Personas que leen :D

sábado, 28 de mayo de 2011

capitulo 2 :)

POV Mia

Al final del día mis músculos pedían a gritos una cama, había sido un día caótico, en especial a la hora del almuerzo. Era patético ver a todas las jóvenes de la escuela convertidas en zombis. Luego de eso me percate de que no solo compartía casi todas mis clases con el principito, sino que además viviríamos bajo el mismo techo. La cosa no podía ser peor, ¿o sí?

La verdad es que sí podía ser mucho peor.


La casa estudiantil numero 2 quedaba a unos diez minutos de la escuela. La gran casa había pertenecido a mis abuelos y a los padres de ellos. Era una de las casa más viejas construidas en esa comunidad, y era la única que no se estaba desplomando. Tenía tres pisos, de los cuales el primero pertenecía a la familia, es decir a Coco y sus engendros, con cuatro habitaciones, sala de estar, cocina, sala de lavado y dos baños. El segundo piso tenía cinco habitaciones, la mía era la más grande y tenía un balcón, otra era una especie de biblioteca pequeña, con monitores incluidos. Cloe vivía conmigo en ese piso, junto con Valery otra de mis mejores amigas, y un baño (yo tenía uno en mi habitación). Y en el tercer piso habían otros cuatro cuartos, estaban Tyler y Mathew, un baño y al parecer un príncipe preso.

Cuando llegue a casa junto con las chicas lo primero que escuchamos fue el grito de Coco.

-¿Cómo que un príncipe vendrá a quedarse Roger?- grito ella mientras hablaba por teléfono-No me importa si se te había olvidado esto es importante. Tendremos a la prensa aquí y no he ido a la peluquería.

-¿Estás hablando con papá? ¿Puedo hablarle?- ella me miro un momento y luego tranco.

-Estaba muy ocupado querida- siempre hacia lo mismo. Realmente era malvada.- ¿Sabías que venita un tal príncipe McDraga a quedarse?

-Es McDragon creo, y sí, me entere esta mañana- dije sin darle importancia al asunto.

-¿Por qué no dijiste nada mocosa ingrata?-grito. Cuando se ponía así las chicas desaparecían de inmediato. Cobardes.

-Lo supe cuando llegue a la escuela, la verdad estoy tan sorprendida como tú- dije sinceramente.

- Bueno y que esperas para prepararle un cuarto. ¿Dijo cuando vendría?

-Creo que tiene unos asuntos que atender- dije mientras subía por las escaleras, luego ella respondió a eso pero la ignore. Cuando llegue a mi habitación lo primero que hice fue lanzar mi bolso con rabia.

Odiaba que me tratara como si fuese una sirvienta o algo así. Ella no se hacía responsable de nada en la casa, solo tomaba el dinero que mi padre mandaba para los gastos de la casa, los dividía en dos, una parte para la manutención de la casa y lo otro para ella. Así como el dinero mensual que recibía de los muchachos, claro que ellos me entregaban la mitad de lo que debían pagar para que pudiera mantener mejor la casa, pues con el dinero que ellos le entregaban a Coco pagaba su horrible manicure y su espantosa permanente, pagaba el club deportivo al que asistían sus diablitos y pagaba a alguno que otro maestro para que les aprobaran las materias a esos dos. Se estarán preguntando ¿y yo qué? Bueno, tenía un trabajo de medio tiempo como ayudante en un preescolar de la zona, no diré que seré millonaria pronto, pero me gustaba. Coco estuvo muy entusiasmada de que consiguiera empleo pues “salía demasiado cara”

Mi habitación era lo único que podía decir “es mío”, “mi auto”, “mi casa”. Coco nunca se había pasado de la raya con lo de “La casa” pues sabía que yo poseía las escrituras de la propiedad, al igual que estaba encargada de la organización. Ella por ser la mayor y mi tutora en ausencia de mi padre tenía el control de ciertas cosas, pero no el poder legal para hacerlo, en fin eso se acabaría cuando mi padre regresara, si es que lo hacía.

Me acosté en la cama y cuando estuve cansada de mirar el techo decidí pararme y ducharme. Luego que todo estuvo en orden dentro de mi cabeza, subí al tercer piso para encargarme de la “suite” para el nuevo inquilino.

Subí sin ninguna prisa al siguiente piso, escuchaba la música rock que venía del cuarto de Tyler. Cuando la música se hizo más ensordecedora note que el susodicho se había asomado al pasillo. Él regreso al cuarto y apagó la música solo para regresar al pasillo.

-Dichosos los ojos que ven tan dulce criatura- dijo en tono teatral- Sabia que eras tú quien subía.

-¿Cómo podías escucharme con semejante ruido?- dije mientras le levantaba una ceja y me cruzaba de brazos.

-Vamos preciosa eso es música. ¿Qué haces en los aposentos de un hombre?-preguntó

-En primer lugar, No estoy en tu habitación. Segundo, eso que escuchas es ruido. Y tercero, voy a preparar una habitación para el nuevo inquilino.

-Así que es verdad. El prototipo de Kent vivirá con nosotros- dijo mientras se recostaba contra el marco de la puerta de manera despreocupada y una sonrisa maliciosa se dibujaba en un atractivo rostro británico.

-Oh, no amigo. Nada de fraternizas con ese sujeto- mis mejillas se pusieron de color rojo.

-¡¡Nahh!! No es mi tipo, además escuche que ya estaba saliendo con la mala imitación de Paris Hilton.- No, eso era imposible. ¿O sí era posible? Bueno por si no lo notaron Tyler era gay. –¡Mía! Estas roja- grito mi loco amigo.- No me digas que te gusto ese niño bonito. Cariño nada que ver, tú no eres de esas.

-¡Tyler!, ¡lo dices como si fuera lesbiana!- ante eso me puse aun más colorada.

-¡Hay!- se quejo- lo dices como si fuera una grosería.

-Lo siento, pero no sabes lo feo que sonó. Pero tienes razón, no soy como las demás. Ahora déjame continuar mi camino o tendrás que ayudarme.

-Eres tan mala con las amenazas, sabes que me gusta arreglar habitaciones, ¿sino porque crees que se puede ver el piso del cuarto de Mathew? El idiota me paga por hacerlo.- y el sonrojo fue tan fuerte que ya me ardían las mejillas- ¡Nada de eso! –Se defendió como si estuviera leyendo mi mente- me da veinte grandes para que lo haga.

Sin pensarlo escogí para Bastean la ultima habitación de ese piso, precisamente la que tenía un balcón que estaba justo sobre el mío. ¿Por qué no lo cambie? Pues cuando había terminado, fui consciente de ese pequeño detalle. No tenia de que preocuparme, me repetía una y mil veces mientras terminaba de arreglar todo.

Era sin duda espaciosa, con ricos colores azules y dorados, también sus muebles y cortinas. Toda la decoración de la casa era estilo victoriano, y esa habitación no era la excepción. Cuando llegaba un nuevo inquilino quedaba en potestad si cambiarla o no. Solo mi habitación estaba intacta. Cuando vivían mi madre y mi hermano, todos ocupábamos el piso inferior, y siempre me había encantado la habitación que estaba ocupando actualmente. No solo era muy grande, sino que además tenía una cama con altos postes y una cortina de tul blanco, era como la espuma del mar. Había mucho color lila, orquídea, purpura y dorado. “Digno de una reina” había dicho mi madre. Luego de su muerte quise ocupar esa habitación, pues le gustaba tanto como a mí, pero mi padre se opuso, “era todo un piso para una sola niñita”. Después llego la Cocodrilo y con más placer que pena ocupe esa habitación, desde entonces ah permanecido intacta, con la pequeña diferencia de que mientras más crecía, fue cambiando el contenido de la peinadora de madera tallada, el armario de madera y el escritorio. Eran lindos recuerdos.

-Tierra llamando a Mía… toc, toc- Tyler hizo el simulacro de que mi cabeza era la puerta que tocaba.- Aterriza llego el muñeco de torta.

POV Bastean

Después de discutir dos interminables horas con Jeremy Smith, un primo político por el lado de mi madre y mi tutor legal en EE.UU. no se pudo llegar a ningún maldito acuerdo, mi padre le dio órdenes de que debía “socializar” con otros jóvenes para “Trabajar mi diplomacia” ¿Qué clase de broma absurda era esa?

Eran las cinco de la tarde, estaba hambriento y realmente cansado. Y ahora tenía que quedarme en casa de la pequeña pelirroja temperamental. ¡Rayos! Cuando entrara me destrozaría vivo por haberla provocado.

A decir verdad la fachada de la casona no estaba tan mal. Tenía un lindo jardín, ventanas amplias y era realmente grande. Bernard bajo todo mi equipaje mientras yo tocaba el timbre de la casa. Dentro escuche un gritico, luego unos pasos rápidos y al instante se abrió la puerta. La verdad era que esperaba que cierta jovencita fuera la que abriera, pero en su lugar lo hizo una joven rubia de lindos ojos verdes, parecía más cerca de los 30 que de los 20, pero aun así tenía su encanto.
-Bienvenido señor- la joven hizo una reverencia mucho mejor que la del director y me dio espacio para que entrara. El vestíbulo era realmente lindo, espacioso, casi hogareño. Había muchos garrones con flores, gardenias y lilas, las paredes en tonos cremas la hacían luminosa. Por lo que aprecie en ese instante, casi todos los muebles eran de madera. Las cortinas, alfombras y algunos de los muebles parecían sacados de una película del siglo XVIII. Había una fila de chicos en la escalera, pero a la que deseaba ver no se encontraba ahí. Reconocí a la señorita Cloe Morgan, como olvidar semejante rostro de querubín. Otra chica de cabello oscuro, bastante alta por cierto. También un chico alto de cabello ondulado y con cara de fastidio, y otros dos rubios, creo que eran hermanos, uno estaba sobre alimentado y el otro parecía adicto a los esteroides. Una mujer bastante reconstruida se acerco a mí e hizo un intento de reverencia, su falda muy ajustada a las enormes caderas y los tacones de aguja no le permitieron hacerla como es debido, o simplemente no la sabia hacer.

-Oh príncipe McDragon se usted bienvenido a esta humilde residencia- dijo ella en tono zalamero- espero que su estancia sea de lo más agradable, mi adorada…- la mujer vio hacia el grupo buscando a alguien- ¡MÍA!- gritó, sí, buscaba a alguien.

-Aquí estoy Coco- dijo una dulce voz desde lo alto de las escaleras. Iba corriendo y su cabello largo estaba despeinado. Su ropa no le hacía justicia, llevaba una camiseta demasiado grande, y vaqueros desgastados y convers también desgastadas. No había notado al muchacho que le pisaba los talones. Era de cabellos negros muy lisos, mandíbula cuadrada y cuerpo bien formado, ¿sería su novio? ¡No! Ella no podía tener novio… ¿Y por qué no?, dijo una malvada vocecita dentro de mi cabeza.

-Como te decía- continúo la extravagante mujer- mi adorada Mía se encargara de mostrarte la casa y tu habitación, te presentara a todos y bueno, eso es todo. Tengo que irme- se despidió de los rubios y luego se fue. Bernard ya estaba en la puerta con mis maletas.

-Esa que acaba de salir es nuestra carcelera Constan- dijo la chica alta.- Hola, me llamo Valery- ella extendió su mano y como era un caballero le bese el dorso, ella se sonrojo y rio alto- Oye amigo estamos en Estados Unidos no en donde sea que vives, aquí saludados así- ella tomo y mano y la sacudió, era más propio de caballeros hacer eso pero, como dice el dicho: A donde vallas, haz lo que veas. ¿O eso era de los padrinos mágicos?

-Bien- dijo la pelirroja- por fortuna o por desgracia ya nos conocemos, en cualquier caso soy Mía, ¿recuerdas a Cloe?

-Sí, es un placer volver a verla señorita Morgan- ella se sonrojo un poco y asintió. Pude ver como Mía rodaba los ojos con fastidio.

-Él es Tyler- ¿el novio?, este me saludo con un ¿Qué tal?-Mathew- el joven rodo los ojos y subió susurrando un “como sea”, ¿Y a este que le pico? – Ellos son Phillip y Peter, hijos de Coco- ellos discutieron por quien me saludaría primero (Patético la verdad)- y por ultimo pero no menos importante- dijo mientras sonreía a la joven que estaba parada en la puerta- ella es Lulú, nuestra chef- Lulú se sonrojo- y la encargada de la limpieza, no puede hacer todo sola así que la ayudamos a veces. Todos tienen que colaborar con algo, después veremos que harás- eso me pareció un “haber que sabes hacer”- si me acompañas te mostrare tu habitación, tu mayordomo no puede quedarse ¿lo sabes?

-¿Bernard no se quedará?- pregunte preocupado.

-No, lo siento, son reglas de la casa- dijo un poco apenada al ver mi rostro. ¿Acaso me mantendría yo solo?

-Pero lo necesito- me queje.

-Él puede venir todos los días pero…- empezó ella pero Lulú la detuvo.

-Señorita hay un cuarto disponible en el galpón del jardín, si al señor no le molesta compartir habitación con el señor Ray creo que no habrá problema, ¿Qué dice?- era una joven muy entusiasta.

-Sí el señor Bernard no tiene inconveniente yo tampoco- en esos momentos me di cuenta la madures con la que hablaba. Pareciera que fuera la encargada de la organización completa de la casa, y al parecer así era, pues Lulú se dirigía a ella con el respeto que se merece la señora de un castillo. Mía era la señora de ese castillo.

-Dígame Bernard señorita- dijo mi mayordomo logrando sacarme de mis cavilaciones- no importa en qué lugar me asigne, solo me gustaría atender a mi señor como me ordenaron y claro estaré a su entera disposición.

-Eso es muy amable- dijo Mía- pero como usted mismo ah dicho se encargara de… cuidar a su amo- había un tono sarcástico en su voz- pero si necesitamos su ayuda no dudaremos en pedirla.- la sonrisa que le dedico al anciano casi me hiso desear una para mí, pero de esos mismos labios.

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