Personas que leen :D

domingo, 7 de agosto de 2011

Capitulo 13

Aunque la madrugada era fría, nada de eso importaba. Bastean me había hecho reír hasta las 2 de la mañana, cuando por fin los demás llegaron a la casa.

Tyler estaba algo achispado por tanto coctel. Reía como idiota, pero su sonrisa se hizo aun más grande cuando nos vio bajando del auto de Bastean. Ellos habían llegado en el auto de Matt, un enorme y extravagante Jeep.

-¿Qué han estado haciendo muchachos?-Pregunto Ty mientras se limpiaba una lagrima y bostezaba.

-Esperándolos-dije sin más, lo que hizo que ellos rieran aun más fuerte.

-¿Es lo que han estado haciendo durante dos horas? No somos ingenuos Mía- Dijo Matt tocándole el hombro a Bastean, quien por cierto se había sonrojado mucho- Amigo, es hora de que tengamos una seria conversación…

-Ya esa conversación la tuve con mi padre, gracias- Matt se encogió de hombros y tomando a Kate de la mano tiro de ella hasta las escaleras. Todos los seguimos.

Al entrar a la casa todo estaba en penumbras, por lo que subimos todos de puntitas como si nos estuviéramos escabullendo a escondidas. Ty subió las escaleras aun riendo, mientras que los demás le dábamos en la espalda para que no se ahogara. Las chicas nos despedimos de los chicos y nos quitamos los tacones en el pasillo, la verdad me mataba los pies y hacían muchísimo ruido. Kate quedo en dormir en el mismo cuarto que Valery, entraron en la primera puerta del pasillo y con un gesto cansino nos despidieron. Cloe rio bajito, se rio mientras me decía que Kate había bailado toda la noche con Matt y que habían estado muy juntitos toda la noche. Me alegraba mucho por ellos.

-¿Y tú qué?- dijo cuando llegamos a su puerta, estaba claro que no dejaría el tema para el día siguiente, ¿o debería decir… esa mañana?-No me digas que no paso nada entre Bastean y tú.

-Mmmm- me reí y me puse colorada de solo acordarme de lo que había pasado- solo diré, que fue la mejor noche de mi vida.- ella me dio un abrazo muy fuerte y me sostuvo las manos un momento.

-Me alegro muchísimo Mía, pero…- podía ver la preocupación en su rostro, ella más que nadie sabía lo que había sufrido por creerme enamorada.- ándate con cuidado, y más con Bastean.

-¿Por qué?- pregunte confundida.

-Porque -suspiró- a pesar de ser un chico normal, también es un príncipe, y conoces muy bien como son estas cosas. Los cuentos de hadas son solo eso… cuentos.- Ella tenía razón, a veces olvidaba quien era él, y porque estaba en Washington Yo era nada más la casera. Y sí, puede que mi padre tuviese dinero, no mucho, pero algo, y él… tenía demasiado, tenía un titulo, y sobre todo una posición que cuidar. Pensé, en que dirían sus padres de saber que congeniaba con una simple chica de ciudad, cuya familia estaba desintegrada y aparte parcialmente huérfana.

No quería creer que esas cosas siguieran sucediendo en el siglo XXI, pero no podía desechar esa opción, aunque doliera era así, no conocía sus costumbre y todas esas cosas sobre títulos, lo único que sabía era lo que había leído en mis libros.

-No quiero estropear tu felicidad Mía-dijo Cloe al notar como mi sonrisa había desaparecido- eres como mi hermana y te amo, por eso no quiero verte lastimada. Ya te he visto lo suficiente.- Le sonreí a mi adorada amiga.

-Gracias, y te prometo-dije tomando su mano-que tendré cuidado. – le di un beso en la mejilla y entro a su cuarto.

Mi habitación iluminada únicamente por luz de luna que se filtraba por las puertas de vidrio que dan hacia el balcón. No me molesté en encender la luz, conocía muy bien donde se encontraba cada cosa, igual que con el resto de la casa. Había entrado tantas veces desde que tenía memoria que no me importaba que todo estuviera oculto por las sombras.

Fui directo hasta mi armario y busque la caja de las sandalias. Las pequeñas piedras incrustadas en la parte de adelante brillaron la sostenerlas en alto. Esa noche me había sentido hermosa e importante. Ningún chico me había mirado de esa forma antes. Y mañana volvería a ser el mismo patito feo de siempre. Al quitarme el vestido, Cenicienta quedaría en mi closet.

Me senté en la cama y simplemente por costumbre encendí la lámpara de noche. La habitación quedo tenuemente iluminada por la cálida luz amarillenta que desprendía la bombilla. Busque a tientas el cierre en mi espalda. Cuando por fin lo encontré un leve golpe resonó en la puerta de vidrio. Del susto salte de la cama y me puse contra la pared. El vestido ahora estaba suelto y pesaba. ¡Diablos! Pensé al ver la sobra en mi ventana, ¿Un ladrón? ¿En Wraes Ville? Eso si que era una novedad pero… ¡Rayos yo estaba casi por desvestirme y un ladrón estaba en mi balcón!

-¡¡AYUDA!!-Grité a todo pulmón.

-Calla Mía soy yo- dijo el desconocido. Aterrada busque el encendedor. La luz blanca revelo cada objeto del cuarto que la luz de la lámpara no había alcanzado. Voltee aun con el corazón desbocado por el susto. Pero cuando vi a Bastean en la ventana solo me provocó lanzarlo por ese mismo balcón. Enojada le hice señas para que esperara. Tomé mi ropa de la cama y fui corriendo el baño.

Una vez dentro logre que mi desbocado corazón se calmara. Como pude logre bajar lo que quedaba del cierre y al instante el vestido callo a mis pies. Me puse la blusa verde de tiritos y el pantalón corto a juego. Tome con cuidado el vestido y lo metí de nuevo en la bolsa que sabía estaba había dejado en la perchara de las toallas y salí.

Bastean seguía en el balcón y estaba… ¿bailando?

-Esta helando aquí afuera ábreme- dije en susurro, pero logre escucharlo. Como seguía molesta me tome el tiempo necesario para meter el vestido dentro de la bolsa y luego en el armario. El cristal de la puerta sonó cuando Bastean golpeo con los nudillos. Eso le serviría para no asustarme como lo hizo. Pero algo en mi mente se encendió ¿Y si enfermaba? No cargaría eso en mi conciencia. Ante esa posibilidad fui corriendo a abrir la puerta.

Bastean entro y comenzó a saltar. Estaba tiritando y tenía los labios morados. ¡Rayos sí que me pasé!

-Ven- Le hice señas para que se metiera entre las sabanas de mi cama. Él era realmente alto. Al verlo en ese lugar mis mejillas se encendieron. Bastean en mi cama. Eso no era bueno. Rápidamente di la vuelta para ponerme arrodillada junto a él. EN EL PISO (obviamente)-¿Qué hacías en mi balcón? ¿Te has vuelto loco, Bastean?-Ahora estaba preocupada, él no respondía y tenía los ojos cerrados.

-Sí- dijo quedamente mientras sus labios disminuían su temblor – pero loquito por ti.- me toco la mejilla y al instante temblé.

-¡Por Dios estas helado!- dije mientras tomaba su mano. Puse una mano en sus mejillas sin soltarlo, ¡Estaba muy frio!

-Tú podrías darme calor- me puse más roja de lo que ya me encontraba, ¿pero cómo podía yo decirle que no? Era mi culpa que estuviera así. Me pare del suelo y rodee la cama para colocarme a su lado sobre las sabanas. Lo rodee con mi brazo y frote la sabana para transmitirle un poco de calor.- No es suficiente pequeña-dijo aun tiritando-tienes que abrazarme más.

Sabía a donde quería llegar pero… ¿y si moría de hipotermia?

Algo dudosa me metí dentro de las sabanas. Bastean me puso el brazo a mi alrededor, el cual realmente esta frio y me acerco a su cuerpo. Con el corazón desbocado puse mi mano en su pecho. Sentía la fina tela de su bata y su corazón a mil por hora. Él también estaba nervioso. Pasamos unos cuantos minutos abrazados. Yo tratando de calentarlo y el suspirando cada ver que si querer tenía que moverme y rosaba con mi rodilla su rodilla o movía la mano sobre su espalda. Cuando sentí su respiración acompasada y ya no tiritaba me atreví a míralo a la cara. Sus ojos estaban cerrados y sus largas pestañas rubias hacían sombra sobre sus mejillas. Nunca lo había visto dormir, hasta ahora.

Sus labios estaban levemente entre abiertos, se veía tan lindo. Tenía el cabello un poco revuelto, tal vez por el viento, la luz de la lámpara estaba justo detrás de él haciendo que sus cabellos brillaran como el sol. No pude detenerme a pensar si quiera en despertarlo, pero algo dentro de mí me gritaba que lo tocara, y así lo hice.

Con delicadeza pase mis dedos por algunos mechones parados, apreciándolos, su largo, su suavidad. Cuando por fin solté el mechón, deja que mi mano danzara sobre la barbilla de Bastean. Cualquier modelo mataría por tener aquel rostro, y hasta los ángeles llorarían al ver tanta perfección. Instintivamente pase mi pulgar por sus labios, estaban cálidos. Gracias a Dios había entrado en calor. Bastean besó mi dedo, al instante lo miré a los ojos y los tenia abiertos.

Sus ojos de un verde bosque eran la cosa más hermosa que jamás había visto, prometían felicidad y placer, sobre todo placer. Ese deseo primitivo encendió mi sangre. Pero me obligue a pensar de manera racional… ¡Pero con él en mi cama, tan cerca, no podía pensar racimalmente!

-Lamento si te desperté.-susurre. Bastean me acerco a un más a él, tanto que podía sentir emanar su calor sobre la tela de su bata.

-No importa.-una sonrisa se dibujo en sus labios- me estabas tocando- ¡se había dado cuenta! En realidad no estaba dormido ese…

-Lo siento- dije apartándome un poco de él. Bastean se movió al tiempo que yo también lo hice. En segundo esta sobre mí son los codos a mis costados y lo miraba desde abajo temblorosa. No me había dado cuenta que había dado un pequeño gritico de sorpresa hasta que Bastean hablo.

-Shhh- dijo contra mis labios- alguien podría escucharnos. -Su aliento daba directo en mi rostro, era como un maldito afrodisiaco.

-Bastean…- susurre. El corazón me iba a estallar. Me dolía la garganta y mis labios estaban secos. ¡Por Dios ese hombre iba a matarme! Yo no era ninguna chiquilla, era… una mujer. “Y tienes necesidades” Maldita voz en mi cabeza, tan inoportuna como siempre.-¿Estas mejor?- fue todo lo que logre decir.

-Mejor que nunca- respondió él con una voz ronca y sexy. Haciendo uso de todo mi auto control le di un empujón y salí de la prisión que era su cuerpo.

-Bien- dije incorporándome en la cama. Tenía la respiración entrecortada y me sudaban las manos. Bastean se rio bajito, eso me molesto, pero gracias a eso mi sangre logro aplacarse un poco.- ¿Qué estabas haciendo en mi balcón? ¿Tratando de matarme de un susto o tratando de morir congelado?- Él suspiro y se tendió de nuevo en la cama. En esa posición en la que estaba, tan cómodo, me hizo pensar en un futuro, amanecer abrazada a él y luego dormirme a su lado…

-Ninguna de las anteriores- Bastean me saco de mis pensamientos. Cuando lo miré el sonreía abiertamente. Ahora se había quitado la bata y dejado al descubierto su bien formado pecho y abdomen. Era como una tableta de chocolate blanco, deliciosa y perfecta. Se me hizo agua la boca de solo verlo.

-¿Y entonces?- dije centrando la vista al frente, donde estaba la puerta del baño.

-Mmmm…quería verte.

-Por hacerlo casi te da algo…

-Pero valió la pena- dijo mientras me tomaba del final y la blusa y tiraba hacia abajo- me gusta ese tatuaje.- me sonroje a un punto doloroso. Estaba viendo mi espalda, estábamos en mi cama… ¿Señor que seguiría?- ¿Es nuevo?

-N…no- tartamudee- lo tengo desde hace dos años.

-Ah… ¿Por qué te lo hiciste?-preguntó mientras tiraba de mi brazo para que me volteara. Reticente a regresar a la posición en la que me encontraba antes, me puse boca abajo y abrase una almohada. Bastean me imito. Nuestras miradas se encontraron y nos quedamos unos segundos así, hasta que él me alentó a que le contara la historia. Suspire resignada.

-Lo hice cuando mi padre se fue a vivir en la ciudad.- odiaba como nunca ese día. Tanto dolor en mi interior…

-¿Y por eso te tatuaste, para revelarte contra tu padre?- por lo menos a alguien le parecía gracioso.

-En parte- dije. Él había dejado de reír.- ese día… término de destruirse mi familia. Solo lo tengo a él, y a mis abuelos, pero no los veo mucho. En cualquier caso, estaba molesta, ya era suficientemente duro con que él no pudiese mirarme porque le recordaba a mi madre, y decidió irse a vivir a la ciudad. Siempre trabajaba allí, salía muy temprano y no regresaba hasta bien entrada la noche. No lo veía casi nunca. Los fines de semana que tenía libre se encerraba en su cuarto a trabajar. Era su manera de escapar al dolor. Me dijo que así estaría más cerca del trabajo.- aun recordaba a mi padre empacar todo y subirlo a su auto. Coco lloraba desconsolada, pero sabía que eran falsas.-le rogué que se quedara o que me llevara con él, pero dijo que yo debía encargarme de la casa, que confiaba solo en mí para hacerlo.- en su interior él sabía que Coco la dejaría echarse a perder, y ese era el legado de sus padres.

-Esa no es excusa para abandonarte- dijo Bastean mientras me quitaba un mechón de cabello de la cara y lo dejaba detrás de mi oreja.

-Al día siguiente- continúe- le pedí a Cloe que fuera conmigo al centro comercial, la idea era que me tatuara y que él regresara a reprenderme, pero no lo hizo. La noche anterior había estado tan triste y molesta que tomé mi cuaderno de dibujos y comencé a hacer trazos a diestra y siniestra. Luego se fueron volviendo más nítidos y precisos. Hasta que tome otra hoja y dibuje las alas de una mariposa. Pero no cualquiera- dije emocionada- unas muy raras, que solo unas pocas tuvieran. Yo quería tener alas, y volar con una mariposa. Libre. Sin cadenas que me ataran a ningún lugar.- Bastean sonreía al oír la pasión en mi voz- Pero… aquí en Wraes Ville está todo lo que quiero, y odio también. Aquí se conocieron mis padres, aquí fueron muy felices, nacimos Paul y yo, conocí a mis amigas,… Aquí mamá y Paul murieron, aquí Coco me hacia infeliz, aun lo hace- dije riéndome con tristeza.- pero… aquí te conocí. Y volví a ser feliz. Pero aun sueño con ser libre, y hay tantas cosas que me atan a este lugar que es sofocante. Solo tengo 17 años, y hay tanto dolor en mí.- Bastean me abrazo.

-Déjame quitarte ese dolor Mía. Déjame hacerte feliz- él beso mi frente, beso mis parpados ahora cerrados y húmedos de las lagrimas. Nunca había hablado sobre el tatuaje, salvo a mis amigas que me entendían por completo. Cloe entendía mi necesidad de libertad, ella también era prisionera como yo. En cuanto a Kate y Valery, eran totalmente libres de ir y venir, ellas tenían a donde regresar, yo me encontraba varada en ese lugar, aislado del mundo, como una ciudad en miniatura, que era segura, era bonita y limpia, pero era como una prisión.- Quiero pedirte algo- dijo mientras me sacaba de mis cavilaciones.-Quiero que vayas a Vera conmigo para las vacaciones.

Eso sí que era una sorpresa.

Esas palabras me dieron esperanzas, ver un lugar nuevo, e ir con Bastean… pero las palabras de Cloe resonaron en mi cabeza, “A pesar de ser un chico normal, también es un príncipe” eso me asustó.

Aquí en este lugar no tenia responsabilidades, solo era Bastean, mi Bastean, pero en Vera, era el Príncipe Bastean McDragon.

-¿Y?-insistió él al percatarse que no le respondía.

-Sí- sonreí. Tal vez algún día me arrepintiera de mi decisión, pero por ahora estaba dispuesta a arriesgarme.

-Bien- me dio un beso en la mejilla- Voy a mi habi…

-¡NO!- me sobresalte.- Quédate esta noche.- él me sonrió, casi se me caía el alma al piso.

-Está bien- él se acomodo y yo a su lado. Esa noche todos mis demonios habían salido a la luz, saliendo del abismo al que los había mandado. Bastean inconscientemente había abierto la herida que con tanto ahínco estaba luchando por cerrar. Pero no era su culpa, él no sabía a qué grado me afectaba, y si no lograba liberarme de esa pena, nunca llegaría a ser feliz.

Al pasado pisado, y a buscar un mejor futuro, me reté a mí misma. Estaba dispuesta a llegar a donde el viento me llevara. “Paul, hermano, ayúdame con esto”

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