martes, 8 de noviembre de 2011
Capitulo 35
Yo había estado hablando con Mía durante toda la tarde. Estaba totalmente instala en su nuevo hogar en Brooklyn, incluso se había hecho amiga de su vecina que tenia la misma edad y también esperaba un bebé. Sonaba feliz y parloteaba como loca acerca de todo lo que había sucedido desde su llegada. Vivía en un apartamento muy elegante, su padre había conseguido el último y el más grande. Tenía dos pisos, tres habitaciones, un salón estudio, cocina, sala, comedor, dos baños, y todo era enorme según ella. Además tenía la ventaja de que le quedaba todo cerca de allí, la biblioteca, una librería, un par de restaurants donde cenaba con su padre y Lulú cada domingo, había una escuela en su calle, el parque estaba en la siguiente calle, y dos calles más arriba el hospital donde había ido a su primer consulta. Estaba emocionada al contarme todas las cosas que habló con la doctora, en mi interior estaba aliviado de que fuera una mujer quien la atendiese y no un hombre, me dirán estúpido pero es cierto. Me había enviado la ecografía por email. Era una cosita muy pequeña y no se veía con claridad, pero al mostrársela a mi madre ella pareció reconocer que era todo, aunque yo no entendía nada. Al parecer todo estaba bien, Mía estaba alimentándose correctamente y le habían puesto medicamentos, me asusté un poco porque si te ponen medicamentos es porque estás enfermo ¿verdad?, pero ella aclaró que eran para fortalecer al bebé, eso me tranquilizó.
Su padre estaba como loco queriendo escoger cunas y esas cosas, yo por mi parte moría de envidia por que también quería hacerlo. Una tarde estando en el pueblo pasé por la tienda de variedades que Mía y yo habíamos visitado, y tenían unas capuchitas diminutas con orejas, en seguida imagine a un pequeño con ojos chocolate y una de esas con orejas de conejo, me reí muchísimo, pero compre unas de catito de color negra con el interior rosado. En el castillo todos me preguntaban si tenía una preferencia por el sexo del bebé, pero no me interesaba mucho, solo quería que estuviese bien, fuera sano y llegase al mundo sin problemas. Mi madre al ver el regalo que le había comprado comenzó a llorar, lo envolví y lo envié a Mía por el servicio privado de mensajería real.
A eso de las 4pm se anunció la llegada de Marie que había llegado con su padre.
Al principio me desconcertó un poco, Guillermo apenas salía de su habitación, y era extraño verlo fuera de su hogar.
Entré al salón con mi madre pisándome los talones.
-Bienvenidos- dijo ella. Guillermo se levanto del sillón al igual que Marie que llevaba un vestidito color blanco en forma de campana, unos zapatos rojo sangre al igual que su boca, el cabello castaño estaba desparramado por sus hombros. Al verme me sonrió, en ese tiempo en el que nuestra complicidad había comenzado nos habíamos hecho muy amigos, aunque siempre lo fuimos porque nos llevábamos mejor siéndolo que como novios, y era un alivio.
-Es un placer verlos, Evangeline, Bastean- dijo Guillermo dándonos la mano a cada uno. Mi padre estaba sumamente ocupado pero al contarle mi plan él quiso estar presenté en cuando se le informo la identidad de nuestros invitados. Como si lo invocase él entró en el gran salón con unos pantalones deportivos y una camiseta sin mangas, bien, no tenía mucho porte de príncipe pero su sola presencia generaba miedo y respeto.- Mi rey- dijeron Guillermo y su hija al unisonó haciendo una reverencia.
-¿Cómo están? – dijo mi padre despreocupadamente. Puso su mano en mi hombro en modo de saludo y beso a mi madre en la mejilla y la guió a que se sentara en otro de los sillones.- Tomen asiento.
-¿Se puede saber a qué se debe tu visita Guillermo? – Dijo mi madre- Normalmente es Regina la que pasa mucho tiempo con nosotros- sabia que aquello era como un “TU MUJER PASA MUCHO TIEMPO, ALEJALA”
-Que se está convirtiendo en un incordio, supongo- dijo Guillermo, bien estaba en lo cierto.
-No es esa la palabra pero… sí- dijo mi madre divertida.
-Marie me puso al corriente de todo y… les tengo excelentes noticias- sonrió él. ¡Sabía que podía confiar en ella! No resultó ser una bruja como su madre.
-¡Al fin!- dijo mi padre dando un aplauso- ya era hora de una buena noticia, ¿de qué se trata?
La siguiente hora Guillermo nos explicó cómo podíamos impugnar el contrato. Al parecer él siempre supo que Marie Elizabeth no era su hija, pero desde que su esposa quedo embarazada intentó por todos los medios hacer que William la apoyase, pero como el vividor que es nunca quiso hacerse responsable. Guillermo sintió pena por ella y reconoció a la niña como suya, sabía que no era culpa de la criatura así que la amo desde el principio, aunque Regina no aprecio su gesto, pues siempre lo humillaba por su problema de infertilidad y considerarlo un ser inferior a ella, aunque ella misma había sucumbido a las bajas pasiones y concebido una hija de otro que no era su esposo.
Aun así se valió de la enfermedad de Guillermo, es decir a su alcoholismo, para sacarle hasta el último centavo que pudo, aunque él no fue tan tonto para dejarle saber a ella la verdadera cantidad que poseían. Sin embargo William tenía una idea, por ser el administrador de la familia.
La autora de toda esa farsa de matrimonio había sido Regina, porque estaba decidida a pertenecer a la familia real, por todos los medios, aunque eso supusiera casar a su propia hija con un primo hermano. La codicia de esa mujer no llegó ahí. También había chantajeado al propio William con decirle al rey Gregory que él la había seducido y hecho un millón de promesas de que estarían juntos. William temía la ira de su padre, y como estaba haciendo lo posible para recuperar su lugar como príncipe heredero no le convenía un escándalo y mucho la desaprobación de su padre, por eso de ofreció como padrino de Marie Elizabeth, pero siguió sin conseguir nada. ¡¡¡¡ADEMÁS!!!!, no solo había estafado a los Whitehouse, sino a los condes Walis, los Hederse, los Clinton, los Morris y los Malón, a todos y cada unos de ellos les había robado una buena suma de dinero.
Mis padres se emocionaron de tener enumerados sus delitos, necesitábamos pruebas de ellos. Guillermo sonrió, sacó un maletín que había colocado junto a los cojines y ninguno nos habíamos dado cuenta.
-Tengo aquí las contabilidades que ah llevado William a mi propiedad durante 18 años, pedí a las otras familias una copia de las suyas que llegaron ésta mañana. Todo lo que falta es una prueba de ADN que necesitamos hacerle a Marie con alguno de los chicos o con usted mi señor, la tardanza es que nos entreguen los resultado y podamos proceder con la demanda, y la aprensión de William.- ¡Por Dios! Era lo más increíble que había escuchado en mi vida.
-Eres muy rápido Guillermo estoy impresionada- dijo mi madre pidiéndole los papeles que éste le acercó.- Es grandioso, son todos legales.
-En algún tiempo fui un buen abogado Evangeline, pero el alcohol llevo a la basura todo mi esfuerzo en la universidad y no solo eso, tantos años perdidos con mi pequeña Marie- Guillermo tomo las manos de la joven y las besó, era muy tierna aquella imagen, me alegraba que Marie fuera a quedar en buenas manos, porque si mis sospechas eran ciertas Regina pasaría una buena temporada en la cárcel.
-Guillermo ¿te gustaría ayudarnos con la demanda? Después de todo eres una de las victimas- dijo mi madre.
-Sería un honor. Lo que más me duele es tener que llevar también a prisión a Regina por cómplice- Marie bajo la cabeza y jugueteó con sus manos.- Marie sabe que no quiero hacerle daño pero también debe pagar por su crimen, y aunque me duela admitirlo sigo queriendo a Regina como el día en que nos casamos, tal vez porque prefiero recordarla así y no como la mujer en la que se ah convertido.
Todos en la sala asentimos. Seria duro sobre todo para Marie, ver como su familia se separaba por culpa de su padre biológico. La pobre estaba sufriendo y yo lo sabía.
Cuando terminó la reunión en la sala mis padres invitaron a Guillermo al despacho para preparar todo el papeleo, le pidieron una muestra de cabello a Marie para hacer la prueba junto con una muestra de mi padre y de Guillermo. La sala se quedó sola con la excepción de Marie que estaba sentada en el sillón mirando a la ventana con vista al jardín, como la había encontrado hacia unos días. Antes su mirada era distraída, ahora era distante, sin vida y triste. Camine hacía ella y me arrodille a su lado, ¡¡uff!! Era como un deja vú.
-Ahora que está terminando todo esto- comenzó ella, bien, la ultima vez había sido yo- la que sale perdiendo soy yo. Mi padre biológico me considera un estorbo, es un estafador e irá a la cárcel. Mi madre una chantajista y manipuladora que también irá a la cárcel por cómplice. Y el único que realmente me quiere estará un tiempo en rehabilitación con Alcohólicos Anónimos. Pensé que todo estaría bien después de anulado el contrato pero… no es así.- dijo tristemente. Unas lágrimas se escaparon de sus ojos. Saque de mi bolsillo un pañuelo y se lo tendí.
-Piensa en esto- dije para darle ánimos- ahora tienes muchos primas que están dispuestas a ayudarte con lo que necesites. Tu tío es un rey que no permitirá que carezcas de nada y tu padre Guillermo te ama por encima de todo. Tal vez no tengas a tu madre por un tiempo, pero ella realmente estaba presente solo por el dinero- no quería herirla con eso, pero tampoco quería engañarla. – además me tienes a mí, el primo más guapo que nunca tendrás – ella se rio bajito- que además es tu amigo y te agradecerá siempre por lo que acabas de hacer. Y espera que conozcas a Mía…
-Ella me odia- dijo Marie soltando una risa sin gracia- piensa que es mi culpa todo lo que está pasando.
-Claro que no te odia- dije limpiándole una lagrima que se le escapó, ahora me parecía tan frágil, ¿Dónde había quedado la Marie sarcástica y fría que me había gritado hace tiempo? – Mía es buena, y en cuanto sepa todo lo que ah pasado, créeme, serán grandes amigas.
-Gracias Bastean, eres realmente un gran amigo- dijo echándoseme sobre el hombro y dándome un fuerte abrazo. Estaba feliz de que esta tortura llegara a su fin. Ahora solo esperaba que mis padre pusieran en marcha todo y se solucionara por la paz. Aunque con William… nunca se sabe.
Nuestros padres habían pasado una hora en el despacho de mi padre arreglando todo lo necesario para comenzar con la demanda. La cuestión era ¿Dónde estaba William? Uno de los soldados más aguerridos que tenía mi padre se dio una vuelta por la Mansión Whitehouse para evaluar el movimiento que se estaba generando en el lugar. Al parecer William había estado allí los últimos meses pero había salido de la ciudad unos días, ¡perfecto! Pensé, así podíamos organizar todo y él ni se enteraría que lo golpeó.
Pero ahora Marie tenía miedo de regresar a su casa, así que mis padres se ofrecieron a que se quedara con nosotros la semana siguiente que según los informantes de mi padre, William no estaría en la ciudad. Guillermo continuaría con su papel de “ignorante e inútil” para contactar a otros abogado de su firma y ponerlo a todo en movimiento, al igual que a los guardias reales en alerta por si a mi tío se le ocurría aparecer por allí apresarlo de inmediato aunque no se hubiese iniciado el proceso jurídico, ¿y saben qué? Ya se había comenzado por lo que tenían luz verde de proceder con dicho arresto.
En el castillo se respiraba un ambiente de paz. Bueno, por lo menos luego de que Lilly hiciera todo un escándalo porque decía que ver a Marie Elizabeth rondando por el castillo era como un dolor de muelas, la pobre no sabía nada sobre los avances de nuestro caso, por lo que tuve que sentarme con ella y contarle toda la historia con lujo de detalle. Cuando al fin logró procesar todo pudo calmarse un poco, incluso quería correr a contarle a Mía, debo decir que yo también, pero quería que fuera una sorpresa, y muy en el fondo necesitaba que todo se hubiese solucionado antes de hablar con ella.
A eso de las 8pm estábamos todos cenando en el gran salón, Guillermo se había ido y había enviado algunas cosas de Marie para que se quedara aquella misma noche. Lilly la ayudó a instalarse y estaba muy parlanchina, había hablado con Mía sobre lo que le enviaría ella para la fiesta de bienvenida que Cloe, Valery y Kate le querían hacer, al parecer formaron una videoconferencia que duró hasta las 3 de la mañana, incluso Ty quería colaborar con eso. Incluso mi madre propuso irnos todos a E.U. para la fiesta, mi padre comenzó a toser y todos comenzamos a reír, el ambiente era armónico y nos estábamos divirtiendo, tal parece que desde que Mía había pisado esa casa todos había adquirido esa alegría suya, esas ganas de vivir que la caracterizaban.
Unos gritos provenientes de la parte de afuera de la puerta, luego un golpe en la puerta y todos volteamos para ver lo que sucedía. Una encolerizada Regina entró dando tumbos y soltando improperios.
-¿Dónde tienen a mi hija?- gritó ella al vernos a todos en la mesa, los guardias la había contenido, pero la idea había sido atraer a la presa a su jaula.
-¡Madre!- saltó Marie del susto. Marie estaba de pie y le siguieron mi padre, luego mi madre, y yo.
-¿Cómo te atreves a interrumpir nuestra cena con tus gritos?- dijo mi padre duramente, con esa voz que te hacia encogerte del miedo.
-Ustedes secuestraron a mi hija- dijo Regina alterada.
-Estamos en una cena familiar, así que puedes irte- dijo mi madre ignorándola y sentándose a la mesa, los demás la imitamos excepto mi padre que se mantuvo alerta e intimidante.
-¡Oh! –Exclamó Regina- ¿Y porque yo no fui avisada?
-Porque tú no eres parte de esta familia- dijo mi padre mirando a Regina desafiante. Todo era un acto conspirativo, ¿se dieron cuenta?
-Pero seremos familia cuando Marie y Bastean…- comenzó está cuando mi padre la interrumpió.
-No habrá boda Regina- dijo calmadamente mi madre.
-¿Qué dices?- chillo la madre de Marie. Sus mejillas regordetas se habían puesto rojas, Marie se encogió ante eso, como estaba a mi lado yo tomé su mano y ella me miro, “todo estará bien” le dije con los labios pero sin emitir sonido, ella asintió y seguimos viendo la escena que se desarrollaba frente a nosotros.
-Marie es parte de nuestra familia, en el sentido más literal.- dijo mi madre haciendo una pausa dramática- comparte la sangre McDragon. Regina perdió todo el color de sus mejillas.
-¡Esas son calumnias! Y para que lo sepan la boda sigue en pie porque ese documento así lo dice- volvió a gritar Regina.
-Claro, eso dice- mi madre se levantó delicadamente de su silla y se acercó pero no tanto a la mujer que parecía querer desmayarse- Pero nuestras leyes dicen que dos personas con lazos de consanguinidad no puedes contraer matrimonio, es decir, que no pueden casarse porque son primos. Traducción, Contrato anulado.
-¡MIENTEN!- sostuvo Regina- ella no tiene ningún parentesco con ustedes.
-Eso no es lo que dice este papel- dijo mi padre calmadamente sacando de la solapa de su chaqueta un sobre amarillo. No se había perdido el tiempo con la prueba de ADN, tuvimos la ventaja de que el médico director del área de genética es amigo de mi padre, además de ser un caso urgente, los resultados llegaron hacia dos horas. ¿Los resultados? Pues bien, efectivamente Marie era una McDragon.- ¿Quieres que lo lea Regina?- él comenzó a abrirlo lentamente causando que Regina comenzara a gritar otra vez.
-¡Llamaré a mis abogados! ¡Los demandaré por secuestro y falsificación de documentos! ¡Por Calumnias! – Empezó a gritar. Luego miró a Marie con odio- ¡Eres una mala agradecida, todo lo que te di y tú me lo pagas traicionándome!
-¡Vasta mamá! Tú me traicionaste a mí, tú me ocultaste quien era realmente mi padre, y lo peor fue que me negaste la oportunidad de ser feliz, ser yo misma para variar, ¿y sabes qué? A ese gitano bruto al que llamas, es el amor de mi vida, y me ha dado lo que tú nunca supiste darme, verdadero cariño- dijo Marie, sus ojos estaban llorosos y sus mejillas rojas, pero se mantuvo fuerte y decidida en todo momento. Al fin salía a relucir la verdadera Marie Elizabeth Whitehouse, una chica de carácter pero dulce, tranquila pero luchadora. Estaba orgulloso de ella. Que tonto había sido William al negar como hija a tan valiosa chica, pero por un lado pienso, tal vez William hubiese dañado lo que es ella ahora, llenándola con su rencor y envidia. Ella debía estar realmente agradecida de tener a Guillermo como su padre, y se notaba en la manera en la que ellos se miraban, como si uno fuera parte del otro, esa clase de amor que no tiene comparación con nada en el mundo. Él la amó sin medidas, y aun sabiendo que su esposa lo había traicionado con el hombre a quien consideraba su amigo, la amó más simplemente porque era su niña tan esperada.
A Regina se le salieron las lágrimas, pero a Marie no, era una máscara de indiferencia, pero sus manos temblaban, eso podía verlo. La mujer no dijo nada más y se dio la vuelta.
-¡Oh Regina! – la llamó mi madre. Esta volteó- no puedes irte querida.
-Claro que sí, y lo haré- dijo entre dientes y llena de odio.
-Pero si la fiesta apenas comienza- dijo mi padre duramente. William entró como alma que lleva al diablo en ese instante.
-¿¡Que mierda es está Derrick!?- Gritó William agitando una hoja arrugada en el aire.
-Eso hermano, es una citación ante tribunales- William miró con desprecio a su hermano y luego a cada uno de los presentes. Marie se puso aun más tensa a mi lado.
-¡Lo sé maldita sea! Pero no entiendo para que- chillo William. Mi madre hizo señas a Lilly para que se llevara a las pequeñas que por desgracias había presenciado todo eso.
Por las puertas de la cocina entraron dos hombres vestidos con trajes y otros tres uniformados.
-Está usted detenido por el delito de extorción, amenaza, robo, falsificación de documento, intento de asesinato, porte ilegal de armas, compra y venta de mercancía ilegal, ¿eso responde a su pregunta?
-¿Qué?- Gritó mi tío.
-Lo siento hermano, olvidé mencionarte que serias detenido inmediatamente.- en eso William se le abalanzó encima tan rápido que los policías no tuvieron tiempo de evitar lo que iba a suceder a continuación.
William sacó del cinturón una pistola plateada. El arma brillo con fuerza al momento en el que mi tío apuntó mi padre con ella. Con la detonación llegó un silencio sepulcral a la habitación, como si todo hubiese ocurrido en cámara lenta. Los guardias se abalanzaron, derribaron a William, le quitaron el arma y lo esposaron, pero él ya había disparado. Mi padre estaba tirado en el suelo mientras se sostenía el costado izquierdo. Mi madre, Marie y yo corrimos a su lado.
-Estoy bien- dijo él- apenas me rozó- se quito la mano que estaba llena de sangre, pero como él había dicho solo tenía un rasguño, no se veía bien por la sangre que emanaba de él. Mi madre lo abrazó y lo beso mientras él intentaba convencerla de que no estaba grave.
Los sirvientes se pusieron en marcha para atender a su rey. A Regina también la detuvieron por complicidad, extorción y robo. Al parecer habían robado una pequeña a fortuna a su marido aprovechando su estado de alcoholismo.
Aquella noche había sido de locos. Pero al fin esos dos se pudrirían en la cárcel, Marie estaba a salvo y se iría al otro día con su padre. Mientras que yo, comenzaría a preparar mis cosas para irme a E.U. con Mía.
Ahora podía estar tranquilo de que las cosas irían para mejor d aquí en adelante, y debo decir que es como quitarse un gran peso de encima. Con mi padre ya en cama y vendado, me disponía a dormir con la esperanza de ser feliz, con las personas que más amaba.
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Muy buena entrada!!
ResponderEliminarPasate por el mio que deje un cover, a ver si te gusta :) que andes bien!!
http://elblogdebrina.blogspot.com