Personas que leen :D

jueves, 23 de febrero de 2012

A mis queridos seguidores

Primero quiero agradecer(otra vez) a todos los que se han tomado unos minutos de su tiempo para leer mi historia, a los que siguen la 2da parte, MIL GRACIAS :D
Ahora estoy trabajando en otras historias que espero también sean de su agrado...
Aquí les dejo este link
http://mandymavellife.blogspot.com/
Donde les voy a hablar de cosas comunes, desde mi punto de vista claro está, estaré informando sobre mis trabajos, los blogs sobre ellos, y muchas cosas más. siganme que yo los sigo, Ja! estoy como en twitter. Tambien siganme por allí pues!! Mandy_Mavel :)


Graciias... nos estamos... escribiendo :D :D

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Entre Caballos y Coronas

Hola a todos :D Estoy super contenta de haber terminado ya con esta hermosa historia ¿Pero quien dijo que esto termina aqui? Bueno... aqui les dejo el link del Blogg de la nueva novela.

En la 1ra novela conocimos a la adorable Lilly McDragon, una chica dulce y un poco indisciplinada. Ahora, cuatro años después, es una joven apasionada por la vida, la naturaleza y claro la moda. Su meta es ser una veterinaria excelente, pero hay muchas dificultades en su camino... acompáñala en su historia y conoce lo que existe Entre Caballos y Coronas (:


http://entrecaballosycoronas.blogspot.com/


Gracias a todos por el apoyo, los espero en el siguiente blog un besotee *.* cuídense :D

by: Mandy :)

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Hello (:




Les quiero contar que la hermosisima, Mandy está escribiendo la segunda parte de la historia para todas (os) aquellos que siguen está historia (:

sábado, 19 de noviembre de 2011

Epilogo Final

Estados Unidos. Washington. Comunidad de Wraes Ville. 4años después.
Estaba sentada junto a la tumba de Paul. El viento soplaba fresco y los rayos del sol besaban mi rostro. Amaba regresar, aunque en un tiempo desee escapar con todas mis fuerzas, la sensación de familiaridad era absoluta.

En los últimos años las cosas habían cambiado mucho. Bastean y yo habíamos comprado una casa cerca del departamento de mi padre. Era grande, de dos pisos y con un jardín amplio, en el que habíamos construido unos juegos infantiles para Sarah. Yo recientemente me había graduado como licenciada en artes en la universidad local, uno de los mejores promedios y varias ofertas de trabajo. Bastean había ascendido rápidamente y era la mano derecha de mi padre en sus negocios, no solo eso sino que las relaciones con el mercado de Vera era bastante lucrativas, y Bastean como príncipe y conocedor de todo lo que al país se refería hacían progresos cada día más grande en la industria.

Mis amigos Kate y Matt se casarían al final del verano. Cloe y Sam, bueno de esos dos nunca lo esperé, pero se había casado hacia poco, ambos contadores y mis mejores vecinos. Valery había regresado a Portugal luego de graduarse y tenía una relación con un sujeto muy parecido a Cristiano Ronaldo. Ty… bien… Tyler tenía un novio, y se habían mudado a Phoenix hacia más de dos años.

Aunque supuse que nuestros destinos algún día se separarían siempre hacíamos lo posible para reunirnos en las festividades.

Mi padre y Lulú habían tenido unos gemelos ahora de dos años. Camile y Christopher eran dos criaturas encantadoras, aunque ruidosas como ellos solos. Él era el mismo hombre que una vez fue, feliz, activo y rebosante de vida. Lulú lo llenaba de amor y juntos formaban una hermosa familia. Aunque es extraños que mis hermanitos sean menores que mi hija.

Sarah era la niña más curiosa e inteligente que había visto. Ahora estaba tomando su propia personalidad y le gustaba saberlo todo. Bastean y yo hacíamos lo posible para seguirle el ritmo de sus conversaciones, pero ella simplemente te volvía loco, en el mejor de los sentidos. Su pequeño rostro había dejado de ser el de una bebé para dejar paso a una niña hermosa, aunque lo diga yo misma.

-¡Mami mira!- grito señalando las burbujas que Bastean soplaba para ella. Con su pequeño vestido rosado de flores y sus zapatillas blancas saltaba divertida para explotar las que lograba alcanzar. Tenía el cabello rubio corto y sus mejillas rosadas de correr. Hacía tiempo que Bastean y yo la traíamos a Wraes Ville para pasar algunos fines de semana. Le gustaba el cementerio tanto como a mí y sobre todo dejarle lazos en las ramas del árbol de Paul.

Algunas veces me preguntaba si él no se sentía solo, y cuando me lo decía quedaba anonadada con ella. Era ágil de mente, intuitiva al igual que su padre, la verdad me incomodaba a veces, pero adoraba su manera de ser. Inocente, llena de alegría. Siempre querría que se mantuviera sí, pero no podía alejarla del peligro, sino estar atenta, no podía encerrarla en una burbuja como con las que ahora jugaba. Obviamente era mi niñita y no quería que sufriera algún daño, pero somos espectadores en la vida de nuestros hijos, eso decía mi padre, no puedo evitarle dolor, pero puedo estar allí para cuando me necesite.

Bastean era un padre excelente. Jugaba con ella cuando estaba en casa, la ayudaba con sus deberes del preescolar cuando yo preparaba el almuerzo, y por las noches le leía un cuento hasta que ella se quedaba dormida con el Sr. Moon a los pies de la cama. Incluso la relación poco animosa de Bastean con mi gato había mejorado desde la llegada de Sarah. Al irnos a dormir nos abrazábamos hasta quedarnos dormidos, y despertábamos de nuevo en los brazos del otro.

Aunque algunos matrimonios adolecentes fracasaban ya sea por el estrés de la convivencia o por las presiones económicas era cuestión de conversar las cosas. Aunque Bastean y yo no hayamos tenido problemas con el dinero o esas cosas, habíamos discutido varias veces. Somos humanos, nos equivocamos, pedimos perdón y lo arreglamos, pero nuestro amor era más fuerte que cualquier discusión por saber quien tenía la razón y quien estaba en el error. Éramos diferentes en muchos aspectos, pero esas diferencias nos había unido más de lo que si quiera hubiésemos imaginado.

-Mami- grito de nuevo Sarah mientras subía con esfuerzo la colina. Bastean se levantó de la grama y subió detrás de ella- mira esto- me mostro una piedra lisa que tenia la extraña forma de un corazón.

-Es hermosa cariño- le dije mientras ella se sentaba en mi regazo.

-Papi dice que puedo llevarla a casa- Bastean me guiño un ojo y sonrío. Después de todo este tiempo una sonrisa o un gesto pícaro me hacían sonrojar. Lo amaba demasiado. Luego se sentó a mi lado y atrajo a Sarah con él.- Pero le dije que no lo haría.

-¿Por qué?- le pregunté confundida, ella me miró y vi como su pequeño rostro se iluminaba. No sabía hasta ese momento lo que mi esposo veía en mis ojos, pero era eso, luz, vida, amor. Eso reflejaba el color chocolate con rayos negros que tenía la mirada mi pequeña.

-Porque se lo dejaré a mi tío Paul- dijo ella sin más. El corazón casi se me sale del pecho al escucharla decir esas palabras. Aunque ni siquiera tuvo la oportunidad de conocerlo, me daba la impresión de que se sentía unida a él, de una manera que no sabría describir. Sarah amaba las flores, sobre todo las blancas y las rosadas, aunque yo odiaba el color, era parecía amarlo. Tomaba una de la entrada del cementerio y le dejaba sobre la tumba de mi madre, a veces hasta le daba un beso a su mano y la dejaba sobre la lapida, de la manera que me veía hacerlo. Como me hubiese gustado que hubiesen podido verla en vida, la amarían así como yo la amaba, en el fondo sabía que ellos la miraban y la protegían, como ángeles que eran. Una lágrima se deslizo por mi mejilla y me la saque antes de que ella me viera. Así como yo, era sumamente sensible y verme llorar solo la alteraría.

Bastean me miró, tomó mi mano y la beso. Ese pequeño gesto me hinchaba el corazón, tal vez hasta tres veces su tamaño en los últimos tiempos.

Ahora me sentía completa. Tenía una familia a la que amaba, bastante grande por cierto, amigos como hermanos, una carrera, un trabajo, un hogar. Lo siempre desee para mí.

Tal vez las cosas no sucedieron de la manera que yo esperaba, la vida nunca es como la planeas. Sin embargo tenía mucho que recorrer. Quería ver a mi hija ser feliz, ir a la universidad y convertirse en lo que ella deseara ser. Anhelaba envejecer junto a Bastean en algún pueblo de Vera, con sus pastizales enormes y un mar de posibilidades para nosotros.

No sabía que me deparaba el destino, y eso era divertido, porque era así como un libro sin final. Ahora no había miedo, ni inseguridades. Sabía que pasara lo que pasara iba a tener a toda clase de personas a mi lado, personas que deseaban lo mejor para mí.

Al mirar a Bastean conversar animadamente con una agitada Sarah me daba cuenta de que todo lo que pasamos nos trajo hasta este momento maravilloso. Juntos en un lugar que para mí era algo sagrado.

El mañana traía un aire dulce con el, esperanza, y grandes cosas por hacer. Es cierto cuando la gente menciona “Vive tu día como si fuera el último” nunca sabes cuando una mala jugada del destino puede golpear tu rostro y dejarte desorientado. Es importante decirle a los que amas cuanto significan para ti, quizás un “te quiero” o un “te extraño” pueden hacer la diferencia. Las lágrimas no son solo para llorar, sino para reír y disfrutar, un eterno recordatorio de que estamos vivos y que sentimos.

Ahora no me preocupaba tener un “felices para siempre”, porque este era “mi felices para siempre” Estar sentada allí con mi esposo y mi hija a la dulce espera de lo que la vida tenía para darnos.

FIN…

Capitulo 37

Sarah Amelie McDragon nació el 12 de Abril, a las 2.36 am.


La pequeña Sarah no se dejo ver en ninguna de las ecografías. No fue sino hasta el momento del nacimiento cuando supimos que sería una niñita. Tenía el cabello rubio como Bastean y ojitos obscuros. Era idéntica a él. Pero su color de ojos fue una novedad, porque todos los McDragon tenían ojos verdes, se hicieron bromas al respecto, algo sobre estado de ebriedad durante la concepción, y toda clase de hipótesis, al parecer olvidaron que yo le había heredado el color de ojos.

Recibirla fue toda una odisea.

Comíamos tranquilamente luego de haber pasado la mañana armando los últimos detalles para el cuarto que sería suyo. Bastean se pasó esa semana fastidiado y con mal estar. Yo tampoco me había sentido bien. Mi barriga era enorme y casi no podía ni caminar. Dormir era una travesía, me dolía la espalda y los pies, sin mencionar que teníamos su cuarto a medio acomodar por no saber que pintura escoger o que ropa comprar.

Mi padre y Lulú se casaron tres meses antes, por insistencia mía, y bueno… Insistí porque quería que fuese una boda doble. La ceremonia fue hermosa, sencilla y con los familiares más cercanos. Mis abuelos habían viajado para la ocasión, así como toda la familia McDragon, incluida la nana Greeley.

La tarde el 11 de Abril, Bastean estaba tenso y enfadado, no sabía porque, pero estaba inquieto. Yo estaba incomoda y él hacia todo lo que podía para hacerme sentir mejor y yo a él. Mis padres (ahora Lulú era mi madrastra y me gustaba llamarla mamá de vez en cuando) estaban en sus trabajos y ambos llegarían tarde. Le había pedido a Bastean que fuera por algunas cosas al centro comercial, el tráfico era horrible, el calor sofocante y tenía el vientre muy tenso. Estaba sola y casi entraba en colapso. Jenna había tenido ya a su bebé, un pequeño de cabellos oscuros y ojos azules, una criatura tan encantadora como escandalosa. Pero al parecer se las arreglaba bastante bien, en cuanto el pequeño Brandon no llorara. A eso de las 7pm Bastean me había llamado y dicho que su auto se había averiado y que lo remolcarían, que pronto llegaría a casa. Le dije que estaba bien, que no se preocupara, hasta que tranque el teléfono y todo se volvió mal. Rompí fuente en medio de la cocina, me asusté y lo llame de vuelta. Mi maldito celular se había quedado sin baterías. Con las piernas temblándome salí y toqué la puerta de Jenna que dormía a su bebé y al verme la cara era dijo de una.

-Es la hora- dijo con pánico. Ella gritó a Henry que me llevaran al hospital. Debo decir que a medida que pasaba el tiempo el dolor que tenía era horrible.

Y luego fue mucho peor…

Fue un progreso sumamente lento, doloroso y… HORRIBLE. Jenna se encargo de llamar a todo el mundo. El pobre Bastean llego dos horas después, porque había salido corriendo tan pronto recibió la llamada, mi padre fue a buscar a Lulú, Cloe y Valery fueron por Ty, llamaron a Kate y a Matt que querían ir a la ciudad, mis abuelo llegaron poco después que mis padres y toda la sala se volvió un caos… hasta que comencé a con los más dolorosos calambres de mi vida, y comencé a gritar. Del 1 al 10 diría que el dolor era un 10 cerrado.

Pero todo valió la pena cuando tuve en mis brazos a la pequeña Sarah. Quería un nombre que fuera lindo y que significara algo para mí. Ese era el nombre que tenia la madre de mi madre y el segundo nombre era el segundo nombre de mi madre. Me había pasado mucho tiempo pensando en nombre para niño y no tantos en nombres de niña, pero al verla supe que nombre tendría. Sarah Amelie.

Sus cabello parecían hebras de oro, su piel era rosada y suave. Era tan pequeña que me asustaba agarrarla mal o que pudiera lastimarla. Era perfecta. Tenía sus diez deditos de las manos y los pies, dos ojitos observadores, una naricita respingona como la de su padre y una boca pequeña, todo en un rostro hermoso. Evangeline una vez me preguntó si creía en el amor a primera vista, pues sí, ahora creía, porque fue como enamorarme de mi hija. Algo tan delicado y perfecto, que creaste con todo el amor del mundo era simplemente fascinante.

Cuando Bastean la sostuvo por primera vez, no sintió miedo como yo, él era un experto. Vi en su rostro el anhelo que sentía por la pequeña Sarah, no se comparaba con nada.

Dos días después pudimos llevarla a casa, y estaba contenta. Lulú y mi papá terminaron el cuarto de Sarah, y les dije explícitamente que no quería rosa en el cuarto. Bastean pidió a su madre ir a comprar ropa para la bebé y algunas otras cosas.

Los días pasaban y tenerla era maravilloso. Era sumamente tranquila, solo lloraba cuando tenía hambre o había que cambiarla. Le gustaba la hora del baño, dormía y comía cuando debía. Bastean estaba agradecido porque según él ni Monique, ni Cecile hicieron eso, que lloraban todo el día y la noche. Al igual que el pequeño Brandon.



Sarah tenía dos meses y era igual de tranquila que cuando nació. Yo estaba en la cocina preparándole su biberón mientras ella estaba en el portabebés mirando todo. Bastean trabajaba con mi padre, pero la hora del almuerzo la pasaba con nosotras.

-Llegué- dijo desde la puerta, justo a tiempo.

-Estoy en la cocina- dije alto.

-¡Hey hermosa!- entró, me dio un beso muy largo, y luego fue a tomar a Sarah. A diferencia de muchos hombre él quería hacerlo todo, quería alimentarla, cambiarla, bañarla, todo, algo sobre estar con ella todo el tiempo porque no lo estuvo hasta que yo tuve cinco meses de embarazo… ah… quizás era la culpa o algo así, aunque no fue su culpa. En fin, era de gran ayuda porque aunque era un angelito encargarme de todo no era fácil.

-Mira lo bella que estas hoy princesa – dijo Bastean besando la cabecita de Sarah- papá llegó a tiempo para darte tu biberón ¿no es cierto? – yo le entregue el alimento y fuimos hasta la sala. Yo quería comenzar a estudiar cuanto antes, ya no fotografía, quería ser maestra de artes, pero ella estaba muy pequeña todavía y no quería dejarla sola, así como Bastean, mi esposo, Sarah era como el aire, muy necesario para vivir. Él se sentía igual, muchas veces se lamentaba no estar todo el tiempo con ella, pero amaba su trabajo y no quería depender de nadie. Quizás algún día tuviéramos una casa para los tres, nos gustaba vivir con mi papá y Lulú, pero no era lo mismo.

-¿Cómo estuvo tu día? – preguntó él.

-Cansado. Estaba buscando un lugar en el que me proporcionaran las clases necesarias y al mismo tiempo que tuviera un lugar donde dejar a la bebé.

-¿Y cómo te fue?

-Genial- sonreí.- Compré algunos libros muy interesantes, busque información en una universidad que no queda tan lejos y estoy preparando todo para empezar en septiembre.

-¿Escuchaste eso Sarah? Mami ira a la escuela- le dijo Bastean a una pequeña Sarah que lo miraba con sus ojos oscuros muy abiertos. Parecía entender todo, y cuando fijaba la mirada mi corazón latía muy rápido, porque me recordaba la mirada curiosa de mi hermano, quizás piensen que estoy loca, pero había veces que miraba su rostro y veía el mío, otras en el que veía a Bastean, aunque los niños cambian mucho, otras tantas había visto el rostro de Paul, y no solo yo, sino mi padre había dicho lo mismo una vez. En esos momentos me hubiese gustado tomar mi auto y conducir hasta Wraes Ville, llevar a Sarah a ver a su tío y a su abuela, lo haría sí, pero cuando ella creciera y recordase quienes eran ellos y cuan importantes eran. Y sobre todo que la amaban desde donde ellos estaban.



Tener a mi pequeña en los brazos me daba una enorme sensación de paz, como si todo el mundo estuviese justo donde debía estar. Al llegar a casa me olvidaba de todo y solo quera estar con ella, cuidarla y jugar con ella.

Pero ahora que Mía era mi esposa, que ambos éramos lo bastante maduros para poner primero el bienestar de nuestra hija que del nuestro deseaba algo más. Me gustaba trabajar con mi suegro, era bueno en lo que hacía y ganaba suficiente dinero como para mantener cómodas a mis chicas, estaba planeando buscar una casa, aunque ella no lo supiera todavía, ese era mi plan. Últimamente me había vuelto más meticuloso y detallista, si hacía falta algo yo iba por el, si Mía o la niña necesitaban algo yo se lo buscaba, no me gustaba que Roger se encargase de mi familia, lo agradecía pero ellas eran mi responsabilidad.

Si miramos atrás había tenido que crecer muy rápido, casi me da vertido lo rápido que pasa el tiempo, pero las circunstancias te hacen fuerte, te hacen madurar. Convertirme en la cabeza de una familia era agotador, pero con grandes recompensas. Irme a la cama cada noche, sabiendo que en el día Mía había estado feliz, tranquila, con un techo que la cobijara y le brindara seguridad, que Sarah tuviese todo lo que necesitaba y más, sobre todo el amor que pudiéramos brindarle me hacia dormir con una sonrisa en la boca, aunque mi día hubiese marchado mal.

Al regresar a casa y verlas me hacia considerar el hecho de que casi las perdía a ambas. Que no hubiese visto la primera sonrisa de mi hija, o la cara de Mía cuando me sorprendía contemplándola mientras arrullaba a Sarah antes de dormir. Esas pequeñas cosas que muchos ignoran me hacían feliz. Seguía siendo el príncipe de Vera, había adquirido una responsabilidad con mi padre y mi país, pero mi lugar estaba aquí junto a ellas. Extrañaba con locura a mis hermanas y a mis padres, pero ellos estaban bien. Hablaba con ellos frecuentemente y chateaba con Lilly por las noches para asegurarme que todo estaba bien.

¿Me hubiese gustado cambiar en algo mi vida?... Tal vez.

Hubiera preferido que todo no sucediera tan rápido, sino con más calma. Pero la vida te hace correr y debes alcanzarla o te dejaba muy atrás.

Ya no era ese mismo muchacho loco y rebelde que había sido una vez, incluso mis hermanas habían tomado el mismo ejemplo, y no me estaba dando cuenta el daño que podía hacerles, yo era su héroe por decirlo de algún modo, su modelo al cual imitar. Desde que conocí a Mía ella me había cambiado, había sacado lo mejor de mí, que había estado escondido muy en el fondo. No hay mayor recompensa que cuando miras a los ojos te tu hija y vez en ellos reflejada la admiración, saber que lo estás haciendo bien. Quería ser el mejor esposo y padre… quería ser como mi padre. Porque lo admiraba, porque era una roca en el mayor de las tempestades. Era joven, y a veces estúpido, seguía aprendiendo. Sin embargo me sentía feliz de poder construir una vida con la mujer que me había creado a este nuevo Bastean.

Mía era el amor de mi vida… y esperaba que esto durara para siempre. Hasta que nuestras canas brillaran a la luz del sol.

Capitulo 36

Estados Unidos – Brooklyn – 3 Días después.

Era la tercera vez que me levantaba para ir al baño, en dos horas. Era frustrante. Estaba haciendo una solicitud para algunas de las universidades locales y mi vejiga no ayudaba mucho.

Aunque según mi doctora era normal. Había aumentado de peso, un poco, me dolían mis pechos, lo sé es mucha información, y mi vientre comenzaba a abultarse, estaba cambiando tanto por fuera como por dentro.

Al llegar a Brooklyn pensé que iba a costarme trabajo adaptarme, lo que fue un error, porque tan pronto entre por las puertas del complejo de departamentos todos fueron amables conmigo. Mi vecina del frente Jenna, tenía 20 años, estaba casada con un futuro medico y estaba esperando un bebé, aunque me llevaba por lo menos 2 meses. Por las tardes paseábamos por el parque y mirábamos a todos los niñitos del vecindario jugar en los columpios, y divagábamos por horas sobre como seria criar a nuestros hijos juntas. Pero por más que lo pensaba había otra cuestión, ¿Dónde estaría Bastean en todo eso?

Jenna tenía la ventaja de haberse casado con Henry tan pronto supieron que ella estaba embarazada, en cuanto a mí, sigo sin arrepentirme de mi decisión, al verla a ella, realmente pienso que era mejor esperar. Ellos tenían un apartamento, estabilidad económica, él estudiaba y ella también quería hacerlo. Yo deseaba estudiar fotografía, quería trabajar en un periódico local, quería que mi bebé asistiera al preescolar que había a dos cuadras de mi calle. Estaba haciendo toda clase de planes… pero aun se estaban formando sobre un terreno bastante inestable.

Sin embargo Lulú me alentaba a tener siempre un plan B, nunca están de más.

Con resignación baje las escaleras de mi nuevo departamento y fui hasta la cocina. Lulú había insistido en querer trabajar como asistente de odontología, aunque mi padre le había dicho que no era necesario, ella quería hacerlo. Algo curioso era que no sabía que Lulú hubiese estudiado alguna carrera, pues me equivoqué. Siempre la veía tan de lleno en su trabajo en casa que no sospeché que tomaba clases por internet y que era una alumna excelente, las practicas las había comenzado tan pronto nos instalamos en la ciudad y era una de las más destacadas.

Mi padre le había pedido que se casaran, de hecho lo haría, según ellos cuando naciera mi bebé. Y para eso aun faltaba tiempo.

Rebusque en el refrigerados saque unas fresas deshidratadas y me senté en el sofá. El cansancio estaba haciendo estragos conmigo, las nauseas gracias al cielo se había ido y ahora quería comer fresas en las tres comidas del día. Y ni hablar del chocolate, pero si seguía así rodaría por las escaleras.

Mi celular sonó, mire la pantalla y conteste.

-Dime Cloe- Cloe se había instalado en casa de los Graham y había comenzado a estudiar en la universidad de Long Island. Aunque nuestros planes de asistir a una universidad diferente habían cambiado drásticamente. Valery también asistiría a la misma universidad, aunque su madre quería que estudiase en Portugal, ella insistió en quedarse en Estados Unidos. Kate y Matt tenían planes de ir a la Stamford, y Ty no quería hacer nada, pero estudiaría en Brooklyn también. En mi interior quería creer que se estaban quedando por mí, aunque las circunstancias fueran simplemente casualidad, me gustaba tenerlos cerca, eran mi apoyo y sostén, y claro, necesitaba a las madrinas del bebé conmigo.

-Amiga ¿Qué haces?- preguntó ella.

-Adivina.- respondí con fastidio.

-Deja de comer frutas deshidratadas y ponte algo lindo porque… – hubo un silencio - ¡iremos de compras!- esto último lo dijo junto con Valery en un chillido estridente que me hizo alejarme del teléfono para no quedar sorda.

-Chicas, saben que me da sueño todo el tiempo y…- protesté, pero Valery le quitó el teléfono a Cloe y habló.

-Prometo brindarte dos chocolates con crema batida y dulce de leche en Starbucks si nos acompañas- ESO ERA JUGAR SUCIO, creo que había consumido por lo menos veinte litros de esa cosa en los últimos siete días.- Tienes 5 minutos- y luego trancó. Las mataría por eso, después de que me pagaran las bebidas.

Con mucho pesar me levanté del sillón, y subí a mi cuarto. Amaba el lugar porque era sumamente espacioso. Las paredes eran blancas, y solo una era color rojo rubí. Los pisos eran de madera blanca y tenía tres enormes ventanales que no solo le daban luz a la habitación sino que podía ver todo desde ahí, estaba en el 3er piso de mi edificio y en el 2do de mi apartamento. La cama era grande con mis sabanas de color champan, dorado y blanco. Mi sillón ocupaba una esquina junto a una lámpara de pie, tenía un lindo baño, pequeño pero de buen gusto. Tenía un desnivel donde estaba mi escritorio, biblioteca, el armario en la pared. En la pared roja estaba mi televisor, un pequeño estante con DVD, el Wii, mi i-pod en su base de cornetas, y para complementar el espacio una alfombra peluda roja en medio de la cama.

Saque de mi armario un pantalón corto color negro, una camisa blanca que decía “El mejor verano de mi vida” en letras azules, era un poco ajustada por lo que mi pequeña pansa era el foco de atención, busque mis convers y me vestí. Mi cabello había crecido un poco y ese día en especial quiso colaborar. Lo peine y lo deje suelto, me di unos toques de maquillaje, según mi padre estaba deslumbrante, yo por mi parte alargaba la frase y era “deslumbrantemente gorda”, pero no se podía cambiar eso. En mi mente decía “entre más gorda esté, quiere decir que mi bebé estaba creciendo bien” aunque mi maldito espejo dijera todo lo contrario.

Deje una nota para mi padre para cuando regresara, busque las llaves y salí. En el pasillo estaba mi amiga Jenna sacando la basura.

-Hey, Jenna- la salude.

-Mía ¿Cómo estás? -ella me saludó de vuelta. Jenna era alta, de cabellos rubios y hermosos ojos azules. Su tez era sumamente pálida pero sus mejillas tenían un constante tono rosa intenso. Aunque llevaba una prominente barriga se notaba que había sido delgada antes. Era la típica chica de portada de revistas, modelo tal vez, o actriz. Al igual que su esposo Henry que era un muchacho sumamente guapo, tenía el presentimiento de que su hijo seria una hermosura.

-Embarazada- conteste. Ella se echo a reír.

-Que coincidencia- dijo tocándose la panza- yo también. – Las dos nos reímos, esa broma era nuestra preferida.- ¿Sales?

-Seré secuestrada mejor dicho.

-Oh… ¿Cloe y Val?

-Por supuesto- dije.- ¿Por qué no nos acompañas? Iremos de compras y luego a comer.

-Sería estupendo, pero tengo que acomodar unas cosas que compré para el bebé, ¡por Dios! No te he contado. Será un niño, y según mi doctor está creciendo muchísimo- dijo ella animada.

-Mi bebé no quiere acomodarse, es un pequeño haragán- dije sobando mi vientre.

-Igual a su madre- se río Jenna. Después de eso nos despedimos y tan pronto como salí una brisa fría me llegó. Me estremecí de pronto, rodando los ojos me reprendí no haberme puesto unos pantalones largos.

Un volvo plateado cruzó en la esquila, iba a gran velocidad y dio un frenazo delante de mí. Abrí la puerta de atrás y subí.

-¡Wuao Clo! En serio, tenía la esperanza de que fuera Edward Cullen quien estuviese en el auto- ella se echó a reír muy fuerte.

-Cariño si Edward estuviese en el auto no hubiese pasado por ti ni en un millón de años.

-Yo por mi parte prefiero a Jacob… todo moreno, sexy, ardiente- dijo Valery moviendo sus manos en el aire como si estuviese tocándolo.

-¡Basta con Jacob, Val! No dentro de mi volvo, quieres- ellas se sumergieron en su típica discusión de quien era mejor, más guapo, y bla bla bla. Cloe se había comprado precisamente ese auto por razones obvias. Yo en secreto prefería al lobo, aunque no diría nada porque les daría cuerda a esas dos. Sin embargo… prefería sobre todas las cosas a mi príncipe.

La última vez que había hablado con él había sido a mí llegada a la ciudad. Chateaba todo el tiempo con Lilly y poníamos la web Cam, Bastean estaba siempre ocupado y solo decía “hola y adiós”

Sabía en que andaba por supuesto. Lilly me había mantenido al tanto, todo el asunto del parentesco de Marie con los McDragon, los documentos falsos, el arresto, los varios intentos de asesinato, traiciones, todo eso. Ahora que todo se había arreglado esperaba ver a Bastean, o que por lo menos me llamara. Pero no lo hizo. Emití un suspiro. Me reprendía muchas veces al día por querer llorar, pero mis hormonas estaban jugando conmigo, sin mencionar que cada día que pasaba deseaba con todas mis fuerzas tener a Bastean conmigo para abrazarme, para que me susurrara al odio que todo estaba bien, y quedarme dormida sobre su pecho escuchando su corazón. El anhelo que sentía era asfixiante, casi dañino. Pero estaba embarazada, y prácticamente sola. (Sola emocionalmente claro) Amaba las atenciones que me daba mi padre. Salíamos con frecuencia los fines de semana, o nos quedábamos viendo películas en el sillón con un bol de cotufas. Lulú me enseñó a coser, tenía mucha paciencia conmigo si les soy sincera, si mi bebé tenía tres bracitos seguro le quedaría excelente, pero no era así. Las chicas tenían tiempos libres en los que venían a mi apartamento, incluso las ayudaba a hacer sus trabajos de la universidad para distraerme. No era divertido estar todo el día en casa sin hacer nada.

Había visto todas las películas que estaban en cartelera, probado cada sabor de helado que tenían en la heladería del frente, pasado horas jugando Wii con Jenna, incluso hornee tres pasteles, con Jenna, para donarlos a la escuela y ayudar a recaudar fondos para un nuevo parque de juegos. Gracias al cielo me amiga entendía mi situación actual, aunque ella trabajaba en una tienda de variedades, su tiempo de ocio era abrumador.

Llegamos al centro comercial. El transcurso en el auto fue bastante bullicioso, yo estaba constantemente en un estado taciturno, las chicas no me decían nada y culpaban a mis hormonas. Pasamos por un par de tiendas en las que habían hermosas faldas y blusas ajustadas, con tirantes y tops. Las chicas enloquecieron y corrieron a probárselo todo, sobre todo Valery que quería una de cada una en exhibición.

-¿Qué les parece?- dijo ella modelando un vestido rosa pastel corto que dejaba ver sus largas piernas y arriba era escotado sencillo pero hermoso.

-Es lindo- dije. No quería que sonara con fastidio, pero así fue.

-Mía si no te gusta que hagamos esto podemos, ya sabes, hacer otra cosa…- propuso Cloe.

-No, no, estoy bien, el vestido es lindo y se te ve genial Val- por dentro estaba enfrentándome a un manojo de emociones diferentes. En algún otro momento le hubiese hecho poner a Valery el vestido más horrendo, o ponérmelo yo misma, pero mi cuerpo no era el mismo, incluso yo era diferente, y estaba odiando ese cambio. Cloe me miró con ojos compasivos, ella entendía, no del todo, pero me alegraba que no me presionaran con eso.

-Hay una hermosa blusa aquí que puedes medirte Mía- dijo Cloe sacando del perchero una blusa larga color turquesa. Era ajustada en el pecho y luego ajustada en las caderas, todo lo del centro suelto y con detalles en la cintura. No quería arruinarles la tarde con mi estado de ánimo así que fui al cambiador y me la probé. Debo decir que se me veía genial, parecía más embarazada por lo suelta que era pero si la llevaba me duraría el resto del embarazo y después de él. Las chicas se emocionaron al verme, reímos, hicimos bromas y pagamos algunas prendas que llevamos de esa tienda.

Al cabo de dos horas teníamos por lo menos tres bolsas cada una. Y al pasar por una tienda de bebés Valery gritó y nos arrastro dentro. Todo era rosa del lado derecho de la tienda y azul del lado izquierdo. Y todo sumamente pequeño. Cloe sostenía en sus manos una pijama con pies celeste llena avioncitos y Val una franelita rosa chicle con vuelitos blancos en el cuello y puños, adornado con cintas también color rosa. No sabía a cual atender primero. Si solo supiera que eres bebé, pensé divertida. Fui a la parte de niño primero y observé todos los conjuntos, la imagen de un pequeño rubio con enormes ojos verdes se formó en mi cabeza, aunque lo único que deseaba era que fuera sano y feliz creía que tendría un niño, pero nunca se sabe con estas cosas. Tomé una braguita muy pequeña celeste sencilla y la guardé en la sesta que había tomado de la caja.

-¿Tendrás un niño?- pregunto amablemente la chica de la tienda. La cara de la chica decía “Eres una pequeña zorra, porque estas embarazada”

-Ah... no lo sé todavía- dije forzando una sonrisa. Luego caminé hacia la sección de niña seguida de la dependienta de la tienda pegada a mis tobillos.

Las braguitas de niña eran casi todas de color rosa, ¡Wuacala! Si tenía una niña la enseñaría a odiar el rosa.

-Cariño- dije acariciando mi vientre- escúchame bien, evitaremos a toda costa las secciones fresas de cada tienda a la que vallamos, claro si eres una niña, si eres niño no tendremos ese problema, jamás- Como respuesta él o ella se movió, hacia eso cuando le hablaba o me ponía a cantar. La dependienta se rió bajito, pero mis amigas rieron hasta las lágrimas. Escogí una braguita blanca con puntitos fucsia, y si están pensando que el rosa y el fucsia son lo mismo, pues déjenme decirles que no lo son.

-Mía mira esta frazada, es suave y unisex- dijo Cloe sosteniendo una manta amarilla. ¿Por qué todos pensaban que el amarillo era unisex? En fin, la metí en mi sesta.

Recorrimos la tienda y metí otros trajecitos diminutos en colores pasteles, y que no se viera mucho la diferencia, sobre todo con las franelillas y medias, también gorritos. Valery insistió en regalarme un lazo para el cabello por si era niña, y una pequeña gorra por si era niño, la ame por eso, pero si era una chica usaría esa gorra verde.

Cuando ya lo no podíamos más fuimos a comer para luego irnos a casa. De regreso la conversación era animada. Un poco más tarde mi padre me envió un mensaje.

“Cielo llevaré a Lulú a cenar, no nos esperes despierta. Te amo. PD. Dejé en casa algo para ti”

Las chicas hicieron bromas sobre eso, yo… no quería saber lo que harían, pero esperaba que se divirtieran. El trozo de pizza que llevaba desaparecería en medio de la noche, sonreí con malicia. Valery pegó un grito al leer un texto, pero siempre lo hacía, Cloe también lo leyó, pero no me dejaron verlo. Algo estaba pasando.

Al llegar al departamento las invité a quedarse ya que mi padre no estaría en casa, pero ambas dijeron tener tareas y exámenes, yo las despedí y subí por el ascensor.

El lugar estaba a oscuras cuando entré. Encendí la luz, me quité las botas y las arrojé junto a la planta que estaba en la entrada, a Lulú le molestaba pero lo hacía a propósito, fui directo a la cocina y tomé la pizza que llevaba, la metí en el microondas dejando las bolsas sobre la mesa, tomé asiento esperando que calentara mi cena. Estaba agotada.

-Creo que te divertiste el día de hoy.- Un escalofrío paso por mi columna vertebral. Esa voz… me di la vuelta de repente y la sangre de cara se desvaneció. Él estaba aquí.

-Tú… tú… - tartamudeaba. No me lo podía creer. Bastean estaba recostado contra el marco de la puerta despreocupado como siempre. Llevaba una camiseta ligera y unos jeans oscuros. El cabello estaba corto, diferente, pero se veía tan… real. Tantas veces lo evoque en mi mente, haciéndome creer que estaba en la habitación conmigo, y ahora, sí estaba, en todo su dorado y hermoso esplendor.

-¿Yo qué?- dijo él. Con una sonrisa mostró sus dientes blancos y sus ojos brillaron, allí en la pequeña cocina de mi departamento.

-Estas aquí- susurré muy bajo. Aun estaba en shock. Siempre pensé que cuando él regresara yo saltaría a sus brazos, abrazaría su cuello y lo besaría hasta quedar inconsciente. Y allí estaba yo, parada mirándolo embobada. Las lágrimas amenazaron con salir, ¡maldito hombre! Si no se movía en ese momento lo mataría.

-Para quedarme- dijo. Y como si hubiese leído mi mente cruzo en dos zancadas la distancia que nos separaba. Él me tomó en sus brazos y le rodeo lo más que pudo. Sentirlo ahí, tan cerca, hizo que las lagrimas que quería contener saliera y me dejaran débil.- Te extrañe demasiado. Era como si me faltara el aire yo…- dijo él mirándome aun abrazados.

-Te sentías incompleto- tantee- de la misma manera en la que yo me sentía- no me había dado cuenta de que él también estaba llorando sino hasta que puse mis manos en sus mejillas y limpie con el pulgar suavemente la lagrima que resbalaba por su rostro. Estaba más guapo, o eso creía yo, su piel era algo más oscura, un bronceado sexy, estaba algo más delgado, pero eso podía arreglarse, olía maravillosamente como siempre, era él, mi príncipe.

-Te amo- susurro. Y no pude responderle porque Bastean había bajado su rostro y de manera feroz tomó mi boca. Mis rodillas se pusieron débiles y me sentí volar. Extrañaba tanto esa familiaridad, su calor, su cuerpo tan cerca del mío que no sabias donde terminaba cada uno, así quería quedarme para siempre.

Después de eso ambos desaparecimos en mi habitación, que pronto se convertiría en la suya también porque estaba dispuesto a quedarse.

Aunque le pregunté si extrañaría a su familia su respuesta fue que ahora yo era su familia. Claro que los echaría de menos, al igual que yo los extrañaba inmensamente, pero que él debía continuar su camino. Le pregunté sobre su titulo y todo eso. Bastean me había dicho que cuando su padre falleciera debía ocupara su lugar, pero el rey Derrick era joven, fuerte, como un león, y para que muriera faltaba muchísimo tiempo, los McDragon eran un hueso duro de roer según él.

-Cásate conmigo- susurro en medio d la noche. Sacó un anillo de esmeraldas que brillaba bajo la tenia luz de la luna que nos iluminaba e ese momento. Estar a punto de perderlo en dos ocasiones me hizo pensar y esperar para dar ese paso era lo correcto, sé que dije que así estaba bien pero… estando él ahí, abrazándome, diciéndome que me amaba y queriendo hacer planes a futuro me hacían considerar mejor las opciones que tenia. Ya no estaba sola, nunca más, ahora lo tenía a él, y esperaba que fuera para siempre, mi padre y Lulú formarían una familia pronto y tenían derecho a ser felices sin que yo estuviera siempre allí, también yo debía crecer, y quizás esa era precisamente la raíz de mis miedos, tener que crecer, enfrentarme a un mundo en el que nadie tiene compasión por ti, que luchas o te comerán vivo, que tienes que ser el mejor o no eres nadie.

Crecer era todo eso, responsabilidades y más responsabilidades. Ahora que alguien dependería de mí, yo tenía que ser su pilar, su guía, que le enseñara lo bueno y a alejarse de lo malo. Bastean quería ser quien me sostuviera a mí, pero necesitaba que yo estuviera ahí para él también. Él nunca me decepcionó, siempre fue honesto, y era yo la que me negaba a ver con claridad, tal vez por miedo o ignorancia, pero ahora sabia que todo estaría bien, ahora podía creerlo. Tome un respiro y respondí.

-Sí, quiero casarme contigo- después de eso nos fundimos en un abrazo que calentó mi corazón, Bastean me susurraba palabras de amor mientras que hacíamos el amor como nunca lo habíamos hecho. Era la felicidad escapando por cada poro de mi piel, era sentirlo a él por completo, en cuerpo y alma. Nunca imagine ser más dichosa que en aquel momento. Quizás así amo mi madre a mi padre, de esa misma manera loca y arrebatadora, vertiginosa y desenfrenada.

Nadie dijo que seria sencillo vivir la vida, pero ¡hey! Es divertido. Porque es como una montaña rusa, sientes la adrenalina correr por todo tu cuerpo, hay subida y bajadas, te pones de cabeza y quieres gritar hasta que tus pulmones no den más, pero sigues subiéndote por mas terror que hallas sentido. No es cuestión de luchar, sino de disfrutar, de perseverar y alcanzar cada cosa que te propongas, desde lo más pequeño a lo más grande, de un paso a la vez. No es pelear todo el tiempo, solo es dejar que el tiempo haga lo suyo, y llevando nuestro propio ritmo.

“Vivir es una gran aventura”

martes, 8 de noviembre de 2011

Capitulo 35



Yo había estado hablando con Mía durante toda la tarde. Estaba totalmente instala en su nuevo hogar en Brooklyn, incluso se había hecho amiga de su vecina que tenia la misma edad y también esperaba un bebé. Sonaba feliz y parloteaba como loca acerca de todo lo que había sucedido desde su llegada. Vivía en un apartamento muy elegante, su padre había conseguido el último y el más grande. Tenía dos pisos, tres habitaciones, un salón estudio, cocina, sala, comedor, dos baños, y todo era enorme según ella. Además tenía la ventaja de que le quedaba todo cerca de allí, la biblioteca, una librería, un par de restaurants donde cenaba con su padre y Lulú cada domingo, había una escuela en su calle, el parque estaba en la siguiente calle, y dos calles más arriba el hospital donde había ido a su primer consulta. Estaba emocionada al contarme todas las cosas que habló con la doctora, en mi interior estaba aliviado de que fuera una mujer quien la atendiese y no un hombre, me dirán estúpido pero es cierto. Me había enviado la ecografía por email. Era una cosita muy pequeña y no se veía con claridad, pero al mostrársela a mi madre ella pareció reconocer que era todo, aunque yo no entendía nada. Al parecer todo estaba bien, Mía estaba alimentándose correctamente y le habían puesto medicamentos, me asusté un poco porque si te ponen medicamentos es porque estás enfermo ¿verdad?, pero ella aclaró que eran para fortalecer al bebé, eso me tranquilizó.

Su padre estaba como loco queriendo escoger cunas y esas cosas, yo por mi parte moría de envidia por que también quería hacerlo. Una tarde estando en el pueblo pasé por la tienda de variedades que Mía y yo habíamos visitado, y tenían unas capuchitas diminutas con orejas, en seguida imagine a un pequeño con ojos chocolate y una de esas con orejas de conejo, me reí muchísimo, pero compre unas de catito de color negra con el interior rosado. En el castillo todos me preguntaban si tenía una preferencia por el sexo del bebé, pero no me interesaba mucho, solo quería que estuviese bien, fuera sano y llegase al mundo sin problemas. Mi madre al ver el regalo que le había comprado comenzó a llorar, lo envolví y lo envié a Mía por el servicio privado de mensajería real.

A eso de las 4pm se anunció la llegada de Marie que había llegado con su padre.

Al principio me desconcertó un poco, Guillermo apenas salía de su habitación, y era extraño verlo fuera de su hogar.

Entré al salón con mi madre pisándome los talones.

-Bienvenidos- dijo ella. Guillermo se levanto del sillón al igual que Marie que llevaba un vestidito color blanco en forma de campana, unos zapatos rojo sangre al igual que su boca, el cabello castaño estaba desparramado por sus hombros. Al verme me sonrió, en ese tiempo en el que nuestra complicidad había comenzado nos habíamos hecho muy amigos, aunque siempre lo fuimos porque nos llevábamos mejor siéndolo que como novios, y era un alivio.

-Es un placer verlos, Evangeline, Bastean- dijo Guillermo dándonos la mano a cada uno. Mi padre estaba sumamente ocupado pero al contarle mi plan él quiso estar presenté en cuando se le informo la identidad de nuestros invitados. Como si lo invocase él entró en el gran salón con unos pantalones deportivos y una camiseta sin mangas, bien, no tenía mucho porte de príncipe pero su sola presencia generaba miedo y respeto.- Mi rey- dijeron Guillermo y su hija al unisonó haciendo una reverencia.

-¿Cómo están? – dijo mi padre despreocupadamente. Puso su mano en mi hombro en modo de saludo y beso a mi madre en la mejilla y la guió a que se sentara en otro de los sillones.- Tomen asiento.

-¿Se puede saber a qué se debe tu visita Guillermo? – Dijo mi madre- Normalmente es Regina la que pasa mucho tiempo con nosotros- sabia que aquello era como un “TU MUJER PASA MUCHO TIEMPO, ALEJALA”

-Que se está convirtiendo en un incordio, supongo- dijo Guillermo, bien estaba en lo cierto.

-No es esa la palabra pero… sí- dijo mi madre divertida.

-Marie me puso al corriente de todo y… les tengo excelentes noticias- sonrió él. ¡Sabía que podía confiar en ella! No resultó ser una bruja como su madre.

-¡Al fin!- dijo mi padre dando un aplauso- ya era hora de una buena noticia, ¿de qué se trata?

La siguiente hora Guillermo nos explicó cómo podíamos impugnar el contrato. Al parecer él siempre supo que Marie Elizabeth no era su hija, pero desde que su esposa quedo embarazada intentó por todos los medios hacer que William la apoyase, pero como el vividor que es nunca quiso hacerse responsable. Guillermo sintió pena por ella y reconoció a la niña como suya, sabía que no era culpa de la criatura así que la amo desde el principio, aunque Regina no aprecio su gesto, pues siempre lo humillaba por su problema de infertilidad y considerarlo un ser inferior a ella, aunque ella misma había sucumbido a las bajas pasiones y concebido una hija de otro que no era su esposo.

Aun así se valió de la enfermedad de Guillermo, es decir a su alcoholismo, para sacarle hasta el último centavo que pudo, aunque él no fue tan tonto para dejarle saber a ella la verdadera cantidad que poseían. Sin embargo William tenía una idea, por ser el administrador de la familia.

La autora de toda esa farsa de matrimonio había sido Regina, porque estaba decidida a pertenecer a la familia real, por todos los medios, aunque eso supusiera casar a su propia hija con un primo hermano. La codicia de esa mujer no llegó ahí. También había chantajeado al propio William con decirle al rey Gregory que él la había seducido y hecho un millón de promesas de que estarían juntos. William temía la ira de su padre, y como estaba haciendo lo posible para recuperar su lugar como príncipe heredero no le convenía un escándalo y mucho la desaprobación de su padre, por eso de ofreció como padrino de Marie Elizabeth, pero siguió sin conseguir nada. ¡¡¡¡ADEMÁS!!!!, no solo había estafado a los Whitehouse, sino a los condes Walis, los Hederse, los Clinton, los Morris y los Malón, a todos y cada unos de ellos les había robado una buena suma de dinero.

Mis padres se emocionaron de tener enumerados sus delitos, necesitábamos pruebas de ellos. Guillermo sonrió, sacó un maletín que había colocado junto a los cojines y ninguno nos habíamos dado cuenta.

-Tengo aquí las contabilidades que ah llevado William a mi propiedad durante 18 años, pedí a las otras familias una copia de las suyas que llegaron ésta mañana. Todo lo que falta es una prueba de ADN que necesitamos hacerle a Marie con alguno de los chicos o con usted mi señor, la tardanza es que nos entreguen los resultado y podamos proceder con la demanda, y la aprensión de William.- ¡Por Dios! Era lo más increíble que había escuchado en mi vida.

-Eres muy rápido Guillermo estoy impresionada- dijo mi madre pidiéndole los papeles que éste le acercó.- Es grandioso, son todos legales.

-En algún tiempo fui un buen abogado Evangeline, pero el alcohol llevo a la basura todo mi esfuerzo en la universidad y no solo eso, tantos años perdidos con mi pequeña Marie- Guillermo tomo las manos de la joven y las besó, era muy tierna aquella imagen, me alegraba que Marie fuera a quedar en buenas manos, porque si mis sospechas eran ciertas Regina pasaría una buena temporada en la cárcel.

-Guillermo ¿te gustaría ayudarnos con la demanda? Después de todo eres una de las victimas- dijo mi madre.

-Sería un honor. Lo que más me duele es tener que llevar también a prisión a Regina por cómplice- Marie bajo la cabeza y jugueteó con sus manos.- Marie sabe que no quiero hacerle daño pero también debe pagar por su crimen, y aunque me duela admitirlo sigo queriendo a Regina como el día en que nos casamos, tal vez porque prefiero recordarla así y no como la mujer en la que se ah convertido.

Todos en la sala asentimos. Seria duro sobre todo para Marie, ver como su familia se separaba por culpa de su padre biológico. La pobre estaba sufriendo y yo lo sabía.

Cuando terminó la reunión en la sala mis padres invitaron a Guillermo al despacho para preparar todo el papeleo, le pidieron una muestra de cabello a Marie para hacer la prueba junto con una muestra de mi padre y de Guillermo. La sala se quedó sola con la excepción de Marie que estaba sentada en el sillón mirando a la ventana con vista al jardín, como la había encontrado hacia unos días. Antes su mirada era distraída, ahora era distante, sin vida y triste. Camine hacía ella y me arrodille a su lado, ¡¡uff!! Era como un deja vú.

-Ahora que está terminando todo esto- comenzó ella, bien, la ultima vez había sido yo- la que sale perdiendo soy yo. Mi padre biológico me considera un estorbo, es un estafador e irá a la cárcel. Mi madre una chantajista y manipuladora que también irá a la cárcel por cómplice. Y el único que realmente me quiere estará un tiempo en rehabilitación con Alcohólicos Anónimos. Pensé que todo estaría bien después de anulado el contrato pero… no es así.- dijo tristemente. Unas lágrimas se escaparon de sus ojos. Saque de mi bolsillo un pañuelo y se lo tendí.

-Piensa en esto- dije para darle ánimos- ahora tienes muchos primas que están dispuestas a ayudarte con lo que necesites. Tu tío es un rey que no permitirá que carezcas de nada y tu padre Guillermo te ama por encima de todo. Tal vez no tengas a tu madre por un tiempo, pero ella realmente estaba presente solo por el dinero- no quería herirla con eso, pero tampoco quería engañarla. – además me tienes a mí, el primo más guapo que nunca tendrás – ella se rio bajito- que además es tu amigo y te agradecerá siempre por lo que acabas de hacer. Y espera que conozcas a Mía…

-Ella me odia- dijo Marie soltando una risa sin gracia- piensa que es mi culpa todo lo que está pasando.

-Claro que no te odia- dije limpiándole una lagrima que se le escapó, ahora me parecía tan frágil, ¿Dónde había quedado la Marie sarcástica y fría que me había gritado hace tiempo? – Mía es buena, y en cuanto sepa todo lo que ah pasado, créeme, serán grandes amigas.

-Gracias Bastean, eres realmente un gran amigo- dijo echándoseme sobre el hombro y dándome un fuerte abrazo. Estaba feliz de que esta tortura llegara a su fin. Ahora solo esperaba que mis padre pusieran en marcha todo y se solucionara por la paz. Aunque con William… nunca se sabe.



Nuestros padres habían pasado una hora en el despacho de mi padre arreglando todo lo necesario para comenzar con la demanda. La cuestión era ¿Dónde estaba William? Uno de los soldados más aguerridos que tenía mi padre se dio una vuelta por la Mansión Whitehouse para evaluar el movimiento que se estaba generando en el lugar. Al parecer William había estado allí los últimos meses pero había salido de la ciudad unos días, ¡perfecto! Pensé, así podíamos organizar todo y él ni se enteraría que lo golpeó.

Pero ahora Marie tenía miedo de regresar a su casa, así que mis padres se ofrecieron a que se quedara con nosotros la semana siguiente que según los informantes de mi padre, William no estaría en la ciudad. Guillermo continuaría con su papel de “ignorante e inútil” para contactar a otros abogado de su firma y ponerlo a todo en movimiento, al igual que a los guardias reales en alerta por si a mi tío se le ocurría aparecer por allí apresarlo de inmediato aunque no se hubiese iniciado el proceso jurídico, ¿y saben qué? Ya se había comenzado por lo que tenían luz verde de proceder con dicho arresto.

En el castillo se respiraba un ambiente de paz. Bueno, por lo menos luego de que Lilly hiciera todo un escándalo porque decía que ver a Marie Elizabeth rondando por el castillo era como un dolor de muelas, la pobre no sabía nada sobre los avances de nuestro caso, por lo que tuve que sentarme con ella y contarle toda la historia con lujo de detalle. Cuando al fin logró procesar todo pudo calmarse un poco, incluso quería correr a contarle a Mía, debo decir que yo también, pero quería que fuera una sorpresa, y muy en el fondo necesitaba que todo se hubiese solucionado antes de hablar con ella.



A eso de las 8pm estábamos todos cenando en el gran salón, Guillermo se había ido y había enviado algunas cosas de Marie para que se quedara aquella misma noche. Lilly la ayudó a instalarse y estaba muy parlanchina, había hablado con Mía sobre lo que le enviaría ella para la fiesta de bienvenida que Cloe, Valery y Kate le querían hacer, al parecer formaron una videoconferencia que duró hasta las 3 de la mañana, incluso Ty quería colaborar con eso. Incluso mi madre propuso irnos todos a E.U. para la fiesta, mi padre comenzó a toser y todos comenzamos a reír, el ambiente era armónico y nos estábamos divirtiendo, tal parece que desde que Mía había pisado esa casa todos había adquirido esa alegría suya, esas ganas de vivir que la caracterizaban.

Unos gritos provenientes de la parte de afuera de la puerta, luego un golpe en la puerta y todos volteamos para ver lo que sucedía. Una encolerizada Regina entró dando tumbos y soltando improperios.

-¿Dónde tienen a mi hija?- gritó ella al vernos a todos en la mesa, los guardias la había contenido, pero la idea había sido atraer a la presa a su jaula.

-¡Madre!- saltó Marie del susto. Marie estaba de pie y le siguieron mi padre, luego mi madre, y yo.

-¿Cómo te atreves a interrumpir nuestra cena con tus gritos?- dijo mi padre duramente, con esa voz que te hacia encogerte del miedo.

-Ustedes secuestraron a mi hija- dijo Regina alterada.

-Estamos en una cena familiar, así que puedes irte- dijo mi madre ignorándola y sentándose a la mesa, los demás la imitamos excepto mi padre que se mantuvo alerta e intimidante.

-¡Oh! –Exclamó Regina- ¿Y porque yo no fui avisada?

-Porque tú no eres parte de esta familia- dijo mi padre mirando a Regina desafiante. Todo era un acto conspirativo, ¿se dieron cuenta?

-Pero seremos familia cuando Marie y Bastean…- comenzó está cuando mi padre la interrumpió.

-No habrá boda Regina- dijo calmadamente mi madre.

-¿Qué dices?- chillo la madre de Marie. Sus mejillas regordetas se habían puesto rojas, Marie se encogió ante eso, como estaba a mi lado yo tomé su mano y ella me miro, “todo estará bien” le dije con los labios pero sin emitir sonido, ella asintió y seguimos viendo la escena que se desarrollaba frente a nosotros.

-Marie es parte de nuestra familia, en el sentido más literal.- dijo mi madre haciendo una pausa dramática- comparte la sangre McDragon. Regina perdió todo el color de sus mejillas.

-¡Esas son calumnias! Y para que lo sepan la boda sigue en pie porque ese documento así lo dice- volvió a gritar Regina.

-Claro, eso dice- mi madre se levantó delicadamente de su silla y se acercó pero no tanto a la mujer que parecía querer desmayarse- Pero nuestras leyes dicen que dos personas con lazos de consanguinidad no puedes contraer matrimonio, es decir, que no pueden casarse porque son primos. Traducción, Contrato anulado.

-¡MIENTEN!- sostuvo Regina- ella no tiene ningún parentesco con ustedes.

-Eso no es lo que dice este papel- dijo mi padre calmadamente sacando de la solapa de su chaqueta un sobre amarillo. No se había perdido el tiempo con la prueba de ADN, tuvimos la ventaja de que el médico director del área de genética es amigo de mi padre, además de ser un caso urgente, los resultados llegaron hacia dos horas. ¿Los resultados? Pues bien, efectivamente Marie era una McDragon.- ¿Quieres que lo lea Regina?- él comenzó a abrirlo lentamente causando que Regina comenzara a gritar otra vez.

-¡Llamaré a mis abogados! ¡Los demandaré por secuestro y falsificación de documentos! ¡Por Calumnias! – Empezó a gritar. Luego miró a Marie con odio- ¡Eres una mala agradecida, todo lo que te di y tú me lo pagas traicionándome!

-¡Vasta mamá! Tú me traicionaste a mí, tú me ocultaste quien era realmente mi padre, y lo peor fue que me negaste la oportunidad de ser feliz, ser yo misma para variar, ¿y sabes qué? A ese gitano bruto al que llamas, es el amor de mi vida, y me ha dado lo que tú nunca supiste darme, verdadero cariño- dijo Marie, sus ojos estaban llorosos y sus mejillas rojas, pero se mantuvo fuerte y decidida en todo momento. Al fin salía a relucir la verdadera Marie Elizabeth Whitehouse, una chica de carácter pero dulce, tranquila pero luchadora. Estaba orgulloso de ella. Que tonto había sido William al negar como hija a tan valiosa chica, pero por un lado pienso, tal vez William hubiese dañado lo que es ella ahora, llenándola con su rencor y envidia. Ella debía estar realmente agradecida de tener a Guillermo como su padre, y se notaba en la manera en la que ellos se miraban, como si uno fuera parte del otro, esa clase de amor que no tiene comparación con nada en el mundo. Él la amó sin medidas, y aun sabiendo que su esposa lo había traicionado con el hombre a quien consideraba su amigo, la amó más simplemente porque era su niña tan esperada.

A Regina se le salieron las lágrimas, pero a Marie no, era una máscara de indiferencia, pero sus manos temblaban, eso podía verlo. La mujer no dijo nada más y se dio la vuelta.

-¡Oh Regina! – la llamó mi madre. Esta volteó- no puedes irte querida.

-Claro que sí, y lo haré- dijo entre dientes y llena de odio.

-Pero si la fiesta apenas comienza- dijo mi padre duramente. William entró como alma que lleva al diablo en ese instante.

-¿¡Que mierda es está Derrick!?- Gritó William agitando una hoja arrugada en el aire.

-Eso hermano, es una citación ante tribunales- William miró con desprecio a su hermano y luego a cada uno de los presentes. Marie se puso aun más tensa a mi lado.

-¡Lo sé maldita sea! Pero no entiendo para que- chillo William. Mi madre hizo señas a Lilly para que se llevara a las pequeñas que por desgracias había presenciado todo eso.

Por las puertas de la cocina entraron dos hombres vestidos con trajes y otros tres uniformados.

-Está usted detenido por el delito de extorción, amenaza, robo, falsificación de documento, intento de asesinato, porte ilegal de armas, compra y venta de mercancía ilegal, ¿eso responde a su pregunta?

-¿Qué?- Gritó mi tío.

-Lo siento hermano, olvidé mencionarte que serias detenido inmediatamente.- en eso William se le abalanzó encima tan rápido que los policías no tuvieron tiempo de evitar lo que iba a suceder a continuación.

William sacó del cinturón una pistola plateada. El arma brillo con fuerza al momento en el que mi tío apuntó mi padre con ella. Con la detonación llegó un silencio sepulcral a la habitación, como si todo hubiese ocurrido en cámara lenta. Los guardias se abalanzaron, derribaron a William, le quitaron el arma y lo esposaron, pero él ya había disparado. Mi padre estaba tirado en el suelo mientras se sostenía el costado izquierdo. Mi madre, Marie y yo corrimos a su lado.

-Estoy bien- dijo él- apenas me rozó- se quito la mano que estaba llena de sangre, pero como él había dicho solo tenía un rasguño, no se veía bien por la sangre que emanaba de él. Mi madre lo abrazó y lo beso mientras él intentaba convencerla de que no estaba grave.

Los sirvientes se pusieron en marcha para atender a su rey. A Regina también la detuvieron por complicidad, extorción y robo. Al parecer habían robado una pequeña a fortuna a su marido aprovechando su estado de alcoholismo.

Aquella noche había sido de locos. Pero al fin esos dos se pudrirían en la cárcel, Marie estaba a salvo y se iría al otro día con su padre. Mientras que yo, comenzaría a preparar mis cosas para irme a E.U. con Mía.

Ahora podía estar tranquilo de que las cosas irían para mejor d aquí en adelante, y debo decir que es como quitarse un gran peso de encima. Con mi padre ya en cama y vendado, me disponía a dormir con la esperanza de ser feliz, con las personas que más amaba.