y me gustaría un baño, estoy empapado, ¿tan mal me puse?- Valla, para estar tan grave como se puso seguía teniendo ese afilado sentido del humor.
-Llamaré a la Sra. Mesteer para que te preparen el baño y te suban algo de tomar- cuando intente levantarme de la cama Bastean me sostuvo por la muñeca, aunque estaba tendido en la cama se había movido bastante rápido, era una buena señal.
-No te vayas, pídele a alguna de los guardias que están afuera que vallan por ella, pero quédate a mi lado.- ¡OH POR DIOOS! Juro que me derretí por completo, ¿Cómo decirle que no a eso? Antes pocas veces me había sentido útil o necesitada, con Bastean parecía ser normal, que ambos nos necesitáramos, como el aire para respirar. Era extraño que hasta ahora no me había percatado de ese sentido de pertenencia mutua… con él pertenecía a un lugar.
-Claro- fui corriendo hasta la puerta, y le indique al gran guardia rubio que estaba casi cabeceando, que llamara a la Sra. Mesteer y algo para de beber para el príncipe. El hombre se ruborizó al notar que lo había sorprendido casi durmiéndose, así que se fue a toda prisa. El otro también rubio y enorme seguía parado allí y alerta, pero la verdad era que había pasado toda la madrugada allí, en pie, de seguro estaba cansado y tenía hambre, pero eran hombres leales a su príncipe.
-¿Jules?- recordaba su nombre por un personaje de un libro, que de hecho se parecía mucho a él, quizás su madre había leído el mismo libro, pensé divertida.
-A sus ordenes señorita- dijo esté mirándome con sus ojos azules bastante cansados.
-El príncipe se encuentra mejor, y la Sra. Mesteer viene en camino, ¿Por qué usted y su compañero no toman un descanso? Ha sido una noche pesada.
-No podría señorita, mi deber es cuidar al joven príncipe, y más después de lo ocurrido- el hombre tenía razón, ahora que Bastean se encontrada débil era un blanco perfecto para la persona que había atentado contra su vida, y el primer sospechoso era William McDragon, ese bastardo no se encontraba en la ciudad, ¡claro! Era una muy buena cuartada, pero siempre se podía pagar a algún ingenuo para hacer el trabajo sucio.
-Esta bien, te propongo esto, cuando regrese tu compañero podrás ir a buscar otros guardias para que los releven, ya cumplieron su trabajo y excelentemente, pero en serio pienso que deberían descansar.
-Ella tiene razón- dijo Bastean quedadamente detrás de mí.
-¿Bastean que haces de pie? Deberías estar acostado.- lo reprendí quedadamente, estaba débil y no podía gritarle, estaba ligeramente encorvado y daba pasos sumamente lentos.
-Señorito la joven tiene razón, como usted mismo acaba de decir, déjeme ayudarlo a regresar a la cama- así Jules tomó a Bastean por debajo del brazo para que este se apoyara en él, lo dejo sentado en la cama, mi príncipe podía ser sumamente terco cuando quería.
-Deberías tomarte un descanso, yo estaré bien- le dijo Bastean a Jules una vez él hombre se hubo enderezado, a regañadientes éste aceptó.
Tan pronto Jules salió de la habitación, la Sra. Mesteer y un grupo de sirvientas entraron.
-Niño Bastean, gracias al cielo que se encuentra bien, no sabe lo que hemos rogado para que se mejorara, sobre todo la niña Mía que no pego un ojo sino hasta bien entrada la madrugada.- dijo la mujer que de inmediato comenzó a ordenar que retiraran las sabanas mojadas y colocaran unas limpias, a sacar algunos utensilios médicos, y el agua perfumada que impregnaba la habitación. Yo me sonrojé por lo que ella había dicho. Bastean me miro con el señor fruncido.
-¿No dormiste en toda la noche?- preguntó él y luego tosió un poco. No había notado que solo llevaba unos pantalones deportivos largos, solo eso. Su bien formado pecho estaba desnudo, estaba también rojo, y tenía marcas como arañazos. Sus brazos también tenían aruños, y definitivamente yo no se los había provocado, tal vez uno que otro en la espalda pero… Bien, me salí del tema.
-Eso no importa, ¿Por qué estar arañado?- dije mientras lo ayudaba a sentarse en la silla que anteriormente estaba ocupando. Las muchachas se movían rápido y otras entraban al baño. Tomé el vaso que llevó una de ellas y se lo tendí a Bastean, con la inútil esperanza que no retomáramos el tema de mi desvelo, él era muy perceptivo, y no dejaría pasar aquello.
-Cuando me intoxico con la comida la piel me hormiguea y me pica tanto que quisiera arrancármela, sobre todo cuando siento que me ahogo y el pecho me arde.- Bastean se estaba tocando el pecho, hasta sus manos estaban rojas, pobrecillo, por lo que debió haber pasado. Tomé sus manos entre las mías y las besé.
-Príncipe Bastean su baño está listo- anuncio una sirvienta muy bajita y con una barriga abultada. Me tensé al notar como pasaba su mano por ella de manera protectora. Yo me sentía sumamente aliviada por no tener que pasar por eso siendo aun tan joven, pero por otra parte al pensar en ello… era… decepcionante. Pero para eso habría tiempo, me dije a mi misma.
-Sisee ¿Cómo va todo?-preguntó Bastean a la muchacha.
-Muy bien señor, esperamos un niño para finales de diciembre.- dijo esta con una sonrisa radiante.
-Espero que se te parezca porque Jules no es tan simpático como tú- bromeó él. ¿Cómo era posible que esa fuera la esposa de Jules, ella era tan pequeña y el tan grandote? Pero no cabía duda que era muy linda, y Jules era realmente guapo.
-No diga eso señorito, mi esposo es realmente guapo y valiente- se rio ella.
-Está bien, acepto lo de valiente, es un gran hombre, pero lo de guapo tenemos que discutirlo- todos en el lugar se echaron a reír ante el comentario. Bastean era realmente cruel, de modo divertido.
-Yo me voy entonces para que estés tranquilo…
-No, no, quédate- dijo Bastean sosteniendo fuertemente mis manos.- No necesito nada más, gracias a todos. – la Sra. Mesteer me miro de manera picara y alentó a los demás a salir, escuché una que otra risita tonta por parte de las sirvientas, pero las ignoré, todo el castillo sabía lo que Bastean y yo hacíamos, no era un secreto, no después de que la reina nos descubriera infraganti.
Bastean se puso de pie y comenzó a andar hacia el baño adjunto. Todo era blanco, bañera, lava manos, marco del espejo, paredes, todo. No había terminado de apreciar el mármol del suelo cuando Bastean sin previo aviso se deshizo de sus pantalones, el rubor tiño mis mejillas, ¡ni siquiera llevaba ropa interior! Intente aclararme la garganta y miré hacia otro lado. Escuche un chapoteo lo que me decía que ya estaba dentro de la bañera.
-¿Qué sucede princesa, no me digas que sientes vergüenza al verme como Dios me trajo al mundo?- él se estaba riendo a carcajadas, bien, gracias al cielo estaba recuperado. Yo no dije nada, solo me quede allí mirando la pared que tenia al lado- ¿Es en serio? Mía…
-No digas nada, aun no me acostumbro a verte… ya sabes…- las mejillas me ardían. La verdad sí sentía vergüenza, incluso que él me viera aun me daba vergüenza, a pesar de todo lo que había pasado entre nosotros.
-Dilo, estoy desnudo, D-E-S-N-U-D-O estuve contigo, muchas veces, grandiosas veces, y aun te sonrojas, debo decir que me parece lindo, pero… mírame Mía- si pudiera ponerme más roja parecería un tomate. Me obligue a mi misma a no ser una cobarde, ¡por favor! Había pasado las últimas dos semanas con él, en una cama… si, sabrán que hacíamos. Sonrojada hasta los dedos de los pies lo miré. Estaba de lo más relajado en la bañera y cubierto de espuma. ¿Saben en que pensé? En un delicioso helado con crema… él en ese helado con crema. – Vez que no es tan difícil, normalmente siempre quieres verme…
-Lo haces sonar como si no fuera capaz de mantenerme la ropa puesta, o aun peor, como si usara una ropa de blindada- le dije divertida.
-Me gusta más la primera opción, pero a todas estas, algo te pasa, ¿puedo saber qué es?- tenía que hablar con él, tal vez resulto como yo esperaba, no había de que preocuparse, pero en mi interior sentía la necesidad de contárselo, además debíamos ser más cuidadosos en el futuro.
-No es… bueno, es algo por lo que estuve inquieta en estos días, pero todo está bien- le dije con calma.
-¿Puedo saber de qué se trata?- insistió, puso sus brazos fuera de la bañera y la barbilla apoyada en la orilla. Yo lentamente me deslicé hasta el suelo sobre la alfombra blanca, “él tiene derecho a saber que pasó, o mejor dicho lo que no pasó” dijo esa vocecita en mi cabeza, que tenía algún tiempo silenciosa, al parecer regreso por más.
-Hace unos días…- comencé- cuando fuimos al pueblo, ¿recuerdas la tienda de variedades a la que entramos? – Él asintió pero no dijo nada- tomé esa foto con los lentes divertidos. Estaba revisando las fotos cuando regresamos, y note… note que había un estante de… preservativos- tan solo la palabra me hacia enrojecer- detrás de nosotros, y eso me hizo recordar que no estábamos cuidándonos- los ojos se Bastean se pusieron como platos.
-Tú no… ¿no tomabas pastillas o algo así?
-¡Claro que no! -dije casi histérica- era virgen, obvio que no tomaba eso ¿no se te ocurrió?- me sentía algo ofendida, pero Bastean era hombre, ellos piensan que debemos tener todo bajo control, y claro el no sabe de mujeres, o por lo menos no internamente.
-¿Y estás…?- sentía el peso de su mirada sobre mí, yo tenía mis ojos puestos al frente, era un maldito libro abierto, y definitivamente no quería verlo, no sintiendo toda clase de sentimientos encontrados.
-No- fue todo lo que dije. Escuche un leve suspiro, de alivio seguro. ¿Y porque ahora me sentía… extraña? ¿Acaso había cambiado de opinión? ¿Qué hubiese pasado si aquella mañana no me hubiese levantado teniendo el periodo? ¿Qué había cambiado? Permanecimos un buen tiempo en medio de un silencio casi tétrico, pero para mí estaba bien, no quería hablar del tema, aun me parecía vergonzoso, y menos estando él desnudo en la bañera.
-¿En qué piensas?- pregunté una vez tuve la fuerza suficiente para mirarlo. Estaba con la cabeza recostada al espaldar de la bañera, miraba el techo con expresión distante, como pensativo.
-¿Estás segura? ¿Digo 100% segura?- Dijo él.
-Sí, bueno eso creo, esta mañana tuve mi periodo, como siempre, así que no pasa nada.
-Es extraño.
-¿Qué?- pregunté.
-Estaba imaginando como seria… ya sabes un bebé tuyo y mío. - ¿QUE? ¿Era en cerio? Ni siquiera mostraba síntomas de estar feliz de que no estuviera embarazada, más bien lucia decepcionado.
-También lo he pensado, pero no tendremos uno, no por ahora.- me levanté del suelo y fui hasta la puerta- Te dejaré solo ¿sí?, necesito ir a despejarme un rato. Volveré más tarde a ver como sigues.- él me miro durante un momento y luego asintió. Salí de allí sin ningún rumbo en realidad.
Estaba sentada en una de las bancas del jardín mirando hacia ningún lugar en específico cuando escuche unas pisadas que venían en dirección al arco hecho de enredaderas donde estaba ubicada la banca. En el techo del arco crecían rosas pequeñas que desprendían un agradable olor, casi relajante.
-¿Señorita?- preguntó una voz desde el pasillo que circundaba el arco de enredaderas. Una sonriente Sisee se estaba asomando y llevaba una sesta con margaritas en las manos- ¿Interrumpí?
-No, para nada- esta se acercó y comenzó a cortar algunas florecillas que crecían al pie del arco, eran moradas con motas blancas y muy pequeñas.- ¿Estas recogiendo flores?- ¿No era obvio? Pensé.
-Oh, sí- dijo ella poniéndose erguida nuevamente- su majestad me deja tomar todas las que quiera siempre y cuando prometa llevarle sus gardenias cada mañana.
-Eso es genial, tienes muchas- noté la canasta estaba hasta el tope- ¿Harás un arreglo o algo así?
-De hecho sí. Jules y yo tenemos nuestra casa a unos metros de aquí, y me gusta hacer arreglos para dárselos a mi madre o decorar la habitación de mi niña.
-Creí que tendrías un varón- eso había dicho ella.
-Sí- ella paso su mano por su redondo estomago. Sentí un leve escalofrío.- tengo una hija que tiene la misma edad que la princesita Cecile, de hecho son compañeras de juego.- Ahora que lo recordaba sí había visto una pequeña niña rubia de ojos cafés correr junto con la pequeña Ceci persiguiendo al pobre Sr. Moon, que siempre terminaba dentro de su maletín de viaje algo como “Llévame a casa” era para mí. Luego se me ocurrió algo. Sisee tenía experiencia con embarazos así que quien mejor que ella para ayudarme con mi dilema.
- Sisee, ¿puedo preguntarte algo? –Era ahora o nunca. Le hice señas para que se sentara a mi lado en la banca.
-Claro, dígame.- ella colocó la sesta en el suelo y se sentó a mi lado.
-Pero no debes decirle a nadie que te lo pregunté, sería vergonzoso, es algo de… chicas ya sabes.
-Por supuesto señorita, puede preguntarme lo que desee- Sisee era realmente joven, casi tendía la edad de Lulú.
-Sabes, yo perdí a mi mamá cuando era muy niñas y… esa conversación madre e hija la tuve con la muchacha que me cuidaba, es como una madre para mí pero, ella no tiene experiencia con hijos ni nada.
-La entiendo. Puede confiar en mí cualquier inquietud que tenga, además- dijo tomándome la mano- tengo una hija, así practico para cuando me llegue la hora de hacerlo con ella.- eso me hizo sentir un poco más cómoda.
- Sisee… como… como supiste que… ya sabes… estabas esperando un bebé- mis mejillas estaban sonrosadas. Pensó un momento y luego contestó. La verdad esperaba que ella me preguntara porque o si yo estaba preguntándolo por alguien en especifico, pero fue directa y sin rodeos.
-Al principio estaba muy cansada, pero en ese tiempo estaba trabajando muy duro. Con Clare sentí muchas ganas de dormir, y al despertarme estaba desorientada y mareada. No supe que estaba esperando sino hasta un mes después.
-¿Cómo? ¿Un mes entero?
-Así es, no podía saberlo cuando tenía dos semanas porque mi cuerpo aun no lo detectaba por decirlo así, bueno, eso dijo mi médico. Vi mi periodo estando embarazada, aunque no lo sabía, luego los síntomas se hicieron más notables, lloraba todo el tiempo y quería comer toda clase de cosas que se te puedan ocurrir. Me hice una prueba casera y salió positivo, luego la repetí en una clínica y efectivamente estaba esperando a Clare.
-¿Y con este?- estaba totalmente curiosa con el tema. Ok, el primer síntoma, ese de ver mi periodo, o sea, que podía estar embarazada en este mismo momento y no saberlo. ¡Dios! ¡Quería morir!
-Con este al principio fue casi idéntico. Pero creo que el cuerpo de una mujer sabe cuando algo no está como estuvo antes.
-Perdona la pregunta pero… planificaste tener a Clare, digo, claro tenia a Jules, pero…
-De hecho no- se quedo pensando y puso sus manos sobre la barbilla- Clare fue toda una sorpresa, la mejor de todas de hecho. Jules y yo solo teníamos unos cuantos meses de casados cuando supe que estaba embarazada, me sentía nerviosa, feliz, triste, todo junto, pero es normal. Incluso este pequeño – dijo pasándose la mano nuevamente por la barriga- fue otra sorpresa. La verdad considero que ellos llegan sin previo aviso, no es cuestión de planes. Aunque sí se puede hacer, se pierde la ilusión. ¿Ayude con algo?- preguntó
-La verdad mucho, en serio gracias y… no se lo comentes a nadie- ella asintió y luego se levanto, me hizo gracia que ella se tambaleara por su enorme vientre.
-Claro que no, pero… creo que usted debería comentarle al príncipe lo que le acabo de contar, no es mi intención ser metiche ni nada. Si usted confía en él, debería comentárselo.
-No pienses mal – me reí nerviosa- esta mañana me llegó mi periodo y…
-A mí me pasó señorita, aunque no todas somos iguales es mejor esperar, sabe.
-Sí, tienes razón, pero te juro que no sé qué hacer. Tener un bebé en estos momentos no es mi plan, quiero hacer tantas cosas y un bebé seria…
-¿Un estorbo?- preguntó ella.
-¡NO!, definitivamente no, pero no estoy lista, por los menos no ahora. Además Bastean quiere casarse y ese es otro problema, no quiero que se quede conmigo por causas que se escapan de nuestro control, aunque esto sí pudimos haberlo evitado, es demasiado tarde. Pero aun no sabemos si estoy o no en cinta así que por favor no comentes esto, ni siquiera con Jules.
-Nunca le he mentido a mi esposo, pero si él no pregunta no tengo por qué responder ¿cierto?- yo asentí enérgicamente- No se preocupe, sea cual sea el resultado de su preocupación, estoy segura que el príncipe Bastean estará a su lado pase lo que pase, es un joven responsable, y ah cambiado muchísimo, para mejor debo decir. Ahora- dijo dándome unas palmaditas en la rodilla y recogiendo su canasta se puse de pie- tengo que irme, y de nuevo, no se preocupe yo no diré ni una palabra.
-No sabes lo agradecida que estoy contigo Sisee.- dije sinceramente.
-No hay de qué. Pero como soy la única que sabe esto no tenga ninguna duda en venir a mí si necesita algo.
-Está bien- Sisee se fue por donde había llegado.
Ahora que me encontraba sola y sin nadie que me observara lleve mis manos a mi estomago plano. ¿Un bebé? No, no podía ser, pero si era así ¿Qué iba a hacer? Con todo este asunto del documento matrimonial de Bastean, él estando enfermo y alguien intentando lastimarlo, ¿Cómo podía decirle que aun seguía en la incertidumbre de saber si estaba o no embarazada? Cuando hacia al menos una hora le había dicho que no lo estaba. Por Dios, la cabeza iba a matarme, todo se estaba agolpando a mí alrededor y me asfixiaba. Con todo el dolor de mi corazón estaba considerando en ese momento, sentada bajo el arco del jardín regresar a casa. Con Bastean, por una vez en la vida me sentía a gusto, sentía que pertenecía al lugar donde él estaba conmigo, no una extraña, algo familiar y cálido al cual regresar, a sus brazos. Y ahora que todos esos inconvenientes se asomaban en un momento en el que necesitaba realmente estar con la cabeza despejada para pensar que haría si estaba esperando un bebé, un bebé de Bastean. ¿Si estaban tratando de atacar a Bastean, le harían daño a nuestro hijo si supieran de su existencia? Ni si quiera yo sabía eso. Pero tan solo pensarlo me hacía temblar, ¿Quién sería capaz de hacerle daño a una criatura que no tenía la culpa de absolutamente nada? Pero en esta vida al parecer el dinero y el poder cambiaban la mentalidad de muchos. Tenía que saber cuanto antes si estaba embarazada.
Con el corazón casi saliéndoseme del pecho corrí hacia las cocinas donde sabía que podía encontrar a Sisee, ella me ayudaría.
Efectivamente estaba ayudando a la enorme mujer Babara con el estofado, que olía extremadamente bien. Le hice señas para que fuera a mi encuentro. Como una salida mía al pueblo sería demasiado obvia, opté por enviarla a ella por uno de esos test de embarazo, tenía que salir de dudas ¡ya!
Una hora después yo estaba en mi habitación a la espera de que Sisee trajera la maldita prueba.
-Ya estoy aquí señorita- dijo entrando tan rápido como su pansa le permitió- vine tan rápido como puede, aquí esta lo que me pidió- tome de sus manos una bolsa que parecía de… ¿Donas?
-¿Donas?- pregunté. Ella encogió los hombros.
-Sentí antojos de unas donas rellenas de gelatina de limón y cubiertas de chocolate.
-Eso es…- en ese momento literalmente vi estrellitas. La cabeza me dio vueltas vertiginosamente- horrible- puse la mano sobre mi estomago agitado.
-Son deliciosas aquí tengo otras…
-¿Qué son deliciosas Sisee?- en ese momento Bastean entro a la habitación, al parecer estaba mucho mejor, se había puesto unos jean oscuros y una camiseta de algodón blanca, su cabello estaba desordenado y mojado. ¿Podía acaso verse más sexy? La respuesta era POR SUPUESTO QUE SÍ, aunque estaba enfermo seguía igual de hermoso.- ¿Van a decirme que tienes ahí?- dijo señalando la bolsa que tenía en mis manos ¡mierda!
-Nada- dijimos Sisee y yo al mismo tiempo.
-Son unas donas con gelatina de limón y chocolate señor- dijo Sisee- últimamente tengo antojos de comer esas cosas, ¿quiere?- yo puse mis ojos como platos ¿y dejar que Bastean viera el contenido de la bolsa? Ni muerta, pero al ver la cara d desagrado de Bastean quede más aliviada.
-Yo paso Siss- dijo él moviendo las manos en negación- ¿Mía bajaras a comer?- ¿Qué haría? Si me quedaba en la habitación y aparentaba sentir un dolor de estomago lo más probable sería que enviaran un doctor a revisarme y eso sería mucho peor, pero si bajaba corría estaba segura que perdería el valor que había tomado para hacerme la prueba, además, si me quedaba él se quedaría conmigo y eso ni loca.
-Claro- conteste sonriente- Gracias por ayudarme con la ropa Sisee- me acerque a ella y le susurre en el oído- Esconde eso que tienes ahí dentro de mi estuche de la laptop, segunda gaveta de la mesa de noche.- ella me miro confundida, pero asintió. Tendría que hacer esto después.
Una vez sentados a la mesa no podía probar bocado. Tenía tantas mariposas en el estomago que se me hacía imposible comer algo. Estaba tan asustada. Escuchamos las puertas de la antesala abrirse estrepitosamente dándole paso a una elegante reina Evangeline que tenía una cara ceñuda, caminó muy deprisa haciendo resonar sus tacones por todo el lugar. Repentinamente todos se quedaron callados, incluso las niñas que estaban discutiendo sobre el origen de la salsa color naranja que estaba en la mesa.
-Tengo noticias sobre el documento chicos, pero me temo que no son tan buenas.
MUERO!! O__O QUE NO SON BUENAS MORI!! AWW COMO DEJAS EL CAPITULO ASÍ POR DIOS!! QUE INTRIGA ESTARÁ EMBARAZADA!! OH PEOR COMO QUE NO SON TAN BUENAS COMO ME HACES ESTO XD TE MATE!!
ResponderEliminarJEJEJE ME GUSTO MUCHO EL CAPITULO SOBRE TODO:
No había terminado de apreciar el mármol del suelo cuando Bastean sin previo aviso se deshizo de sus pantalones, el rubor tiño mis mejillas, ¡ni siquiera llevaba ropa interior! Intente aclararme la garganta y miré hacia otro lado. Escuche un chapoteo lo que me decía que ya estaba dentro de la bañera.
-¿Qué sucede princesa, no me digas que sientes vergüenza al verme como Dios me trajo al mundo?- él se estaba riendo a carcajadas, bien, gracias al cielo estaba recuperado. Yo no dije nada, solo me quede allí mirando la pared que tenia al lado- ¿Es en serio? Mía…
-No digas nada, aun no me acostumbro a verte… ya sabes…- las mejillas me ardían. La verdad sí sentía vergüenza, incluso que él me viera aun me daba vergüenza, a pesar de todo lo que había pasado entre nosotros.
-Dilo, estoy desnudo, D-E-S-N-U-D-O estuve contigo, muchas veces, grandiosas veces, y aun te sonrojas, debo decir que me parece lindo, pero… mírame Mía- si pudiera ponerme más roja parecería un tomate. Me obligue a mi misma a no ser una cobarde, ¡por favor! Había pasado las últimas dos semanas con él, en una cama… si, sabrán que hacíamos. Sonrojada hasta los dedos de los pies lo miré. Estaba de lo más relajado en la bañera y cubierto de espuma. ¿Saben en que pensé? En un delicioso helado con crema… él en ese helado con crema. – Vez que no es tan difícil, normalmente siempre quieres verme…
-Lo haces sonar como si no fuera capaz de mantenerme la ropa puesta, o aun peor, como si usara una ropa de blindada- le dije divertida.
-Me gusta más la primera opción-
JAJAJAJAJ ME ENCANTO XD BASTEAN ES LO MAXIMO
PUBLIQUE EL 5 CAPITULO DE
http://laura-quilandclariestoryoflove.blogspot.com
Se nota que le pones una gran dedicacion a tu trabajo (: Muy lindo.
ResponderEliminarTe sigo, y te espero por el mio.
Un beso ♥
http://gritandomuda.blogspot.com