Personas que leen :D

domingo, 7 de agosto de 2011

Capitulo 14

Suave… ¿Algodón?... Cálido… Frio… Muy Frio… Mojado… Muy Mojado…

-¿Qué mier…?-Me desperté desorientado. Cuando logre enfocar la vista unos grandes ojos celestes me devolvían la mirada desde arriba. El gato blanco abrió el hocico mostrando sus afilados dientes. Solté un gruñido cuando el animal clavaba sus garras en mi pecho- ¡Maldita bola de pelos!- grite al tiempo que un quejido y un suspiro se escucho a mi lado. Por un momento había olvidado donde me encontraba, voltee solo para encontrarme con unos hermosos ojos entrecerrados y una adorable sonrisa junto con unas mejillas sonrosadas. Era realmente la criatura más encantadora que jamás había conocido.

-Buenos días-susurro Mía.

-Buenos días preciosa-respondí al tiempo que me inclinaba y besaba esos labios exuberantes y tentadores. La monstruosa bola de pelos subió en el abdomen de Mía, con la clara intención de llamar su atención, ¡maldito animal!

-Buenos días a ti también Señor Moon- dijo ella dulcemente mientras acariciaba al peludo entrometido ese, que ronroneaba de placer, MALDITO ANIMAL!!! Menudo atrevido, colarse en la cama, reclamar la atención de mi chica y para colmo ¿tenía que llamarlo Señor? Esto era patético, pero me las pagaría, pensé enojado.

-Ese gato infernal me despertó- Mía frunció el ceño y miro a su espalda. El reloj marcaba 8:10am. Ella dio un brinco y salió de la cama susurrando cosas que no podía comprender. Se paro delante de su armario y empezó a sacar unas prendas de vestir mientras yo la contemplaba desde la cama. La blusa que tenía se le ajustaba a su figura, era de un lindo verde, y el pantalón que tenia me dejaba apreciar sus piernas bien formadas y blancas. Su largo cabello tapaba en parte aquel hermoso tatuaje que representaban todos los deseos de esa muchacha, que merecía ser querida, amada y protegida. Una posesión primitiva se apodero de mí. Sentía el deseo de ser yo el que la protegiera de todo peligro, de todo dolor y angustia. ¿Y si aquello no funcionaba? Pues yo haría que funcionara. Le daría todo lo que su padre le negó…. Si él supiera el dolor de su pobre hija nunca se hubiese ido, era un cobarde.

Mía entro al baño. Un momento después salió del baño vestida con un jean, una blusa blanca y negro, también se había peinado y puesto una cola de caballo.

-¿Por qué tan apurada Mía?- pregunte despreocupado colocando mis manos detrás de la cabeza y recostándome a la cabecera de la cama.

-Tengo que ver a Paul- dijo sin más mientras se sentaba en un mueble tapizado de dorado.

-Puedo acompañarte si quieres…

-¡No¡-dijo exaltada- no tardaré nada te lo prometo- forzó una risa, se levantó y empezó a rebuscar en el cajón de la mesita junto a la cama. Saco unas llaves, suponía eran de su auto. Luego me miró. Sus ojos brillaban de una manera que jamás vi. Estaba hermosa- te veré más tarde- sin previo aviso ella me dio un beso que me enloqueció. No fue tierno, sino exigente, apasionado increíble. Cuando se separo de mí me di cuenta que sus labios estaban rojos e inflamados por mis besos. Esa mujer me mataría, y con gusto iría al cielo, pero la llevaría conmigo. Le di un abrazo antes de marcharse. Salió de la habitación, no sin antes besarla otra vez. Rayos!! Adoraba a esa mujer.

Con las pocas canas del mundo de levantarme tomé la bata que había arrojado al piso y me la até. Tenía que hablar con muchas personar para organizar mis vacaciones en casa, las que prometían ser inolvidables.



Se me había hecho tarde, ¿y cómo no? Bastean había pasado la noche en mi habitación. Nunca antes hubiese imaginado semejante escena. Estaba en camino hacia el cementerio, tenía que hablar con Paul, él sabría qué hacer, o por lo menos intentaría ayudarme, pero ya no estaba conmigo, ahora solo quedaba buscar el camino correcto por mí misma, era frustrante sentirte sola, y meditando un poco las cosas, ya no esta tan sola, pero seguía estando vacía, incompleta.

Las rejas como cada domingo en la mañana estaban abiertas. Parándome en la caseta de la entrada salude al viejo señor Graham, el pobre anciano solo tenía la compañía de su hija y nieto Samuel. Samuel y yo nos llevábamos unas cuantas semanas de diferencia. Serena, la hija del señor Graham había sido la mejor amiga de mi madre durante mucho tiempo, hasta que mi madre murió. Ellas se habían casado por las mismas fechas, y concebido también, ¡qué locura!, pero no cabía duda de que era una mujer maravillosa, además de ser la tutora de Cloe, se había comportado de lo mejor conmigo luego de la tragedia. La señora Graham había sido una graciosa mujer también. Mi abuela llegó a este lugar siendo madre soltera, trabajó junto con la señora Graham en su florería adjunta al cementerio, y claro sus hijas crecieron juntas. Samuel era mejor amigo de Paul, y cuando Serena se hiso cargo de Cloe cuando tenía siete años, bueno ya sabrán, se hiso mi mejor amiga. Era increíble como las casualidades habían unido a dos familias, y con las situaciones más adversas sus lazos se hicieron más fuertes con el pasar de los años.

El Sr. Graham era un hombre huesudo de tez morena y cabello cano, su sonrisa afable siempre me había parecido algo familiar, nunca conocí a mi abuelo, y de mi abuela recordaba muy poco. Era el tipo de familia que se conforman no por lazos de sangre sino por el amor que sentíamos.

-Buenos días pequeña- saludo él mientras ajustaba su sombrero.

-Buenos días para usted también-le sonreí.

-¿Se te pegaron las sabanas esta mañana?-preguntó el Sr. Graham con una carcajada ronca. Ante el recuerdo de la noche anterior me sonrojé- Ah, ya veo que sí.- luego m e hizo señas para que continuara.

La tumba de mi madre estaba cerca por lo que estacioné el auto junto a un hermoso rosal. Caminar por la senda que estaba dispuesta entre las lapidas era un poco deprimente, pero a la vez me hacía sentir en paz. Era deprimente porque muchos de los fallecidos habían tenido familias, amigos, trabajos, todas esas cosas, y por mala suerte del destino murieron por causas ajenas a ellos, una bala perdida, asesinatos, un accidente, como mi madre y Paul. Por otro lado, algunos se habían quitado la vida. Otros habían preferido su muerte, culpa tal vez de las necesidades de un trabajo o el pan de cada día, una enfermedad tal vez, era mejor pedir que la muerte te lleve a seguir sufriendo. Pero la vida perdida de tantos inocentes que aun no habían vivido y simplemente se les agoto el tiempo, o simplemente les arrebataron ese tiempo. Pensaba a menudo que nuestra vida era un reloj de arena, que se va agotando a medida que baja cada grano, que debemos aprovechar al máximo nuestras oportunidades, y que algunos preferían gastar esos indispensables granos de arena en alcohol y drogas. Somos como la estructura del reloj, hechos de cristal, que con un mal movimiento puede caerse y quebrarse, y…¿esa fue toda nuestra vida? Rayos!! Odiaba mis momentos filosóficos, me hacían sentir extraña, pero realmente si nos podemos a pensar no es del todo descabellado mis momentos, era que simplemente veía al mundo de manera distinta. Ok sí, creo que estoy un poco loca.

Miré con cariño la tumba de mi madre, cuanta falta me hacía un abrazo de ella, tal vez no un consejo, pero sí un abrazo, una caricia, algo que me hiciera saber que estaría junto a mí siempre, que sería mis alas, que nunca me dejaría caer. Era tonto, pero a veces creía escuchar su voz, en el viento, en el sonido de las ramas al chocar juntas, en el correr del agua, pero sabía que eran cosas surrealistas, somos simple materia, tal vez luego de perderlos no volví a tener fe, eso de que existe una vida después de ésta no me cuadra. Tal vez mi sufrimiento bloqueo esa parte de mí, dirán que soy insensible, pero solo alguien que ha perdido a un ser querido, que lo allá amado como a nadie, y su vida, su luz, se extinguió, y no volverlo a ver jamás, más que en fotos o algún video, extrañar su risa, esos momentos que compartieron juntos se encuentren en el pasado, que no será parte de tu futuro… aquí estoy otra vez con esto…en fin, esas son las cosas que te hacen cuestionar las cosas en las que crees. Buscar un culpable, siempre lo hacemos, caemos en la negación, y algún familiar sugiere una adorable visita a un psicólogo, la cosa es… que entre más vallas sentirás más dolor al hablar de ellos y lo haces tanto que termina pareciéndote natural, idiotas intelectuales, es un truco de lo más sucio.

Me agache, pase la mano por las letras de la lapida, y luego me paré. La lapida se sentía fría en mis dedos, no había calor ni consuelo en una piedra. Si había un cielo para la gente como esperaba que tuviera un suéter, estaba haciendo frío. La tumba de Paul estaba más adelante, tendría que ir en el auto, sería más rápido, pero como no me esperaban hasta el medio día decidí caminar… caí en la cuenta de que sí me esperaban. Bastean me esperaba.

Subí al auto y conduje el trayecto siguiente. Se estarán preguntando porque mi madre y Paul se encuentran tan lejos el uno del otro… pues bien…

Paul y yo solíamos jugar al pie de ese enorme árbol. Veíamos al Sr. Graham colocar flores en las tumbas de los más olvidados, veíamos gran parte del cementerio desde allí, pero lo que más amábamos era como el soltaba sobre la copa de los árboles y las ramas proyectaban “corazones deformes” al pasto. Era increíble como ese lugar nos había hecho tan felices… a mi padre le parecía bien, en realidad sentí que no le había importado mucho esa situación.

Estacioné y bajé del auto. La pequeña colina se entendía justo delante de mí, el viento agitaba las ramas con todos aquellos listones de colores que había en ellos.

El viento había movido las flores que tenia junto a la fotografía de Paul, por lo que las acomodé y me senté un poco recostada a la lapida.

-Hola hermano- susurré.- tengo tanto que contarte… no tengo idea por dónde empezar. ¿Recuerdas a Bastean?...- relaté todo lo sucedido esa semana, el paseo a la ciudad, el baile, la noche anterior, y la propuesta de Bastean de acompañarlo a su país, le conté mis temores, mis ansias de cariño, que extrañaba a nuestro padre y que sentía algo de rencor por no estar ahí para mí. Tal vez mi conducta parezca un poco contradictoria, dirán ¿si no crees en nada porque sigues hablándole a algo en lo que no crees? Es sencillo… necesito sostenerme a algo, para no derrumbarme. Sonora ilógico, pero la vida no siempre tiene que ser lógica.

Me quede pensando… solo pensando, y esperando una respuesta que estaba segura no llegaría de la nada… me paré besé la foto de mi hermano y empecé a bajar la colina…

Arriésgate…

Pensé que había escuchado esa palabra… será que… En cualquier caso, esa era la respuesta que necesitaba. 

4 comentarios:

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  2. publica porfa esta muy bueno felicitaciones!!!

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